Su paso. El 30 de octubre de 2006, lanzó su primer álbum en solitario, Étoile Éternelle, como Adanowsky, y su primer sencillo.
De visita en Torreón para ofrecer un recital al público lagunero, Adán Jodorowsky, antes Adanowsky, aún no sabe qué pensar de la ciudad, del calor. Es la primera vez que visita este destino del norte mexicano.
Lleva sombrero, una camisa sin mangas, pantalón de mezclilla. Acaba de bajar del avión, ese lugar en el que realiza parte importante de su trabajo. Los traslados aéreos le permiten entrar en modo "suspensión", una especie de lugar en el que se facilita el acto de crear música, una que es independiente, alejada del filtro comercial. En la cabeza, además de incipientes perlas de sudor, tiene el ánimo dispuesto para responder a las preguntas de este Casa Editora.
Acerca de lo que ofrece a quienes acuden a sus presentaciones comenta que está desarrollando conciertos acústicos, no le interesa más que presentar canciones que funcionan con una guitarra y una voz. Si la canción es buena, con eso basta, afirma.
Sobre su proceso creativo, comparte que le ha servido escuchar mucha música, tanta buena música. Un lugar, insospechado, en el que suelen brotar los acordes es el avión. Allá arriba, en modo suspensión, salen las armonías. Su composición suele partir de la música, ya luego viene la letra. Comenta que al principio le resultaba difícil escribir, pero ya ha mejorado en ese aspecto. No obstante, sigue optando por hacer primero las melodías y luego las palabras, porque le resulta más sencillo adaptar estas últimas al discurso auditivo.
En octubre próximo se cumplen 11 años del lanzamiento de su primera producción discográfica "Adanowsky", nombre artístico que dejó atrás hace un par de años.
En cuanto a sus colaboraciones con otros artistas (ha hecho duetos con Natalia Lafourcade y León Larreguil, vocalista de Zoé) señala que le gusta la idea de trabajar con otros porque "eso me libera del ego". También afirma que eso le permite ingresar a un universo ajeno y como se da una retroalimentación, las dos partes ganan.
Empero, no haría un disco de duetos, modalidad que ha cobrado auge en los últimos tiempos. Considera que ese tipo de productos responden a una búsqueda de fama y fortuna antes que calidad. No se pondría a marcar uno y otro teléfono. Su enfoque, asegura, es trabajar con quien verdaderamente le interesa. Por eso, comenta, está llamando a una puerta en particular: "Me gustaría hacer un dueto con Caetano Veloso".
Sobre el tono despectivo empleado para referirse a la fama y la fortuna, explica que no le atrae la idea de acumular riquezas sino la de tener una buena vida. Luego expone que quien se dedica a acumular bienes llega a la vejez sin nada que ofrecer, sin nada que esperar salvo una muerte vacía. Su aspiración, el propósito de la vida, considera, es prepararse para morir bien.
No cree en la reencarnación, ni en la transmigración, pero sí es partidario de que no todo termina con la última exhalación. Algo debe pasar, una transformación, quizá.
Recientemente viajó por Sudamérica y en aquellas tierras, explica, entró en contacto con una magia sorprendente, con curanderos dueños de una sabiduría profunda, y, del lado musical, con un folclor que se convirtió en una influencia a la que ha sacado provecho.
Adán, además de componer también es productor. Sobre la calidad de la música que se hace hoy día, primero dice que se hace muy buen material, afirma que le gusta el 50 por ciento de lo que se está haciendo. Luego, se desdice y asegura que es más, es más la música de calidad que está saliendo, un 60 por ciento, pero a lo que se da difusión, es a lo fácil a lo hecho para imponer en el gusto de la gente, a lo que se puede encontrar, por ejemplo, en la radio. Al hijo del cineasta Alejandro Jodorowsky no le gusta el 80 por ciento de lo que se difunde por la radio comercial.
GUSTOS
Pero qué le gusta, en música, Nathaniel Rateliff y ritmos como el de S.O.B es el primer nombre que se le viene a la mente; en literatura, la respuesta instantánea se llama Vicente Huidobro, el clásico chileno con su Altazor; en cine viene primero la obra y luego el autor, Evid Dead 2, de Sam Raimi. Luego, agrega City lights, de Charles Chaplin, America, America de Elia Kazan, y Un perro andaluz, de Luis Buñuel. La prefiere sobre El ángel exterminador, porque en el filme del cánido metió mano Salvador Dalí.
Otro de sus gustos es el de denunciar, denunciar algo que es sabido, pero que no está de más repetir. "El mundo está gobernado por tontos", y para cambiarlo, señala, el paso esencial es "dejar de hacerse tonto". Asegura que esto también está relacionado con su proyecto musical, porque en las industrias comerciales se da preferencia a los mensajes que no convienen a la sociedad, a los mensajes de guerra, por ejemplo, y lo que se vende, en realidad, son ideas, ideas en las que unos marines se encargan de acabar con los malos, malos que luego resultan ser musulmanes o latinos.
Cerca del final de la conversación, menciona que hay que despertar los cerebros de la gente. El tiempo se termina y Adán Jodorowsky, ese que ha sido varios personajes antes que él mismo, se despide. Dos personas salen con él a la calle inundada con el tono sepia de los rayos del sol. En la acera de enfrente, en una fondita que parece restaurante, suena aquello de "felices los cuatro".
Sus inicios
En 2011, el artista lanzó su segundo álbum en solitario Amador, y ganó el premio UFI por mejor Artista Internacional del Año y mejor Espectáculo en Vivo. Luego conoció a Devendra Banhart, y juntos grabaron la canción "You are the one" y "Dime cuándo". También ayudó en el nuevo álbum de Alizée, escribiendo una canción para ella llamada "La Cándida".
En 2012 produjo el primer álbum en solitario "Dorado" de León Larregui, vocalista de la banda mexicana Zoé. Mientras que en 2013 Adán apareció en la película de su padre La Danza de la realidad y compuso su banda sonora. En 2014 produjo y lanzó el álbum Ada.
Su sonido
Adán Jodorowsky es autor de obras como:
⇒ You are the one.
⇒ Dime cuándo.
⇒ La Cándida.
⇒ El ídolo.