Como lo habían adelantado nuestros subagentes en este mismo espacio, la guerra sucia entre los candidatos con mayores posibilidades de triunfo ha aumentado su intensidad en esta segunda mitad de las campañas. La estrategia, por el momento, parece encaminada a difundir audios de llamas comprometedoras, como los que supuestamente evidencian la compra de votos a través de tarjetas en el equipo del panista Guillermo Anaya o sus presuntos nexos con el empresario detenido en Estados Unidos, Guillermo Flores Cordero; o los que presuntamente exhiben el talante revanchista del priista Miguel Riquelme al ordenar investigar si un grupo de críticos y criticones están al corriente con sus pagos de impuestos y servicios.
Estas grabaciones, como era de esperarse, han dado rienda suelta a todo tipo de comentarios y han obligado a los propios aludidos a dar la cara para negar, matizar o deslindarse de lo que se les acusa. Lo extraño del asunto es que son muy pocos los que se preguntan cómo fueron obtenidas dichas grabaciones, porque es obvio que alguien con ciertos medios tecnológicos puso los pajaritos en el alambre en ambos casos. Y aún más, a nadie parece asombrarle ya que se presente con tal frecuencia y naturalidad una práctica que es a todas luces ilegal y que tiene un nombre muy preciso: espionaje político. En el caso de don Memo, siendo opositor al régimen, se entiende (ojo, no se justifica) que lo tengan “pinchado”, como dicen, y que en momentos oportunos le saquen estos trapos sucios, como está ocurriendo, puesto que es el principal rival del candidato oficial. En el caso de don Miguel, resulta por demás intrigante que siendo alcalde alguien lo estuviera espiando, ya que, como se sabe, quienes tienen los mayores recursos para llevar a cabo ese tipo de prácticas de “inteligencia” son los gobiernos, en este caso el estatal y el federal, ambos de extracción priista, como el ahora candidato. Entonces la intriga se convierte en interrogante: ¿será que desde el Palacio Rosa o de Los Pinos volaron los pájaros que se posaron sobre esos alambres? O ¿será que fueron criados dentro del edificio más caro de la ciudad? De ser así ¿quién o quiénes, desde los tres niveles de gobierno, le están poniendo piedras en el camino a don Miguel?
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Si algo dejó en claro el segundo debate realizado en Torreón es que la mayoría de los candidatos está más preparado para atacar que para vender y confrontar sus ideas y propuestas. Y es que en medio de un mar de promesas que hoy difícilmente alguien recuerda por lo escasamente sustancioso de las mismas además de la retórica añeja utilizada para exponerlas, las descalificaciones personales fueron bastante más subidas de tono que en el debate pasado. Adjetivos como “extorsionador”, “explotador de trabajadores”, “mentiroso”, “amigo y compadre de delincuentes”, “comadre”, “equipero”, “empleado”, “cargamaletas”, “tapadera” y demás lindezas, fueron lanzadas al aire sin más afán que el de intentar demostrar quién es el que está más embarrado de inmundicia y, por lo tanto, quién es el menos apto para gobernar. Es decir, un nivel de debate de república bananera. Pero más allá de esta lamentable exhibición, varias actitudes de los candidatos llamaron la atención. El más atacado, por supuesto, fue Miguel Riquelme, por ser el candidato oficial y el rival a vencer. Quienes más lo atacaron fueron, en ese orden, Guillermo Anaya, José Ángel Pérez, Armando Guadiana y Javier Guerrero. Lucho Salinas, prácticamente sólo golpeó al gobierno de Rubén Moreira, intentado quitarse el estigma de ser proveedor, y Mary Telma Guajardo enfocó sus baterías en Anaya y el llamado “PRIÁN”. Llamó la atención que Pérez ahora no arremetiera contra Guadiana, cosa que podría anunciar un acercamiento para el cierre de las campañas. Por su parte, el candidato de Morena agarró parejo con Anaya y Riquelme, mientras que Guerrero se enfocó ahora más en el priista, dejando prácticamente intacto al panista, lo que pudiera pronosticar también algo. Y por supuesto que don Miguel también soltó golpes, la mayor parte de ellos contra don Memo, aunque también tuvo para don Javier y don Armando. En resumidas cuentas, se trató de una especie de “Royal Rumble” que organiza la WWE, es decir, la principal empresa de lucha libre de los Estados Unidos. Todo un circo romano en el que sólo les faltó que se sacaran la lengua.
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No muy lejos de este espectáculo presentado en el Teatro Nazas, se llevó a cabo otro a la misma hora en la Plaza Mayor: el concierto de Mijares, quien deleitó con su pujante voz a las miles de mamás que se dieron cita para festejar por adelantado su día. Salvo la extraña coincidencia de horarios con el debate, a simple vista este acontecimiento no tendría nada de extraordinario. Sin embargo, nuestros subagentes disfrazados de “soldados del amor” nos reportan que la organización corrió por cuenta del DIF y de una asociación civil, la cual, dicen, fue la que puso la mayor parte de los recursos para traer al cantante. Usted se preguntará, con justa razón, ¿de dónde para organizar un concierto así si de todos es sabido que las asociaciones civiles del estado no son la cornucopia en recursos monetarios? Pero es que la asociación de referencia, de nombre “Mil Sueños”, no es cualquier asociación, ya que, según dicen, cuenta con la venia y bendición de la mismísima Carolina Viggiano Austria, diputada federal priista, presidenta del DIF Estatal y primera dama de Coahuila. Para que se dé una idea, quien preside esta AC en Coahuila es nada más y nada menos que Luly Quintero, regidora con licencia de Torreón y candidata a diputada local del PRI en el distrito VIII, de quien se sabe que guarda una estrecha amistad con doña Carolina. Y de acuerdo con el reporte de los subagentes, quienes distribuyeron los miles de boletos de cortesía para el concierto fueron los mismísimos candidatos del tricolor, en un afán por agradar y apapachar a la clientela. Y aunque se supone que el acto, de carácter público, debería estar ajeno a todo manejo proselitista o propagandístico, como marca la ley, resulta que, casualmente, por la Plaza Mayor deambularon varios ciclistas que, muy organizados y uniformados, llevaban en sus vehículos una bonita lona con el rostro sonriente del candidato Miguel Riquelme. Claro que ellos dijeron que sólo iban pasando por ahí y que por ningún motivo se trataba de algo orquestado. Al final, del concierto salieron varias asistentes harto molestas porque, aunque habían llegado muy temprano para ganar buenos lugares muy cerca del escenario, apunto de iniciar el recital se acercó un grupo de organizadores para decirles que, con la pena, pero que se tenían que mover a las filas de atrás. Cuando sorprendidas preguntaron la causa, la respuesta fue que esos lugares estaban reservados para distinguidas funcionarias que estaban por hacer su arribo. Sin más asunto que obedecer, las mujeres, algunas de edad avanzada, tuvieron que mudarse de asiento para ceder su lugar a las ciudadanas de primera, no sin reclamar que “como somos proletarias, nos quitaron”. Y por ahí se oyó también una voz anónima que dijo: “a ver si nos vemos el cuatro de junio”. Sin duda, faltó tacto y, como dicen, “timing” a los organizadores.
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El que parece no encontrar su lugar en esta campaña es el candidato de Morena, Armando Guadiana Tijerina, a quien en el debate lo vimos y escuchamos decir, entre sus clásicas bromas, que fue investigado quién sabe cuántas veces por lavado de dinero y que salió más limpio que una virgen. Algo así como lo que ha dicho el Profe Humberto Moreira, pero con más enjundia y gracia. Resulta que antes del show del debate, don Armando se fue a velar armas nada menos que al Campestre de Torreón, uno de los santuarios más reputados de la burguesía local, en compañía del aspirante morenista a la alcaldía, Willy Gutiérrez del Bosque, y algunos connotados empresarios laguneros que han visto en la Morena del Peje la tercera vía para, dicen, salvar al país de la catástrofe luego de apostarle en reiteradas ocasiones a otros partidos. Llama la atención este hecho porque, independientemente de que Guadiana presuma ser un exitoso empresario ganadero y minero, el partido que lo abandera se ha asumido como el gran reivindicador de los excluidos del desarrollo económico, es decir, de las clases bajas, cosa que parece no cuadrar mucho con el perfil de los gustos del suspirante. ¿Qué pensaría el austero López Obrador? Pero, además, a don Armando le ha dado por placearse en los eventos deportivos para saludar a la gente pero sobre todo para que lo vean, cosa que han hecho otros candidatos. A Guadiana se le ha visto en los toros del otro lado de la frontera estatal, en Lerdo, porque aquí en Coahuila ya es sacrilegio eso de la fiesta brava, y recientemente en el Estadio de la Revolución, en un partido de los Vaqueros, equipo con el que seguramente se identifica por aquello del gusto de usar sombre texano. La anécdota es que, para ganarse al respetable en la tribuna, el candidato morenista tuvo que disparar una ronda de cervezas a un grupo de aficionados que le gritaban insistentemente. Lo que hacen los candidatos por agradar a la raza.
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En donde dicen que se presentó otro espectáculo fue en las afueras de la sede del Consejo General de Instituto Nacional Electoral en la Capirucha del Esmog el miércoles pasado hasta donde acuedieron la dirigente estatal del PRI, Vero Martínez, y el presidente de la Fundación Colosio y máximo operador político de la entidad, David Aguillón para denunciar al panista Guillermo Anaya por desarrollar un esquema de tarjetas para la compra de votos, o sea, aplicar todo lo que le ha aprendido al PRI. Lo curioso es que esta denuncia no es nueva, ya la habían presentado los priistas justo antes del primer debate, es decir que ahora repitieron la dosos para el segundo encuentro. Pero lo más curioso es que los representantes del PAN en el Consejo del INE ya estaban preparados para defenderse de las acusaciones que se supone los representantes tricolores iban a lanzar en la sesión de esta semana pero, oh sorpresa, el punto nunca fue tocado porque, dicen, la denuncia no llegó. O sea que, según los subagentes, doña Vero y don David armaron todo un show sólo para las cámaras. O tal vez estén juntando más pruebas para presentarlas, ahora sí, la próxima semana.