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Todo tiene un principio y un fin

(Segunda y última parte)

¡Cuánta tristeza me invade ver en este periódico cada una de las esquelas que en ellas se publican! Me parte el alma ver la de los niños que suponían tenían una expectativa de vida más prolongada y por supuesto un futuro más halagüeño; los mismos sentimientos me invaden al leer las esquelas de adolescentes que muchos de ellos perdieron la vida de una manera trágica y viene a mi mente aquella poesía que se escuchaba con mucha frecuencia en estas fiestas navideñas titulada: ¡Pero si apenas tengo 17 años!

Con la misma tristeza, me entero de la partida de adultos jóvenes que pudimos considerar que se encontraban entre la cuarta y quinta de la vida (de 30 a 39 y de 40 a 49 años), aun cuando no dejamos de enterarnos de fallecimientos durante la tercera década de la vida (20 a 29 años de edad), que vienen siendo los años más productivos de los seres humanos, lamentablemente, también de manera trágica, dejando en el desamparo a una familia, a una esposa, a unos hijos en los cuales su calidad de vida cambiará completamente con la partida del jefe del hogar.

Y finalmente, leemos de la partida de personas que sobrepasan los 70, 80, 90 y muy ocasionalmente a personas que sobrevivieron hasta por arriba de los cien años y que definitivamente podemos pensar que todos ellos ya habían cumplido su misión en la vida. Ojalá y todos ellos, incluyendo a las últimas categorías, hayan aprovechado su prolongada existencia al máximo, llevando a cabo las actividades que más pudieron ser de su agrado, haber dejado huellas con su prolongada existencia dignas de ser imitadas por las nuevas generaciones y al final de la existencia exclamar como Amado Nervo en su bello poema En paz: ¡Vida, nada me debes! Vida, estamos en paz, y volvemos a repetir todos ellos, seres mortales, tuvieron un principio, y tarde que temprano, aun cuando se haya prolongado su existencia terrenal, al final tuvieron la partida de la cual ninguno nos vamos a escapar.

Esto es tan solo un ejemplo de cómo en todas las actividades positivas o negativas que realizamos en la vida, van a tener un inicio y a la vez una conclusión. Y de la misma forma, podemos llevarlo a pensar que en todas las actividades de la vida así sucede. Y tan sólo ponemos dos ejemplos más, como son el ejercicio de nuestras actividades laborales, ya sea a través de un título, de un oficio, y lo mismo sucede cuando esas personas han tomado como un medio de subsistir el deporte.

Todas estas reflexiones han venido a mi mente al leer en días pasados una nota, que no es la primera vez que así sucede, como en lo que al deporte se refiere (Continuará).

 TODO TIENE UN PRINCIPIO Y UN FIN Por: Dr. Leonel Rodríguez R.

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