Hotel de lujo reacondicionado en región de Alentejo. Foto: Dezeen
El concreto, la piedra, la madera y el aluminio son materiales a los que ha sacado el máximo provecho a la hora de ejecutar obras con precisión, rigor y maneras sugerentes de aprovechar el entorno.
Nada más iniciar la década de los ochenta del siglo pasado, Eduardo Souto de Moura, nacido en 1952, egresó de la Escuela de Bellas Artes de Oporto y abrió su propio despacho.
Sin embargo, no se despegó de su casa de estudios, de hecho trabajó como profesor asistente por cerca de una década. Para el momento de su graduación como arquitecto, su talento ya había salido a relucir. Desde sus días como alumno consiguió trabajar junto a uno de los referentes de la escena arquitectónica portuguesa, Álvaro Siza, y otro de sus maestros, Fernando Távora.
Se ha hecho de un nombre dentro del cúmulo de opciones del ámbito arquitectónico gracias a una obra que, si bien no es prolija, sí es ampliamente reconocida por su calidad y características como el creativo uso de los materiales y la forma en que sus ideas se adaptan a las condiciones de terreno para dar paso a construcciones que aportan una dinámica y una estética distintas al lugar en el que se instalan.
La crítica suele destacar que las creaciones de este portugués contienen formas puras, surgidas de materiales crudos y macizos que transmiten sensaciones de peso y de masa. También se resalta que combina la modernidad con detalles de la tradición.
Cosas así se dicen de su Casa das Historias Paula Rego o de su diseño para la Estación de Metro Casa da Música.
Un hecho que el propio Souto de Moura ha confirmado es que en sus trabajos se refleja la influencia de sus maestros en aspectos como el manejo que se hace de la luz dentro de los muros y techos que proyecta o el juego de planos presente en varios de sus inmuebles.
Su prestigio le abrió las puertas como profesor invitado en instituciones de primer nivel en Suiza, Francia, Irlanda y Estados Unidos y lo convirtió en miembro honorario del Instituto Americano de Arquitectura (AIA por sus siglas en inglés).
CARRERA
El estudio de este arquitecto, nombrado personalidad del año de Portugal en 2012 con el voto de corresponsales extranjeros que lo consideraron la figura más destacada de su país, ha realizado alrededor de 60 proyectos. El repertorio incluye desde casas familiares hasta centros comerciales, desde apartamentos hasta hoteles, desde oficinas hasta museos, desde cines hasta estadios.
Vive en su natal Oporto y a su edad (tiene 65 años) ya no le gusta salir de su tierra; si pudiera, trabajaría sólo en Portugal o se trasladaría, cuando mucho, a España.
Además de los Estados mencionados, es posible apreciar su arte en Reino Unido, Italia y Suiza.
Trabajos que le han dado renombre internacional son el estadio de Braga; la Torre Burgo, la Casa Número 2 y el Centro Cultural de Porto (todos en su patria).
Con el estadio donde juega el SC Braga, el alumno y amigo de Siza pensó que tenía opciones de obtener el galardón más destacado en el Viejo Continente: el Premio Mies van der Rohe. No se lo dieron, pero sí ganó el Premio FAD de Arquitectura. En el dictamen del jurado se consignó que se trata de una “pieza de arquitectura realmente impactante”. Esto se debe, explicaron, a la valentía de Eduardo al decidir cuestiones como “variar una tipología establecida por una adecuada” o “asumir los espacios intersticiales de la estructura como espacios a recorrer, a disfrutar”.
La mayoría de los inmuebles deportivos tiene gradas en los cuatro lados de la cancha. En el de Braga se hicieron solamente dos. La grada sur está insertada en una cantera de granito. La norte es soportada por costillas de hormigón. Fue un escenario de la Eurocopa de 2004. La gente que no puede pagar o no alcanza entradas tiene la opción de subir el monte, sentarse ahí y observar el juego. Esta apertura no es gratuita. El proyectista recuerda que su padre, nativo de Braga, iba de pequeño al futbol y se quedaba fuera. Souto de Moura es diferente a muchos arquitectos que se resisten a manifestar su preferencia por alguna de sus obras, él no batalla para afirmar que el estadio es el elemento de su dosier que más le ha entusiasmado.
27 viviendas unifamiliares construidas en el marco del “sistema de precios controlados”. Foto: Luís Ferreira Alves
PRITZKER
El Mies van der Rohe se le resiste, pero a cambio ganó el Premio FAD y seis años después fue distinguido con el que es considerado el Nobel de Arquitectura, el Premio Pritzker 2011.
El jurado justificó su elección basado en que los edificios del portugués “entretejen referencias complejas” relacionadas con” las características de la región, el paisaje, el sitio y la historia arquitectónica más amplia”. Elementos que inclinaron la balanza a favor del portugués fueron las geometrías simples, la interacción de la luz, la solidez.
También se destacó la capacidad del arquitecto para combinar la realidad de los materiales con la abstracción de sus planteamientos, lo que se traduce como “un lenguaje arquitectónico que transforma lo físico en algo metafísico”.
El concreto, la piedra, la madera y el aluminio, son materiales a los que ha sacado el máximo provecho a la hora de ejecutar obras con precisión, rigor y maneras sugerentes de aprovechar el entorno físico. Construcción y escenario van entrelazados desde que Souto de Moura empieza a proyectar.
AUDAZ
Uno de sus trabajos más celebres se alza sobre la avenida Boavista, la Torre Burgo, el conjunto de un edificio vertical y otro horizontal. El inmueble aparece como un diestro manejo de bloques amontonados. Se trata de un proyecto con problemas desde su origen: un encargo en una sector a la baja, un terreno poco apto para un complejo de oficinas y las dificultades económicas que retrasaron la ejecución.
La Torre Burgo , ejemplo de ajuste de piezas con rigor geométrico, proporciona a primera vista la imagen de una arquitectura singular.
Críticos como Raymund Ryan señalan que en los trazos y trabajos del portugués destacan tres directrices: el diseño de un inmueble integrado al paisaje, un interés minimalista y el objetivo de facilitar la vida de las personas que lo habitan.
Ryan destaca que “Souto de Moura ni se asusta de lo nuevo ni desprecia el pasado. Utiliza métodos y formas contemporáneas audazmente, pero su intención no es ser revolucionario”.
El proyectista, refiere el también curador arquitectónico, crea inmuebles que a menudo parecen casi completamente vacíos y muchas veces lo más sorprendente de sus obras permanece oculto. Para descubrir esos admirables elementos se requiere un análisis minucioso.
En el catálogo de Eduardo no se puede hablar solamente de construcciones, también debe hacerse el comentario del contexto y detectar de qué modo ha conseguido sacar una ventaja del espacio, de la forma, del material. Y es que la innovación, según el ideario del ganador del Pritzker, no está tan alejada de la tradición. En declaraciones a la prensa internacional, Souto de Moura compartió que, en arquitectura, los materiales, los medios y los sistemas para edificar cambian, pero la idea de una casa es un concepto universal que no ha evolucionado mucho.
Souto de Moura piensa que no existe la arquitectura ecológica o inteligente o sustentable. Considera que sólo existe la buena arquitectura, una que da solución a una lista de problemas siempre presentes: recursos, costos, función social.
En cuanto a las novedades que avizora en el horizonte, el portugués considera que no habrá cambios radicales en el tema de las formas de los inmuebles a nivel externo; las modificaciones más importantes, prevé, se darán en el terreno de los materiales, por ejemplo, se volverá popular la fibra de carbono.
El ganador del Pritzker 2011 no las ha tenido todas consigo. En 2012 se quejó de la falta de trabajo en su país natal, de la crisis que hacía obligado buscar ocupación en otros destinos. Apenas en noviembre del año pasado, en una entrevista para el portal diariomoviliario.com, declaró que hoy día aquello que él llamaba arquitectura es imposible de hacer debido a que no hay ni tiempo, ni dinero.
