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Un ensayo desde el optimismo

El autor francés comparte su esperanza en la ciencia y la mujer

Conectado. Sentir que la globalización agrede, según Lipovetsky, impulsa hacia el poder a las fuerzas de la extrema derecha. (EL SIGLO DE TORREÓN)

Conectado. Sentir que la globalización agrede, según Lipovetsky, impulsa hacia el poder a las fuerzas de la extrema derecha. (EL SIGLO DE TORREÓN)

YOHAN URIBE

Se considera un optimista, inteligente, de los que cree que la capacidad de la mente humana trazará la ruta que nos ayude a salir de los problemas que enfrenta la sociedad contemporánea. El pensador francés Gilles Lipovetsky, de visita en la Feria Internacional del Libro de Arteaga en su veinte aniversario, se dio un tiempo para conversar con los lectores de El Siglo de Torreón y lo hizo acerca de diferentes temas.

Lipovetsky es autor de los celebrados ensayos La era del vacío, El imperio de lo efímero, El crepúsculo del deber, La tercera mujer, Metamorfosis de la cultura liberal y El lujo eterno (con Elyette Roux), entre otros. Es considerado por muchos como el heredero de Tocqueville y Louis Dumont. Vicente Verdú lo definió como una estrella de los analistas de la contemporaneidad.

América Latina no es Europa, es el nuevo mundo, pero mundo globalizado claro, no creo que haya que hacer una ruptura cultural, en todo caso España es Europa, y Portugal, y ambos heredaron valores culturales que hoy definen a esta parte del planeta. De alguna manera tenemos los mismos padres del pensamiento. La lengua que se habla acá y la que se habla en Brasil, son lenguas europeas. Compartimos los principales valores políticos del mundo moderno, la religión es la misma, el desarrollo económico, la libertad, la igualdad.

En el tema del desarrollo económico no se ha alcanzado el mismo nivel que Europa, pero esa es una cuestión que no toca la esencia. Las diferencias provienen de aspectos más complejos, yo no soy experto en la materia, pero lo que más tienen que ver son los modelos económicos. Por ejemplo los países del norte, colonizados por los ingleses tienen diferencias muy grandes con el resto de América, diferencias que tienen que explicar los historiadores.

Yo vengo muy seguido a América Latina, en promedio tres o cuatro veces al año, desde México hasta Argentina y Brasil, vengo muy seguido. Este año es mi cuarta visita, y he percibido que hay una gran demanda de pensamiento reflexivo, que no es inmediatamente política. Yo no soy un pensador político, en el sentido de estar comprometido políticamente, he tratado de tomar distancia para entender un poco el mundo en el que estamos. Yo acá siento una gran necesidad de la gente por encontrar orden, coherencia, un pensamiento propio en el mundo de la globalización, lo que cada vez es más complicado.

Esta complicación que están viviendo, también la viven los europeos. En América latina hay un mayor grado de corrupción, desigualdades, muchos más grandes intereses que en Europa. Creo que en los países latinoamericanos hay una percepción de que son muy diferentes del mundo europeo. Yo no estoy tan seguro de ello. En la actualidad, en Francia, se enfrenta un proceso electoral y uno de los principales temores es que por primera vez hay candidatos de extrema derecha que pueden ganar.

Si gana o no, no es el problema. Ese voto, que se le llama ahora populista, ¿de qué depende? Depende del miedo de una gran parte de la población francesa que está padeciendo la globalización como una agresión que los está llevando a un retroceso en su situación. Son los mismos factores que condujeron a Donald Trump a ganar en Estados Unidos y a Gran Bretaña a salir de la Unión Europea. Todo esto es para decir que en Europa vive una gran cantidad de personas convencidas de que el mañana es peor, cuando desde hace muchas generaciones las personas sabían que el progreso sería mejor, sabían que sus hijos iban a vivir más tiempo.

 NO ES IGUAL DE LOS DOS LADOS

Hoy, no sólo en América Latina, sino también en Europa, crece desmedidamente la pobreza, miles de personas viven de la ayuda pública; viven mejor que los pobres de las favelas de Brasil, sí, pero ya en ambos continentes, se vive con un sentimiento de frustración, de pérdida de confianza en las instituciones políticas. Yo sé que en América Latina, en todas partes, me hablan de corrupción, como en Brasil donde la corrupción se da a una escala gigantesca, eso no existe en Europa, pero el sentimiento es similar. La mayoría de las personas en Francia ya no tiene confianza en los políticos que nada más piensan en sus elecciones y no se encargan de los problemas.

Entonces sí hay diferencias, pero no sobre cómo se piensa, no hay diferencias abismales, vivimos procesos marcados por la globalización. Claro, hay países que han salido de los problemas mejor que otros, pero la paradoja es que las naciones que han tenido éxito, como Estados Unidos, tienen actualmente una población que está marcada por el miedo, la pérdida de la cultura, el temor a la globalización.

 ¿SOBREVIVIR AL PRESENTE?

Inmediatamente voy a enseñar mis cartas, soy optimista. No un optimista total, no creo que la modernidad vaya a darle la felicidad a todos, la felicidad no se fabrica, no es como llenar una botella vacía de agua, el ser humano no es así. Te puedo decir muchas cosas porque no es como que mañana te encuentres un mejor trabajo, te paguen el doble, vivas en un gran lugar; si tienes problemas con tu familia, o de salud, estás triste. Las condiciones vienen de la historia. Se puede sentir, pero no se puede producir la felicidad, Te pueden dar elementos, pero no más.

Con la globalización el centro del mundo ha cambiado, era Europa y América del Norte, ahora todo se está desplazando hacia el Pacífico, sólo con la población de China e India, serán billones de individuos, mientras que Europa tendrá 450 millones. Ahora, ¿por qué soy optimista? A pesar de todo, y éste es el primer factor, existe una transformación de la condición femenina del mundo. Si vemos la historia desde siempre está hecha por los hombres, los descubrimientos científicos, técnicos e incluso artísticos, fueron hecho por los hombres mientras que las mujeres estaban en la casa.

 REVOLUCIóN FEMENINA

Desde hace cincuenta años tenemos un cambio radical. Las jóvenes van a la universidad, estudian una carrera y muestran los mismos talentos. Aspiran no sólo a ser mamás, sino a aportar al mundo, si tomamos este fenómeno en una escala estratosférica, porque hay que observarlo a ese nivel, esto quiere decir que para el futuro la mitad de la población del planeta entrará en el ciclo creativo de la historia, un lugar al que sólo entraban los hombres.

Las mujeres se están volviendo protagonistas y van a estar en laboratorios, en organismos de investigación, en la medicina, en todas partes, hay un poder de invención y de riqueza que hay que multiplicar por dos, es enorme.

En segundo lugar soy un hombre de las luces, lo reconozco. Hoy el racionalismo no tiene buena fama, es criticado, pero, yo no veo otra salida. Hay excesos que hay que controlar, pero sin racionalismo, sin ciencia, sin búsqueda, sin innovación, ¿qué futuro vamos a tener? En 2070, casi mañana, el planeta tendrá más de nueve billones y medio de habitantes, ¿cómo vamos a resolver ese problema?

 ¿ALGUNA SOLUCIÓN?

Con todo el cambio climático, las materias que están en descomposición, hay un desafío planetario. Es inevitable, con las leyes de la demografía, que enfrentemos una crisis. Creo que no hay otra solución que invertir en la innovación, la inteligencia, las universidades, los laboratorios, descubrir cómo vamos a sacarle provecho a la inteligencia para desarrollar una economía virtuosa, con energías renovables. Necesitamos construir una transición energética, necesitamos una revolución en la economía y las formas de producción.

Se puede. No lo hacemos porque hay intereses económicos, técnicamente sabemos hacer muchas cosas. Por ejemplo, el Sida, cuando llegó en los años ochenta era una epidemia horrible, cuando leíamos los reportes de los investigadores se decía que era una pandemia y que tal vez en cincuenta años podría haber una solución, y se ha logrado más rápido de los pensado. Ya nadie muere de Sida, la ciencia, la tecnología tienen un poder que ni siquiera hemos imaginado.

Vemos como Internet y los nuevos dispositivos han cambiado nuestra vida en tan pocos años. Podemos trabajar desde la casa, comunicarnos en tiempo real desde cualquier parte. Actualmente, la mitad de la población mundial vive en las ciudades mientras que antes estaban en el campo, por eso hay ciudades como la capital de México.

Sabemos hacer las cosas mejores, tanto en materia de energía como de transporte y arquitectura, pero no queremos superar las barreras económicas. Sí, tenemos muchos problemas como sociedad, el Estado Islámico, el terrorismo fundamentalista, pero sinceramente eso no me preocupa tanto, porque los países árabes son a los que menos les conviene.

 TERRORISMO, PROBLEMA FUNDAMENTAL

Nos afecta a todos porque genera miedo, pánico, terror. Yo creo que el siglo XXI debe ser el siglo del conocimiento, de la ciencia, las escuelas y no de las religiones. La religión es algo de fe, personal, pero, para mí, cuando quiere encargarse de cosas públicas es un desastre. Los grandes valores de la región, el amor, la bondad, los valores, están muy bien, sólo que no son los que van a resolver los problemas de la humanidad. Éstos cada día dependen más de la inteligencia tecno-científica y de lo político, aun cuando la política sea un problema porque ya no creamos en ella o, mejor, en quienes la ejercen, pero ahí están los retos para el siglo XXI.

Para leer

Bibliografía de Gilles Lipovetsky.

⇒ El imperio de lo efímero.

⇒ El crepúsculo del deber.

⇒ La tercera mujer.

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