SU SALUD BUCAL
(Primera parte)
El dolor es la queja que los pacientes presentan con mayor frecuencia. Sin embargo, muchos científicos, apoyados en la investigación, han observado continuas deficiencias en el manejo clínico del dolor. En particular, la preocupación más común se enfoca en los reportes de sub-medicación en individuos con dolor agudo y la sobre-medicación en sujetos con dolo crónico con enfermedad maligna. El Dolor se define como una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con daño, real o potencial, a los tejidos. Cada enfermedad produce un patrón característico de daño tisular, el diagnóstico, la evaluación de las opciones de tratamiento y la evaluación de la respuesta al tratamiento son influenciados sustancialmente por la calidad, duración y ubicación del dolor y la sensibilidad asociada. La función de los sistemas sensoriales de dolor es detectar, localizar e identificar los procesos de daño tisular. Los avances recientes en la investigación médica han dilucidado los papeles de numerosos mediadores del dolor, tales como brtadicinina, sustancia p y serotonina. Estos mediadores del dolor están implicados en la sensibilización central, la cual es el resultado de un cambio en la sensibilidad de las neuronas de la propia medula espinal. Su importancia es tal, que además de causar angustia a quien lo sufre, puede inducir a reacciones orgánicas que llegan a poner en riesgo la vida misma. El dolor agudo está asociado con respuestas fisiológicas de todo el organismo, las cuales incluyen incrementos en la presión sanguínea, frecuencia cardiaca, diámetro pupilar y niveles plasmáticos de cortisol. Además, frecuentemente se observa contracción muscular local (flexión de los miembros, rigidez de la pared abdominal) traduciéndose en un patrón de angustia e inquietud para el paciente. La percepción del dolor por un paciente y su capacidad para controlarlo son componentes importantes de la evaluación del dolor. El dolor es una experiencia altamente subjetiva y es difícil cuantificarlo en un entorno clínico. Para los pacientes que se someten a procedimientos quirúrgicos, se dispone de varias herramientas para medir el dolor en adultos, dependiendo de la edad del paciente; estado de desarrollo; condiciones físicas, emocionales y cognoscitivas; y preferencia. El indicador sencillo más confiable de la existencia del dolor es el reporte del paciente. El Dolor se activa Como consecuencia del daño celular en respuesta un proceso bioquímico en el que la fosfolipasa actúa sobre los fosfolípidos libres transformando a estos en ácido arquidiónico, el cual es convertido por las enzimas prostaglandina-endoperoxidasa H, el daño celular también libera potasio e inicia la producción de bradicinas, se provoca una vasodilatación y edema neurogénico, dando acumulación de más bradicinas, posteriormente se activa liberación de histamina por las células mastocitos y de serotonina por las plaquetas, provocando mayor sensibilidad al dolor alrededor del sitio de la lesión. El mensaje doloroso es relevado al cerebro por las vías ascendentes del dolor, por ejemplo el tracto espinotalámico. Conocido como sistema lateral detector del dolor asociado con el dolor agudo súbito, además del dolor palpitante o Quemante. El dolor se amortigua por el sistema descendente en el cerebro medio que envía señales inhibiendo los impulsos por medio de opiáceos del sistema nervioso central de cuerpo (endorfinas y encefalinas) como también por las norepinefrinas y serotoninas.