Siglo Nuevo

Un parásito milenario

La solitaria que se pega a la humanidad

Foto: Rj Galindo

Foto: Rj Galindo

FABIO PÉREZ VÁZQUEZ

Los antecedentes históricos de esta infección se remontan hasta el antiguo Egipto y la Grecia clásica. Desde aquellos tiempos ya se sabía de la existencia de estos gusanos que se parecían a listones.

La teniasis es una infección intestinal causada por un gusano. Si bien tres especies de cestodos la causan, solamente la Taenia solium, también conocida como “solitaria”, provoca graves problemas de salud.

El padecimiento está asociado a una baja situación socioeconómica, zonas menos desarrolladas donde el higiene no es el ideal empezando por las carencias de servicios básicos como agua potable y drenaje.

La convivencia del gusano con las personas es conocida desde la antigüedad. Se trata de un parásito hermafrodita que alcanza a un individuo cuando ingiere quistes larvarios de tenia, conocidos como cisticercos, que abundan en la carne de cerdo poco cocinada.

La teniasis se presenta cuando la T. Solium se establece en el intestino. En su fase adulta, el gusano mide varios metros de longitud. En el extremo anterior de su cuerpo se encuentra la cabeza y los ganchos que le permiten adherirse al intestino.

Los infectados presentan síntomas vagos. Los signos que a veces afloran incluyen dolor abdominal, diarrea o estreñimiento, náuseas, sensación de hambre (bulimia) y prurito anal. También ponerse mal de los nervios, padecer insomnio y un aumento del apetito combinado con pérdida de peso. Las manifestaciones, muchas veces leves y nada significativas, suelen aparecer a los dos meses de la ingesta de carne infectada, ese es el tiempo que el gusano tarda en desarrollarse completamente en el intestino.

Los síntomas se mantienen hasta que la lombriz muere gracias al tratamiento. Sin ayuda de medicamentos, la estancia de este alargado agente se extiende por años.

DIAGNÓSTICO

Se realiza por medio de exámenes coproparasitoscópicos (análisis de la materia fecal que sirve para detectar parásitos intestinales) y raspado perianal (para encontrar huevecillos).

Estos esfuerzos, sin embargo, ofrecen la desventaja de que no tienen la confiabilidad deseada y no siempre distinguen entre T. solium y T. saginata, otra especie que es menos importante desde los puntos de vista clínico y epidemiológico.

En las muestras de materia fecal también se emplea la técnica ELISA que detecta gérmenes agresores.

Sin embargo, la comunicad científica tiene claro que no hay pruebas diagnósticas adecuadas para la teniasis y otros dos males que de ahí se originan: la cisticercosis y la neurocisticercosis.

La presencia de la solitaria no es una enfermedad grave por sí misma ya que el daño a la mucosa producido por los ganchos suele ser mínimo. Aunque es muy raro, debe mencionarse que puede haber una perforación de la pared intestinal capaz de ocasionar la muerte de la persona.

La T. Solium tiene una capacidad de multiplicación de consideración. Los portadores son, sin saberlo, los principales causantes de que pase a otras víctimas. En la materia fecal de quienes son sus anfitriones se liberan huevecillos que contaminan el medio ambiente.

La cisticercosis comienza cuando los huevecillos adquiridos se abren y penetran la pared intestinal dirigiéndose a tejidos y órganos en los que acaban por alojarse

El número, la ubicación, y la reacción inflamatoria que provocan son factores que impulsan la aparición de síntomas como cefaleas, vómitos, convulsiones, problemas de la vista, alteraciones de la memoria y de la conciencia, trastornos motores y sensitivos. El periodo de incubación es variable y el organismo que los contiene llega a mantenerse asintomático por varios años.

La presencia de cisticercos en el sistema nervioso central está vinculada con anomalías neurológicas que reciben su propia denominación: neurocisticercosis (NC). El sello característico de este mal son los ataques epilépticos.

La Organización Mundial de la Salud consigan que la T. Solium es la causa del tres de cada diez casos de epilepsia en zonas endémicas donde hay cerdos en libertad cerca de donde viven las personas. En todo el mundo hay 50 millones de individuos que padecen epilepsia y más del 80 por ciento viven en países situados en la parte baja de la tabla de ingresos.

Para el diagnóstico de NC se llevan a cabo estudios de neuroimagen.

/media/top5/SNsalud.jpg

La autoridad recomienda a los porcicultores vacunar a sus cerdos a partir de 45 días de nacido. Foto: SENASA

TRATAMIENTO

La ciencia médica receta un antiparasitario llamado praquinzel (antiparasitario) o bien niclosamida (para tratar infestaciones) en una sola dosis.

La batalla contra la neurocisticercosis no es tan simple dado que eliminar los quistes larvarios produce inflamaciones. Es común que sea necesario administrar un tratamiento prolongado en el que se combine el medicamento para eliminar los agentes nocivos con complementos para los síntomas como corticosteroides (hormonas para reducir el estrés causado por enfermedades) o antiepilépticos. En casos extremos es necesario entrar a quirófano. Esto sucede, por ejemplo, cuando los productos larvarios se mueven hasta los ojos y provocan dificultades visuales.

La mejor forma de tratar con estas afecciones es la prevención. Cumplir con esa anticipación sanitaria requiere que se instrumenten en el seno de la sociedad programas de educación sanitaria, mejoras en los servicios básicos de la población, así como acciones de detección oportunas para evitar los contagios por la liberación de huevecillos en el entorno.

En cuanto a las medidas veterinarias, son indispensables la vacunación de los porcinos y una cría de estos animales apegada a controles de calidad.

A las autoridades les corresponde realizar una inspección adecuada de las carnes destinadas al consumo humano y del procesamiento de productos cárnicos.

Las personas deben seguir recomendaciones como evitar comer carne cruda o poco cocida y mantener buenos hábitos de higiene.

Los antecedentes históricos de esta infección se remontan hasta el antiguo Egipto y la Grecia clásica. Desde aquellos tiempos ya se sabía de la existencia de estos gusanos que se parecían a listones.

A inicios del cristianismo se utilizaban semillas de calabaza (recurso expulsor de lombrices intestinales que persiste hasta nuestros tiempos) para tratar la teniasis.

La cabeza del gusano fue descubierta en 1683, pero transcurrieron dos siglos antes de que se pudiera conocer a detalle la anatomía de este parásito, así como su organización.

Correo-e: dr.fabioperez@hotmail.com

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Foto: Rj Galindo

Clasificados

ID: 1355527

elsiglo.mx