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Trazar el continente neuronal

Un proyecto para mapear el pensamiento

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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ANGIE PELAYO

Ahora mismo hay alrededor de 400 laboratorios en suelo norteamericano y en Europa trabajando en la construcción de nuevos métodos y tecnologías para registrar la actividad de las neuronas.

Coordinar todos los movimientos del cuerpo humano, administrar sus emociones y almacenar información necesaria para la vida diaria son algunas de las funciones del cerebro, órgano que, pese a los avances de la ciencia en la actualidad, sigue siendo un misterio.

Durante siglos la medicina ha observado a la distancia al rey del sistema nervioso central, su complejidad e importancia lo convierte en un elemento delicado a la hora de estudiarlo. A finales del siglo XX, el neurofisiólogo canadiense y ganador del Premio Nobel de Medicina (1981), David Hunter Hubel, señaló que la ciencia del conocimiento en materia cerebral estaba todavía en una era temprana y que sólo se sabía alrededor del 25 por ciento de su funcionamiento.

Rafael Yuste, neurobiólogo español, concuerda con que el componente pensante es la parte más desconocida del cuerpo humano; el saber acerca de sus mecanismos y actividades, estima, se encuentra entre un 30 y un 40 por ciento. Yuste es el impulsor y actual asesor de una iniciativa cuyo fin es mapear el órgano pensante, el proyecto BRAIN (cerebro), acrónimo en inglés de Brain Research through Advancing Innovative Neurotechnologies, lo que se traduce al español como Investigación del Cerebro a través del Avance de Neurotecnologías Innovadoras.

INICIATIVA BRAIN

En abril de 2013, dentro de uno de sus informes a la nación, el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dio a conocer que se pondría en marcha el proyecto BRAIN. La idea de hacer un mapa del continente neuronal fue propuesta a la Casa Blanca por Yuste.

“Es preciso obtener una fotografía dinámica del funcionamiento de nuestro cerebro para entender mejor cómo pensamos, cómo aprendemos y cómo recordamos”, fueron las palabras del exmandatario al anunciar el arranque de la iniciativa científica más ambiciosa lanzada durante su administración. Yuste llevaba más de cuatro años luchando por poner en marcha esa empresa.

A la fecha el gobierno de la Unión Americana han invertido alrededor de 500 millones de dólares de un presupuesto total de 5 mil millones para financiar 12 años de investigación. Ahora mismo hay alrededor de 400 laboratorios en suelo norteamericano y en Europa trabajando en la construcción de nuevos métodos y tecnologías para registrar la actividad de las neuronas y poder cambiar y modular la actividad de dichas células, los logros de BRAIN son puestos a disposición del público interesado, no se maneja con patentes.

“Nunca antes en la neurociencia he visto tanta unidad para un fin tan glorioso” indicó Rodolfo Llinás, neurólogo colombiano, luego de asistir a una reunión con delegaciones de varios países que Yuste organizó para sumar esfuerzos y unir a los científicos de todo el mundo en una sola voz, tal como sucedió en el periodo de 1990 a 2003, cuando la misión era desentrañar los secretos del genoma humano.

FASES

Las expectativas alrededor de BRAIN apuntan a metas como desarrollar técnicas nuevas para trazar un mapa de la actividad de circuitos neuronales enteros tanto en animales como en humanos o bien al diseño de herramientas para alterar el funcionamiento de las células pensantes con miras a corregir los defectos que ocurren a partir de alguna enfermedad mental.

La investigación, según un texto publicado por el promotor de BRAIN en la revista Galenus, se compone de dos fases. La primera se abocará a descifrar la estructura cerebral para entender su funcionamiento y el lugar primario de las facultades mentales: la percepción, la memoria, el control de los movimientos, el lenguaje, entre muchos otros. En la segunda etapa se estudiarán las propiedades neuronales y se podrá visualizar la dinámica de los circuitos, que es donde se ocasionan muchas alteraciones neurológicas y del comportamiento.

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Fotografías de la corteza cerebral y un detalle específico. Foto: EFE

A largo plazo, gracias a la evolución del mapa cerebral y a los avances de la investigación, se plantea la posibilidad de afinar técnicas, por ejemplo, para anticipar el surgimiento de enfermedades mentales. Este tipo de cuestiones, sin embargo, requerirán de muchos estudios complementarios, correlaciones clínicas y análisis pertinentes que permitan proponer y evaluar opciones terapéuticas. Las soluciones pues, no van a surgir rápidamente, llegar a su aplicación clínica tomará, cuando menos, 10 o 15 años.

CURA

La paciencia es un elemento fundamental del proyecto, otro es la honestidad. En BRAIN no dan pie a falsas ilusiones ni venden que la solución a afecciones mentales está a la vuelta de la esquina. No obstante, la comunidad científica confía en que este proyecto tendrá repercusiones muy importantes.

Muchas de las enfermedades mentales y neurológicas no tienen cura, ha declarado Yuste a medios de información como El espectador, porque es difícil arreglar una máquina si no sabes cómo trabaja. El español confía en que, al conocer cómo opera, podrán detectarse recursos para tratar la esquizofrenia, el alzhéimer, el autismo, la depresión, la epilepsia y demás. El neurobiólogo cree que ésta es la parte más desconocida de la medicina, a pesar de los esfuerzos heroicos que hacen psiquiatras y neurólogos por ayudar a los pacientes.

En primera instancia, los mayores logros de su iniciativa serían contribuir a hacer diagnósticos más tempranos y exactos. Por otro lado, ayudará a entender que ocurre en los pacientes, cuál es la causa del padecimiento y la fisiopatología, cómo la causa da lugar a los síntomas.

MÁS ALLÁ

BRAIN no sólo ha atraído la atención de la medicina, su desarrollo es seguido con interés por compañías de datos y tecnologías como Facebook, Google y Microsoft. En esas marcas globales, aunque no participan de él, están fascinadas con el proyecto.

¿De dónde surge tanto interés? Entender el funcionamiento de la materia gris tanto de los animales como de los humanos y comprender cómo resuelven ciertos problemas de computación supondría revolucionar la tecnología que aplican en sus empresas.

Los mejores algoritmos utilizados en la red social y en el buscador para el reconocimiento de datos, descifrar el habla o traducir simultáneamente son órdenes matemáticas muy primitivas basadas en un entendimiento muy superficial de lo que puede hacer el cerebro. Al entender mejor este órgano, la consecuencia lógica es que esas operaciones sistemáticas evolucionarán y serán mucho más efectivas de lo que son hoy día.

TEMOR

BRAIN tiene sus pros y sus contras. Existe temor de que al poseer el conocimiento para entender cómo funciona la mente y predecir el accionar ya sea de personas o animales, ese saber sea utilizado con ánimo de lucro o se apunte hacia un fin negativo para la sociedad.

Debido a esta preocupación, asegura el neurobiólogo español, se plantea la necesidad del diálogo, la discusión en un panel de neuroética. Por muy perturbador y futurista que parezca, y aunque falta tiempo antes de alcanzar avances como el de gafas inteligentes conectadas a nuestra mente, es un hecho, señala el promotor de BRAIN, que llegarán a nosotros y debemos afrontar los debates éticos cuanto antes.

Algunos científicos y escritores advierten que el progreso tecnológico puede representar el fin del mundo o, cuando menos, de la humanidad. Uno de ellos es el físico teórico y cosmólogo, Stephen Hawking, quien alerta sobre la necesidad de mantener alineada la todavía incipiente Inteligencia Artificial a las metas de la raza pensante.

El ideólogo de BRAIN está tranquilo con respecto a esos ejercicios de anticipación. La ciencia, defiende, siempre ha sido un motor de progreso y entre más conozcamos el cerebro, más libres seremos.

Si bien los seres humanos han creado diversos dispositivos y compuestos con tremendo potencial destructivo, como las ojivas nucleares, también han sido capaces de organizarse de una manera racional, en eso se funda el optimismo de Yuste: “No sé por qué no va a suceder lo mismo con la neurobiología del futuro. Estas técnicas van a ser una liberación, van a dar lugar a tratarnos los unos a los otros de manera más humana, será como un nuevo humanismo”. Así piensa quien aspira a conquistar el continente neuronal.

Twitter: @angyepelayo

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