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RENATA CHAPA

Por María y por Victoria

Hoy, domingo 26 de marzo, en punto de las 7:00 p.m., dos mujeres enamoradas del canto coincidirán entre libros, arias de óperas y gratitud. Las dos han sido motivo de inspiración en distintas épocas y latitudes geográficas. Con características biográficas y temperamentales distintas, pero ambas marcadas por la música en cada uno de sus días. A las dos les daremos las gracias.

La primera es la soprano María Callas (1923-1977). De los numerosos libros biográficos que circulan en el mercado presentando pormenores de su vida, uno de ellos es especialmente atractivo. Se trata de Me llamo María Callas (Ed. Parramón, España, 2011). Es un texto recomendado, oficialmente, para lectores a partir de los diez años. Sin embargo, dada la creatividad con que es narrado, desde "la voz misma de María Callas" (en primera persona del singular), la lectura más bien parece la atenta escucha a las confesiones de la también llamada "La Divina". El sobresaliente trabajo de ilustración, de colores intensos y de un atrevido manejo de las viñetas con una no menos hermosa María Callas, ambienta la curiosidad de nuestra imaginación lectora.

Una muestra va: "Sí, desafié al destino o a los dioses antiguos: fui el patito feo que se transformó en el cisne más bello del canto lírico y de la ópera. Y vencí. ¿Vencí? Me convertí en un mito y un icono para la eternidad. Pero, ¿a qué precio? Igual que en la tragedia, es de ilusos creer que podemos vencer al destino. ¿Cuál fue el precio que tuve que pagar? (…) Yo era gorda, torpe y sin ninguna habilidad para hacer amigos. Es muy cruel hacer que una niña se sienta fea y no deseada. (...) Todo lo que hice por mi familia fue bueno, pero lo que recibí fue casi siempre malo. El comportamiento odioso de mi madre hizo que yo la quisiera cada vez menos, y empecé a albergar tal resentimiento contra ella que echó a perder nuestra relación para siempre. (…) De repente, el patito feo que habitaba en mí desde la infancia se convirtió en un cisne. En palabras del maestro Rescigno, por aquel entonces, era 'posiblemente la más bella dama de los escenarios'. Incluso Bing, para quien en 1951 yo era monstruosamente gorda, reconocía que ahora era una mujer de asombrosa belleza, esbelta y atractiva" (pp. 7 y contraportada).

La otra homenajeada es la primera soprano en la Comarca Lagunera. Es la torreonense Victoria Chapa. Sus 73 años de trayectoria artística recién los celebró el mes pasado y, en éste, marzo, el Mes de la Mujer, cumplió noventa de vida, activísima, impartiendo clases de canto particulares, repasando obras de los grandes maestros de la ópera y, a la vez, con sus puntuales citas a las reuniones bohemias de los viernes en "El Timón" y con sus compañeros de la mesa dominical de "los supervivientes" en el restaurante del Marriott Torreón. De admirar su entereza física, pero aún más, su lúcida humildad que le permite continuar ganando afectos y gratitudes.

La maestra Victoria Chapa fue hija única. Sus padres, Luis Chapa y María Luisa Valenzuela, la educaron con una formación muy "de casa", apegada tanto a las normas de ellos como a su ciudad. Fue desde el año de edad que su gusto por la música bordó memorias vigentes al día de hoy. "Mi mamá me regaló una vitrola, esos aparatos de antes que tocaban discos de 78 RPM, y a los que había que darles cuerda con una manivela. Creo que, en realidad, mi mamá quiso comprar la vitrola, pero para ella misma porque yo no le podía dar las vueltas a la manivela ni manipular los discos como era debido. Pero las dos escuchamos juntas muchísimas canciones. Y, sobre todo, ella me enseñó a cantarlas y a pasar las tardes juntas escuchando música. Mi mamá tenía una linda voz, pero nunca le dieron la oportunidad de formarse musicalmente en alguna escuela", cuenta la maestra Victoria.

Después, al llegar el tiempo de estudios en el jardín de niños José Antonio de la Fuente, cuando los alumnos tenían que aprender a cantar y a bailar para montar algún espectáculo, la música que se usaba en aquel entonces, era en vivo. Con un pianista que trabajaba sólo para eso en la escuela. A la maestra Victoria Chapa le tocó como pianista acompañante María Arcaute, quien al poco tiempo, se volvería su profesora de piano particular. Luego, debido a un viaje largo, la pianista Arcaute ya no pudo continuar sus clases y la pequeña Victoria y su mamá fueron a buscar a Paulina Zurita, otra maestra de piano que les habían recomendado en Torreón. Al llegar con ella, les esperaba una sorpresa.

"Disculpe, nos dijeron que aquí imparten clases de piano", comentó la mamá de la pequeña Victoria al tocar la puerta de la casa de la profesora Zurita. "No, aquí no son de piano las clases, sino de canto". En ese momento, fue inscrita la niña Victoria a esta nueva alternativa escolar que, sin saberlo, la marcaría con una fuerza abundante hasta ahora.

Cuenta la maestra Victoria Chapa, soprano lírica: "Para mí, el canto es alimento espiritual. Es terapia. Porque canto desde mi infancia hoy, nueve décadas después, puedo decir que mi mente y mi físico se encuentran sanos. No soy diabética. No soy hipertensa. No tengo asma. No tengo artritis. Me falla un poco la vista y el oído izquierdo, pero puedo decir que estoy de pie, viva, por el canto".

En Monterrey estudió la maestra Victoria Chapa viuda de Arratia con la maestra Consuelo García Garza, egresada del Real Conservatorio de Nápoles, Italia. Iba y venía constantemente a sus clases, siempre acompañada de sus padres. Nunca pudo viajar sola, hasta que contrajo nupcias a sus 27 años. En tierra regia, aprendió la pedagogía musical y, de ahí en adelante, decidió compartirla con alumnos. Es decir, ser cantante, sí, pero con más determinación ser una maestra de canto de inmediato. Cuántas generaciones de cantantes continúan aún solicitando la asesoría de la maestra Victoria. "Hay algunos que vienen a tomar clases unas cuantas sesiones y se van. Primero, porque ya cantan y no se acostumbran a otras técnicas que implican estudio y disciplina. Agarran dos o tres ideas y ya con ellas, parece, creen que tienen suficiente. Otros incluso son tan ocurrentes que con lo anotado y practicado en un periodo corto conmigo, se dan de baja para… ¡ponerse a dar clases de canto! Ah, qué muchachos!".

Uno de los legados de la maestra Victoria Chapa, y que hoy será destacado en "Canto por la educación", es que jamás cobró un peso en sus presentaciones, la inmensa mayoría de ellas era a beneficio de causas sociales. "Si hubiera habido la necesidad de que yo les pagara a mis anfitriones para que me dejaran cantar, así hubiera sido. Amo mi profesión. Es mi gran pasión y eso es lo importante. Nunca lo fue ni ha sido el dinero".

La mezzosoprano Arely Rodríguez y las sopranos Shelley Valdés, Alicia Irigoyen y Blanca Sosa, así como los músicos Sahakanush Khachatryan y Darién Díaz, en el piano, y Luis Díaz, en la flauta transversal, serán quienes den musicalmente vida larga a María Callas. Sus ejecuciones irán entreveradas con la reseña y lectura en atril del libro biográfico, ambas tareas a cargo de su servidora.

Los esperamos hoy domingo 26 de marzo en la Librería Gandhi Torreón, en punto de las 19:00 horas. La entrada es libre, al igual que esta otra entrañable invitación a reconocer, por medio del abrazo agradecido, a cada uno de los ocho músicos invitados.

Esta presentación va por María y va por Victoria. Con nuestro agradecimiento.

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