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Violencia obstétrica: deuda pendiente con las mujeres

De 100% de casos que recibe la CNDH, ni siquiera 30% termina con recomendación

Violencia obstétrica: deuda pendiente con las mujeres

Violencia obstétrica: deuda pendiente con las mujeres

AGENCIAS

Lo preguntó varias veces: "¿Está muerta?", el silencio fue la respuesta. Diana no tuvo noticias hasta que se registró el cambio de turno en el Hospital General "Dr. Rodolfo Antonio de Mucha Macías" -conocido como el Hospital Venados-, en la Ciudad de México. Fue entonces cuando le informaron que su hija no tenía latidos. Luego escuchó a una doctora decirle: "Ay, así son las cosas". Como "no era un caso de urgencia", la mantuvieron 10 horas con su hija muerta en el interior de su vientre, en una sala donde vio a niños recién nacidos llorando. "Y yo sin poder hacer nada. En ese momento sólo pensaba: 'Ojalá me hubiera muerto también en la cesárea, ojalá no estuviera aquí'".

El desarrollo de su embarazo fue normal hasta la semana 33 de gestación, en la que detectó disminución del movimiento de su bebé. Al presentarse en la clínica familiar que le correspondía del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), le dijeron que no había nada extraño, excepto "una circular", sin explicarle a qué se referían, lo que la dejó intranquila.

Su médico familiar la refirió al área de Urgencias, en el Hospital Venados, donde la recibieron con regaños. El maltrato se incrementó: realización del tacto sin su permiso y de forma agresiva, además del retraso de un ultrasonido urgente que le practicaron seis horas después y a gritos: "¡Cómo es posible que nos hagas perder el tiempo, tu hija se está moviendo!". Diana no podía distinguir, porque la obligaron a quitarse los lentes.

Al ser trasladada al área de tococirugía -donde están las mujeres en labor de parto- tuvo que hacer fila de pie junto a otras; esperaban a que una cama o una silla se desocupara. El personal le realizó pruebas de cinturones -para monitorear el ritmo cardiaco de su hija, a quien llamaría Paula María- sin explicarle los resultados. Al otro día, le anunciaron que entraría a una cesárea de emergencia sin darle razones. La rasuraron y vendaron, pero a las dos horas el médico decidió cancelar la intervención diciéndole: "Tu bebé aún está chiquita, es mejor que se quede en la panza las semanas que le faltan". Así que la subieron a piso y a las pocas horas, recuerda Diana, sintió "un jalón súper fuerte en la panza" y cree que en ese momento su hija sufrió un paro cardiaco y murió. A los 10 minutos la revisaron y no detectaron el latido de la niña. Diana entró en estado de shock. "No sabía si llorar, gritar, preguntar".

Como pudo, reaccionó y preguntó varias veces: "¿Está muerta?", pero nadie respondía. No tuvo noticias hasta el cambio de turno, cuando le corroboraron que su hija no tenía latidos.

Para expulsar el cuerpo de su hija, el médico insistió en un parto, pero ella le dijo que prefería una cesárea, porque no podía concebir la idea de parir a su hija sin vida. "Si existe el infierno es pasar por la muerte de un hijo y que no piensen en tu dolor. Están tan insensibles que no les importa, eres una más y ya".

El médico no cambió de opinión, aunque Diana le repetía: "No puedo parir a mi hija muerta, no me pida que haga eso". Le dijeron que no había opción, hasta que indicó que por una malformación que tenía en el brazo no podía pujar y como no tenían su expediente, prefirieron no arriesgarla. Sólo pudo ver a su hija antes de que se la llevaran los servicios fúnebres, a los que no pudo asistir.

Diana ignoraba que había sido víctima de violencia obstétrica, que aqueja a 33.4% de las mexicanas de 15 a 49 años que tuvieron un parto de 2011 a 2016, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre las Dinámicas de las Relaciones en los Hogares del Inegi. También desconocía que la Ciudad de México se encuentra dentro de las cinco entidades con más incidentes en el parto, junto a Querétaro, Morelos, Tlaxcala y el Edomex.

La violencia obstétrica, que enfrenta una de cada tres mujeres en México, es definida por el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) como una forma específica de violencia que constituye una violación a los Derechos Humanos. Se genera en el ámbito de la atención obstétrica en servicios de salud públicos y privados, consiste en cualquier acción u omisión del personal del Sistema Nacional de Salud que cause un daño físico o sicológico a la mujer durante el embarazo, parto y puerperio, que se exprese en la falta de acceso a servicios de salud reproductiva, un trato cruel, inhumano, degradante o un abuso de medicalización, menoscabo de su capacidad de decidir con libertad e información sobre procesos reproductivos.

En su caso, Diana inició un procedimiento de reclamación de indemnización por responsabilidad patrimonial del Estado en contra del IMSS. La institución de salud pública no ha dado resolución a ésta.

CNDH: IMSS lidera quejas

Las instituciones que ocupan los tres primeros lugares por número de incidentes son el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), otros hospitales o clínicas públicas y los Centros de Salud. En el IMSS 40.8% de mujeres reportaron malos tratos durante su proceso de atención.

Otro caso es el de Liliana, originaria de Quintana Roo. Como Diana, también fue víctima en 2013, durante su estancia en el Hospital General de la Zona Médica Familiar 1 del IMSS. El médico le dijo que tendría un parto natural y la dejó a cargo de un residente, lo que la hizo sentirse abandonada. Después de dos horas, su dilatación se estancó y al cambio de turno llegó un nuevo médico que mostró "una actitud muy áspera, grosera y tajante", relata.

Al revisar su expediente, le dijo que le haría una cesárea y cuando preguntó por la posibilidad de un parto natural, se negó, respondiéndole: "Si quieres esperarte, me voy a dar vueltas para revisar a todos mis pacientes. Si en media hora en que yo regrese tu bebé tiene sufrimiento fetal es tu responsabilidad". Por miedo, Liliana accedió.

Recuerda que el anestesiólogo la "trató como una res, sin consideración" al ponerle la anestesia raquídea. La cesárea duró 14 minutos, pero el dolor acompañado de fiebre no cedía y aun así la dieron de alta. Dos días después regresó por los mismos síntomas y la atendió el mismo doctor, que alegó no encontrar su expediente. Liliana dice: "[En el IMSS] son como una mafia en la que se cubren todos".

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