SU SALUD BUCAL
SÍNDROME DE FATIGA CRÓNICA
El término de síndrome de fatiga crónica se refiere a un conjunto de signos y síntomas que se presentan de manera crónica con episodios agudos. Puede durar desde meses hasta años, si no se trata. La fatiga se caracteriza por la presencia de una sensación de agotamiento precoz, intratable, persistente e inexplicable, acompañada de un sueño no restaurador, que ocasiona dificultad para realizar cualquier actividad física o intelectual. Normalmente está ligada a un desgaste profesional y emocional, también se ha asociado a niveles altos de estrés, sin embargo se desconoce su etiología y patogenia. Es un trastorno psiquiátrico en el que intervienen elementos biológicos, psicológicos y ambientales. Es importante diferenciar el síndrome con la astenia, disnea, debilidad muscular o trastornos del estado de ánimo. Según la duración se puede clasificar en fatiga aguda su duración es menor a una semana, fatiga transitoria de duración mayor a los 7 días y menor a un mes, fatiga prolongada de una duración mayor a los 30 días y menor a los 6 meses fatiga crónica cuando sobrepasa los 6 meses de duración. La evolución clínica es muy variable, se pueden presentar periodos de mejoría espontánea seguidos de periodos de notorio empeoramiento, estas oscilaciones a menudo obligan al paciente a reducir sustancialmente sus actividades físicas e intelectuales cotidiana, incluso puede resultar una condición invalidante. Los principales signos son: 1.-Deterioro sustancial de la memoria o la concentración a corto plazo. 2.- Nódulos linfáticos sensibles. 3.- Mialgias y artralgias múltiples (sin hinchazón o eritema) 4.- Cefaleas, insomnio o alteraciones del sueño (o ambos) 5.- Alteración en las funciones cognitivas 6.- Malestar general que persiste después de realizar cualquier esfuerzo. Muchos individuos suelen presentar depresión, ansiedad, enojo, irritabilidad, cambios en el peso corporal, alteraciones en los hábitos alimenticios, sentimiento de poca realización personal, distanciamiento afectivo, sudor nocturno, ataques de pánico o sentimientos fatalistas, rendimiento siempre a la baja, ahogo, sensación de hormigueo u otras alteraciones de sensibilidad. Para el diagnóstico se debe realizar un anamnesis exhaustiva y un examen físico completo, en el que se incluya un análisis del estado mental. No existe ningún marcador diagnóstico específico, las pruebas de laboratorio e imagen ayudan en el diagnóstico diferencial a descartar otras posibles enfermedades. Los síntomas deben presentarse por un periodo mínimo de seis meses de forma continua o recurrente, sin que exista un motivo específico de fatiga y sin que haya mejora respecto al reposo. Las opciones terapéuticas van dirigidas al pilar de los síntomas, reducir los niveles de fatiga y el grado de dolor. Se pueden utilizar antiinflamatorios no esteroides, mineralcorticoides, antidepresivos y ansiolíticos. A la larga puede condicionar a padecer otras enfermedades como problemas cardiacos, diabetes o hipertensión, al igual que empeoramiento de enfermedades concomitantes. Es importante que los médicos expliquen al paciente lo que sucede, ya que la mayoría señalan que su enfermedad les ocasiona incapacidad para cumplir con las responsabilidades familiares, sociales y laborales; una apariencia física saludable y un estado de fatiga constante, lo que repercute de manera negativa dentro de su entorno.