Shakespeare, Troilo y Cresida
La historia del gobierno de Donald Trump podría haber sido llevada a la escena por Shakespeare. Empezó como drama y se ha convertido en una comedia de errores, pero puede terminar como tragedia.
El más reciente capítulo ha sido la destitución de Reince Priebus como jefe de gabinete de la Casa Blanca. El anuncio lo hizo el presidente Trump a través de su medio favorito, Twitter, mientras Priebus se encontraba en el avión presidencial, Air Force One, sobre la misma pista. Priebus, quien al parecer había presentado su renuncia un día antes, bajó del avión y se retiró sin comentarios. "¿Y tú, Bruto?", podemos imaginar que pensaba. El propio Trump salió del avión a alabarlo, lo cual evoca imágenes de Bruto después de matar a Julio César declarando que lo amaba, pero que quería más a la patria.
Priebus ha sido remplazado por el general retirado John Kelly, hasta ese momento secretario de seguridad interior. El militar no tiene experiencia como administrador de una compleja burocracia de egos ambiciosos como los de la Casa Blanca, mientras que Priebus es un político consumado que sirvió durante años como presidente del Comité Nacional Republicano, máximo órgano de mando del Partido Republicano. Sin embargo, la posición de Priebus en la Casa Blanca se hizo insostenible cuando Anthony Scaramucci, nuevo director de comunicaciones, se refirió a él como un "fucking paranoid schizoid" sin que Trump tomara ninguna medida para disciplinarlo.
Unos días antes había dimitido Sam Spicer, el portavoz de la Casa Blanca, también en protesta por la designación de Scaramucci. La esposa de éste, Deidre Bell, renunció también, o más bien presentó una demanda de divorcio contra Scaramucci después de que éste aceptó incorporarse al gobierno. "La desnuda ambición política" de su esposo fue la razón de la petición de divorcio. El que no ha renunciado es el procurador general Jeff Sessions, a pesar de que su propio jefe, Trump, lo ha descrito como "muy débil".
La trama de la Casa Blanca recuerda la ambición de un Gloucester empeñado en alcanzar la corona de Inglaterra como Ricardo III o la de un Macbeth dispuesto a todo para convertirse en rey de Escocia. La mentira y el asesinato son las herramientas más socorridas de los personajes de Shakespeare que ambicionan el poder.
Pero la forma en que actúan Trump y su séquito evoca también los equívocos de los dos Antífolos y los dos Dromios de La comedia de errores. Las declaraciones arrogantes del presidente y su falta de capacidad para lograr medidas concretas parecen tomadas de Mucho ruido y pocas nueces. La ambición puede tener un lado cómico y ahí está Como gustéis para demostrarlo.
La comedia se desvanece cuando un gobernante cae en la locura, como el rey Lear al tratar de dividir el reino entre sus tres hijas. "Nada puede venir de la nada", dice el monarca apesadumbrado.
Shakespeare nos recuerda una y otra vez que la ambición es el mayor pecado de un gobernante o de un aspirante al poder, y que si éste no sabe regir el reino con equidad y sabiduría lo condena a la miseria y a la guerra. Quizá usted piense que Shakespeare no es relevante porque escribió hace cuatro siglos, pero el propio bardo nos ha dicho: "Cuando conjuro el recuerdo de las cosas pasadas, suspiro la falta de muchas cosas que busqué" (soneto XXX).
ASAMBLEA CONSTITUYENTE
El gran riesgo de los populistas que llegan al poder por el voto, es que no aceptan dejarlo por el voto. Por eso Nicolás Maduro quiere imponer una nueva constitución en Venezuela que no tiene más propósito que mantenerlo en el poder. "El tirano cuyo solo nombre llaga nuestras lenguas fue una vez considerado honesto", sentenció Shakespeare en Macbeth.
Twitter: @SergioSarmiento