Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

UNA VISITA A UN ASILO DE ANCIANOS / ii

(Segunda y última parte)

Tan sólo en tres asilos de ancianos he estado en toda mi vida: en varias ocasiones, en uno ubicado en Del Río, Texas, a donde fueron a pasar los últimos días de su vidas dos personas muy queridas, el tío Mauro (*30-12-1903), hermano mayor de la Familia Rodríguez Galván, a la que perteneció mi madre, así como su esposa, la querida tía Natalia (*14-01-1914), después de vivir durante muchos años solos en su hermosa casona en Odessa, Texas, tiempo más tarde, cuando ya no pudieron valerse por sí mismos, estuvieron con dos de sus hijas, sin embargo, ambas se rindieron ante tarea tan agotante, hasta que finalmente fueron ubicados en uno de esos lugares que se conocen como Nursing home, donde terminaron sus últimos días, primero él, poco después ella.

Habían tenido nueve hijos, de los cuales ocho llegaron a la edad adulta, y aun cuando en el país vecino es muy común que esto suceda en estos casos, para sus hijos de origen mexicano no fue nada fácil tomar tal determinación. Afortunadamente, disfrutaban de una buena pensión que les hacía llegar el gobierno, de tal manera que ese ingreso cubría la atención que recibían en dicho lugar, por lo que económicamente no fueron una "carga" para sus hijos.

Lo bueno en este caso es que ambos eran visitados constantemente tanto por sus hijos, nietos y bisnietos, así como por algunos de los hermanos que aún sobrevivían; eran también visitados por muchos de sus sobrinos, que les profesábamos un gran cariño, mismo que les demostramos hasta acompañarlos a entregarlos a nuestra amada madre tierra, primero a doña Natalia (+01-04-1992) y muy pocos meses después, (+30-11-1993) a su amado esposo, el tío Mauro.

Otro asilo que visité en algunas ocasiones fue el edificio que durante muchos años ocupó el Hospital Asarco en Nueva Rosita, Coah., lugar donde había trabajado durante poco más de 11 años en sus oficinas administrativas, y que al entrar el Seguro Social a ese mineral, fue entregado a un grupo de damas altruistas que convirtieron una parte del mismo en un asilo de ancianos, ocupando tan sólo parte de su construcción más "moderna", ya que mucho del mismo tuvo que ser demolido por ya no considerarse seguro el lugar; lo visitaba para observar en lo que se habían convertido lo que fueron los múltiples consultorios médicos, las oficinas administrativas, el laboratorio e incluso lo que había sido el almacén de drogas y la farmacia del mismo y no dejaba de entristecerme al ver en lo que se había convertido el lugar donde había pasado prácticamente toda mi juventud y los inicios de mi edad adulta. Nada es para siempre, recuerdo haberme repetido, y efectivamente así es: "Nada es para siempre".

El tercer asilo para ancianos fue ya en esta ciudad, a donde me invitaron a que les diera a las señoras que allí se encontraban una plática sobre los problemas ginecológicos a los que muy seguramente ya se estaban enfrentando, y que haciendo honor a la verdad, "no le pusieron mucha atención", pues su estado de conciencia ya era muy deficiente; sin embargo, por una de las custodias supe que una de ellas ya presentaba signos clínicos para pensar que estuviera cursando con un cáncer de su matriz. No fue posible corroborarlo, ya que no se contaba ni con una mesa de exploración ginecológica, mucho menos con el instrumental necesario para estos casos.

He visitado en varias ocasiones la Casa de Ancianos "Dr. Samuel Silva" tan sólo para entregar algunas cosas que pudieran ser utilizadas por las personas que allí viven; sin embargo, se percibe como un lugar mucho más equipado y manejado por religiosas, que seguro estoy, les brindan una mejor atención tanto física como espiritualmente.

Como lo menciona don Higinio en su artículo, muchos de estas personas fueron llevadas a esos lugares por sus familiares, a petición de ellos mismos, y la mayor parte fueron llevados allí en un acto de caridad, sobre todo por parte del DIF, y son personas que se encontraron deambulando por la ciudad y aun cuando fuéramos muy insensibles no dejan de impactarnos estos casos, ya que nos hace reflexionar que no nos gustaría que nuestros padres hubieran terminado en alguno de esos lugares, y mucho menos olvidarnos de ellos, y a un futuro no muy lejano, por qué no mencionarlo, que uno mismo pudiera terminar en uno de ellos, y aun cuando así fuera, por el hecho de recibir una pensión decorosa, esto haría que se buscara una casa para adultos mayores con muchas mayores comodidades y personal preparado ex profesamente para el cuidado de este tipo de personas, donde tal vez se les permita que sigan llevando a cabo su vida normal, es decir, salir del lugar en su propio automóvil, de ser esto posible para que ellos continúen con la vida social que llevaban hasta antes de haberse recluido en esos lugares; tal vez en nuestra región aun no haya estos lugares, podríamos decir, más al alcance económicamente de muchas personas, como sé que existen ya en otras ciudades del país, y es así que nuevamente vuelvo a mencionar a la ciudad de Orizaba que se está especializando en estos casos y que puede ser la mejor opción tanto para el adulto mayor y sus familiares y que en ninguno de ellos, sobre todo los hijos, quede cargo de conciencia, pues como más arriba lo menciono el manejo de nuestra, de vuestra vejez es responsable de cada uno de nosotros, de cada uno de vosotros y desde los años mozos, desde los principios de nuestra adultez, debemos planear el final de nuestras vidas, aunque si llegamos a pensarlo, diríamos que aún faltan muchos, pero muchos años para que se llegue a ella (Octubre del 2017).

 UNA VISITA A UN ASILO DE ANCIANOS / II Por: Dr. Leonel Rodríguez R.

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1399412

elsiglo.mx