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Seriedad, por lo menos ahora

JULIO FAESLER

Tiene razón la Coparmex acusando de improvisado y sin sustancia el nuevo acuerdo o pacto. Hacer frente a la compleja realidad con que se inicia 2017 supone la suma de esfuerzos firmemente cohesionados en una estrategia convenida a la que aportan todos. Esto no se logra con una desteñida declaración en un vistoso recinto.

Si los jactanciosos anuncios del futuro presidente norteamericano Trump aglutinan las alarmadas preocupaciones nacionales la respuesta de nuestro gobierno, pobremente hilvanada en una serie de propósitos sin sustancia operativa, no infundió confianza alguna en nuestra capacidad nacional de reacción.

El irracional proteccionismo de Trump tiene que ser respondido en México con una acerada defensa de las estructuras de producción con que contamos cualquiera que sea la condición en que se encuentren. Se complementaría con una definida política de protección de nuestras fuentes de trabajo y un indudable compromiso de ampliarlas.

Más que nunca requerimos integrar nuestro comercio exterior a la protección y promoción de empleos que han faltado por culpa de la apertura exagerada del mercado. ¿De qué nos vale ufanarnos de ser uno de los cuatro principales exportadores mundiales de vehículos si ello se ha basado en el contenido mexicano de ellos es de apenas del 30 %?

Los datos de nuevos empleos revelan su dudosa calidad y la preponderancia de los informales. La debilidad de la economía nacional es tal que este año dependimos más que nunca de las remesas de los 27,000 millones de dólares que nos enviaron nuestros trabajadores en Estados Unidos.

Enfrentar el reto de 2017 implica oponerle al nuevo factor norteamericano un sistema socioeconómico respetable y fuerte, pero que la ininterrumpida cadena de negligencias, contradicciones y corruptelas que México ha padecido ha impedido realizar. La culpa no está en los líderes políticos. Tienen que compartirla por partes iguales el gobierno y la iniciativa privada. Los desaciertos del sector público fueron claramente apoyados sino es que, en sus momentos, aplaudidos por el empresariado de todo rango y dimensión, particularmente el de la más alta categoría y por ende de mayor responsabilidad. Esto explica que el programa de acción presentado por el presidente se dio por descontado el apoyo de los empresarios… salvo el de Coparmex.

Construir una patria sólida, donde la gestión gubernamental cumpla su tarea es tarea de todos por igual que no se improvisa. Desde que en aras de la libre empresa se excluyó la participación oficial en la producción el gobierno quedó sin capacidad de contribuir directamente al empleo y al desarrollo. Ello quedó claramente en la iniciativa privada. Lamentablemente, este sector insiste en limitar su papel a aprovechar, en provecho propio, los recursos que la sociedad pone a su disposición. Podría corregirse este esquema si el empresariado se comprometiese a actuar en consejos mixtos en la conformación de políticas públicas.

Como muchas de las iniciativas dirigidas por la Presidencia de la República el énfasis está en medidas hacendarias, monetarias y fiscales. Esos instrumentos son, sin embargo, endebles ya que dependen más de elementos extranjeros que de fuerzas nacionales.

Los tiempos son, efectivamente, críticos en todo el mundo. Las amenazas de Trump los agudizan. Hay que corregir nuestra dependencia de los EUA, y el que 60 % de nuestra actividad se vincule un comercio exterior dedicado en 90 % a dicho país. Urge el enfoque decidido hacia la autodependencia basada en más de 120 millones de consumidores que tienen que aprender a preferir el producto nacional sobre el importado. La importación de productos extranjeros innecesarios drena la capacidad de compra de equipos e insumos de producción.

Además de nuestras importaciones hay que racionalizar la automatización y robotización en la industria para proteger las fuentes de trabajo y evitar la sustitución exagerada de la mano de obra humana.

Los términos del Programa de Peña Nieto resultaron enunciativos sin explicar los pasos concretos de realización.

El error de las políticas de los últimos sexenios ha consistido en hacer depender el desarrollo de nuestro país a factores externos en lugar de confiarlo a nuestro propio trabajo y creatividad. Las sacudidas que se esperan en 2017 pueden enderezar nuestro camino.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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