SUBRAYADO
Círculo perfecto sin ver
Puebla el poblano nombre varios muros mágicos en México. También los de bellas entidades en otros países, como es la ciudad de Torreón, Coahuila. La firma de Esteban Fuentes de María, a sus 22 años, viene con fina estampa, diría Chabuca. Un 16 de febrero de 1995, abrió sus ojos profundos a la luz. De ella, Esteban sería su iluminado cómplice a través de los colores. De las líneas. De las texturas. De los volúmenes. Y, sobre todo, de la perspectiva.
Con cuatro años de edad cumplidos, demostró su fuerza plástica. Abrazado en tierra por su madre, y en el aire, por las aves, sus almas gemelas, cortó el listón de su primera exposición individual en la Casa de la Cultura de Puebla. Quién hubiera dicho que era así como iniciaba su meteórica carrera como pintor.
Los años transcurrieron, Esteban salió de México para laborar como docente en Finlandia. De qué tamaño habrá sido el talento mostrado por el joven artista que, por instrucciones del rector, fue absuelto de sus responsabilidades docentes para que pintara su primer mural en el extranjero.
Sólo por mencionar dos relevantes sedes, Esteban Fuentes de María ha expuesto en el Museo Memoria y Tolerancia y en el Museo de Antropología e Historia, ambas en la Ciudad de México. España, Cuba e Israel, también han disfrutado de sus expresiones cromáticas.
Con una marcada tendencia por desarrollar proyectos para el rescate de espacios históricos y otros más de corte filantrópico, desde su taller ubicado frente a la Plaza Central de su ciudad natal, Esteban se deja llevar por el vaivén temporal, traza un círculo perfecto a ojos cerrados y lo rueda en armónica charla:
Renata Chapa (RCH): Si volviéramos al primer recuerdo que te reveló el amor vocacional por la pintura, ¿cuál sería esa primerísima gran memoria y cómo la describirías conforme a los logros profesionales que sumas al día de hoy?
Esteban Fuentes de María (EFM): A los dos años, le pedí a mi mamá que me dibujara una casa. Al ver cómo con simples líneas podían formar una figura, quedé sorprendido, y me decidí a explorar todo lo que un lápiz sobre papel podía crear. No sólo imitar lo que veía, sino rascar la hoja hasta que hablara por sí sola.
RCH: ¿Qué encontraste en la pintura, como medio de expresión, durante tu infancia y adolescencia?
EFM: El arte es mi lengua madre. La aprendí a la par de aprender a hablar. La lengua madre se hereda y, en mi caso, son seis generaciones que la han transmitido de esta manera. Siempre fue mi forma más eficaz para darme a entender, para expresar lo que buscaba decir. La característica principal que define a un artista es la cercanía de su trabajo y su vida. Entre más estrecho es el espacio entre ambas, más honesta es su obra. En mí, ni siquiera creo que existe una distancia. Mi vida y mi trabajo son uno mismo.
RCH: No resulta sencillo tomar la decisión de abrazar así de fuerte a las artes visuales y, blindado con ellas, probar suerte en otros continentes. ¿Por qué tomaste la decisión de salir de Puebla y, por ejemplo, llegar hasta Finlandia? ¿Tenías facilitado el camino, la historia fue complicada o fue algo inesperado?
EFM: El camino siempre fue difícil porque siempre resultaba que era muy joven para las convocatorias, becas y apoyos. En todo momento, tuve que buscar mi propio camino, inexplorado y oscuro, arriesgando constantemente. Seguro no hubiera sido así de no ser por el aliento que mi mamá me brindó cada vez que yo veía una puerta cerrada. Finlandia fue una gran experiencia. En definitivo, una de las veces que más adelantado a mi edad me sentí. Pero huir de México sólo terminó significando huir de vuelta. Uno con dificultad entiende los planes que la vida tiene para cada quien y la manera más fácil de hacerla reír es decirle, ‘tengo un plan’, sobre todo en los caminos del arte. Uno nunca sabe en dónde acaba, cuándo y con quién.
RCH: Al revisar tu carpeta de intervenciones artísticas, ¿cuáles consideras más desafiantes, cuáles más sorprendentes, cuáles más aleccionadoras?
EFM: Cualquiera que te saque de tu espacio. Viajar a otros lugares es siempre la mejor manera de aprender, sobre todo porque lo que más lejos te lleva, al regresar, te enseña a estar más adentrado al taller, y de la obra que ahí creas.
RCH: Conforme a los referentes de otros pintores de tu generación, ¿cuál crees que es el “leit motif” que te distingue? ¿Dónde radica tu sello único?
EFM: Saber en dónde estoy parado. Para empezar, sé que es vital valorar a México y es algo clave en mi obra. También conozco mi papel en el tiempo. Hoy más que nunca el papel de los artistas radica en abrir ventanas a la libertad. Ambos temas me permiten crear una obra muy íntima y, a la vez, abierta a las personas a las que el arte les puede cambiar la vida. Mi obra siempre se trata de compartir.
RCH: ¿Cuáles técnicas pictóricas dominas y cuál es la que sientes más cercana a una prolongación de tu filosofía de vida?
EFM: Creo que no domino ninguna todavía. Aunque sé que mi fuerte es la dimensión, ya sea un gran lienzo o un mural, jugar con el espacio es mi mayor fortaleza dentro del arte. Puedo crear un círculo perfecto sin necesidad de usar mis ojos. Dejo que el muro se exprese por sí solo y dejo que mis manos ocupen el resto de mi cuerpo como compás. Así, aunque esté suspendido en un andamio, puedo crear formas y figuras sin necesitad de alejarme de la obra para ver las dimensiones que mi cuerpo ya calculó sintiendo las superficies. Ese jugar con el espacio es algo que quiero explotar más en un futuro.
RCH: ¿Tareas aún pendientes por conquistar como artista y como ciudadano?
EFM: Ver a un México unido. Es una nación tan diversa que creo que existe un México distinto para cada mexicano que parece imposible de unir. Creo que el arte es una herramienta para acentuar esa diversidad, sin formar barreras entre la gente.
Gratitud a la apuesta a las artes de Emmanuel Navarrete y Carlos de la O en Casa Auge. @RenataChapa centrosimago@yahoo.com.mx