Un autor que cruza fronteras
Martín Solares es uno de los más destacados narradores de su generación. Con un sólido bagaje que incluye un doctorado en La Sorbona, es autor de dos novelas: Los Minutos Negros y No Manden Flores, además de volúmenes de ensayo, antologías de relatos e incluso libros de cuentos para niños. Traducido a muchas lenguas, entre ellas el inglés, el francés, el alemán, el italiano y el ruso, Martín Solares es además un tallerista certero y un lúcido ensayista.
Este jueves 24 de febrero, estará de visita en La laguna para recibir el Premio Nacional de Ensayo José Revueltas, convocado por El Instituto Nacional de Bellas Artes y la Casa de la Cultura de Gómez Palacio, donde ofrecerá una conferencia a las 11:00 de la mañana, y a las 7:00 de la noche impartirá una charla en el Teatro Isauro Martínez.
En uno de tus libros para niños afirmas que a cada persona, al nacer, le son asignados tres monstruos que lo acompañarán a lo largo de su vida ¿Cuáles dirías que son tus monstruos?
La novela, el cuento y el ensayo. Últimamente, el guión de cine. Mientras que la novela es el monstruo narrativo más ambicioso que existe, al cual hay que sacar de su escondite a base de trabajo constante y muchos esfuerzos, los cuentos son otro tipo de monstruo mucho más veloz y volátil, y su picadura puede ser devastadora.
A diferencia del monstruo de la novela, que te acompaña hasta que terminas de hacerle un retrato verosímil, el pequeño monstruo del cuento parece llegar como los colibríes: de uno en uno, cuando menos te lo esperas. Hay que retratarlo en el acto, pues no va a esperar toda la eternidad.
En cambio el ensayo es un monstruo benévolo, disfrazado de humano, que llega también por vías inesperadas y te obliga a pensar. El guión de cine, por su parte y porque se hace en equipo, con un productor que debe aterrizar en la realidad tus visiones, puede ser o no una experiencia realmente monstruosa.
Tu misión como escritor consiste en aceptar que la literatura puede ser la magia misma, y que los guiones son solamente la receta con la que ese productor y un director intentarán crear otro tipo de magia más poderosa.
En Cómo dibujar una novela, afirmas que demasiado conocimiento sobre sí mismo o sobre lo que le espera puede matar a un personaje. ¿Puedes hablarnos de tu proceso creativo y de cuáles de tus personajes te han dejado más satisfecho?
Creo que las novelas inolvidables, las que arañan al lector a medida que avanza en la lectura, no surgen de un proceso de cálculo deliberado, sino de un viaje de descubrimiento alrededor del mundo interior, oscuro y velado del novelista: no puedes planear la escritura de El otoño del patriarca, Los detectives salvajes o La princesa primavera, como si estuvieras programando una computadora. Creo que la parte más auténtica de las novelas y los cuentos es la que el autor descubre a oscuras, avanzando prácticamente con los ojos cerrados, sin saber por dónde se está internando. No conozco a nadie que pueda diseñar sus propios sueños, o pulir el contenido de sus temores o sus pesadillas. Pasa lo mismo con las novelas.
Ahora bien, como los sueños, que en estado bruto son incomprensibles, las novelas y los cuentos requieren de muchísimo trabajo. Necesitas descubrir, primero, el tono de la voz que está contando la historia. O bien, como ocurre en tus novelas, hay que averiguar si se trata de una voz solista o todo un concierto de rock. Luego tienes que descubrir la forma que de modo natural contiene a ese material.
Es ahí donde viene una nueva oleada de trabajo, y los mayores sacrificios. Una frase o un capítulo perfectos, pero que no aportan nada a la historia principal, y que distraen sin enriquecer, no tienen cabida en el monstruo narrativo. Es cierto que la novela está hecha de grandes distracciones o desviaciones del camino principal, es cierto incluso que sin estas desviaciones la novela no avanza, pero cada célula y órgano del monstruo debe contribuir a darle vida a ese relato que no existe. Si una frase aburre o distrae, córtala y enciérrala bajo llave.
En la caverna del monstruo, no siempre son los personajes los que guían al novelista. A veces es una especie de música, a veces una especie de luz. El que se atreve a seguirla irá encontrando que algunos de sus recuerdos más extraños cobran sentido dentro de esa novela, y que algunos personajes exigen sus propios recuerdos reales, que el novelista debe imaginar.
En mi caso avanzo con una libreta y varias plumas en la mano. Los días más felices de mi vida son aquellos en los que me visita un capítulo entero, y debo escribirlo con toda la intensidad con que lo recibí, y luego enseñarle a caminar y a comportarse dentro de la novela a la que pertenece. A veces voy por la vida oyendo las voces de mis personajes únicamente, a veces voy en busca de voces reales para a partir de ellas crear a mis seres de ficción, o desarrollar nuevos materiales. Lo importante es que el retrato de cada monstruo sea un retrato que provoque fuertes emociones en el lector.
En Los minutos negros, partí de una pesadilla que tuve, incomprensible y oscura, y sólo me liberé de ella cuando comprendí que la única solución eficaz contra esa imagen nocturna era tratar de escribir una novela diurna. En No manden flores, lamentablemente, la pesadilla fue y sigue siendo real: la ola de violencia que azotó a Tamaulipas durante los últimos años, por la complicidad de algunas autoridades con los criminales. Dado que estoy convencido de que una novela debe ser más que un mero reflejo de la realidad cotidiana, pues eso es territorio exclusivo de los periódicos, traté de contar cómo sería el país en un futuro inmediato si la violencia y el crimen siguen avanzando con tanta impunidad. Para descansar de 15 años en los que escribí dos novelas violentas, ahora escribo las memorias de un grupo de personajes fantásticos, o históricos, a ratos reales, a ratos imaginarios.
Hay en tu narrativa un procedimiento de "animalización" de los espacios y los personajes: El Chacal en Los Minutos Negros, colonias como La Coralillo, el señor De León, El Pato. ¿Son tus historias una alegoría que nos recuerda constantemente el viejo adagio Homo homini lupus, o nuestras brutalidades sobrepasan a las de las otras especies?
Por ridículo que suene, no había caído en cuenta cuánto se parecen el tigre y las tortugas, pero tienes toda la razón -aunque el tigre aparece al principio y las tortugas al final, como tortugas fieles a su esencia. Uno trata de no repetirse, y hace enormes esfuerzos para ofrecer algo diferente al lector, pero hay algo misterioso en las novelas que, incluso si las trabajas durante años, ciegan al escritor para que no vea parte del camino, en beneficio de la historia.
Somos como esos caballos que avanzan junto a un precipicio con los ojos parcialmente cerrados, como decía Strindberg. Es francamente extraordinario que luego de recorrer los escarpados paisajes de una novela seamos capaces de pretender escribir el mapa de semejante región. Pero así se hacen las novelas: paso a paso, tomando en cuenta que un paso en falso es un error mortal.
En el caso de Los minutos negros, la fábula del nahual y el tigre es un relato que Traven le cuenta a un policía sólo por divertirse, pero esa historia se queda en el alma del policía y determina las reacciones de este personaje ante el hombre que está matando niñas al azar. Está al principio de la historia, en lo que llamo "la isla de B. Traven", y es uno de los capítulos que más disfruté durante la escritura de mi primera novela.
Toda mi vida he admirado a B. Traven -no puedes ser norteño ilustrado si no has visto El tesoro de la tierra madre; y no puedes ser un mexicano auténtico si no has leído Macario y El visitante nocturno-, y toda mi vida he querido platicar con él, pero tenemos el inconveniente de que él murió un año antes de que yo naciera, así que la vida me permitió invitarlo a platicar y a contarme sus secretos dentro de mi novela: una de las mejores conversaciones que he tenido. Esa es una de las grandes posibilidades de la novela: preguntarle a un ser real o imaginado cuáles son sus secretos, y crear el espacio ideal para que nos cuente quién es.
Encuentro en tus novelas estrategias casi cronísticas: un diálogo constante con la realidad del país. Es posible reconocer a personajes y situaciones de la vida contemporánea en México. ¿Cómo ocurre este proceso de asimilación de la realidad en la ficción?
Si te refieres a los gobernadores y pesonajes semejantes que aparecen en mis novelas, prefiero caricaturizarlos que mencionarlos directamente. A las pesadillas las absorbo, al tema lo desarrollo y a los políticos los ridiculizo -no hay que hacer gran esfuerzo. El reto para un narrador de novelas o cuentos es volverlos difícilmente reconocibles, o incluso, distintos, a fin de que surja ese monstruo que necesita y es la novela.
¿Cuáles son tus novelas de aventuras favoritas?
Es curioso que lo preguntes. Hoy hice una lista de mis once villanos favoritos. En el caso de las novelas de terror, que es una forma de las novelas de aventuras, yo propondría la alineación 1-1-4-4-1:
Pennywise
Drácula
Caníbales El Horla El mono de la rue Morgue El Lobo de Caperucita
Frankestein Las momias Mujer vampiro Muerta viviente
Cthulhu
Si mis amigos de Gómez Palacio o Torreón desean saber por qué, pueden asistir a la ceremonia de entrega del premio de ensayo José Revueltas, o a la charla que daré por la noche.
Has conducido muchos talleres, ¿qué hallazgos o enseñanzas te ha dejado esa actividad?
Que si surgen de un impulso auténtico, todas las formas de la ficción, los cuentos, las novelas y los guiones de cine son un material extraño, que desobedece las leyes de la realidad -la gravitación universal e incluso la psicología y la biología la tienen sin cuidado- pero sigue fielmente una serie de reglas, basadas en la magia, que ella misma desarrolla. Todo narrador pretende hacer una sola cosa: encontrar una manera distinta de decir "Había una vez".