La vida se va en un suspiro. Un día queremos comernos al mundo y al día siguiente podríamos estar empacando víveres en un súper mercado por unas monedas, con unos 50 años más.
¿En qué momento envejecemos?
Ayer, murió Yordano Ventura en un accidente de tránsito en su tierra natal. El pitcher de los Reales de Kansas City pasó de ser un albañil sin estudios a estrella en las Grandes Ligas. Y aunque aún faltan detalles por aclarar sobre su trágico desenlace, lo inevitable es la pérdida irreparable de una vida.
Tenía 25 años de edad.
El 28 de noviembre pasado, murieron en un accidente áereo 19 jugadores de un equipo de futbol desconocido para muchos. Hoy, el Chapecoense ha ganado simpatizantes por todo el planeta, más allá de las fronteras de su pequeña ciudad de 200 mil habitantes.
En ese vuelo maldito, se fueron también las vidas del director técnico, el presidente del equipo, varios comunicadores, personas allegadas, invitados...
Solo tres jugadores sobrevivieron a la tragedia; uno perdió una pierna después.
El sábado pasado, Chapecoense volvió a la cancha. El portero amputado Jackson Follmann levantó el trofeo de campeón de la Copa Sudamericana, la que iban a disputar un día después del accidente contra el Atlético Nacional.
Follmann no pudo evitar las lágrimas al recordar a los compañeros de equipo que faltaban en el estadio. Junto a él, Neto y Alan Ruschel (los otros dos sobrevivientes), sus familiares, más de 20 nuevos integrantes del "Chape" y 20 mil aficionados en las tribunas.
La vida es así. Desde que llegamos al mundo tenemos fecha de caducidad.
Y aunque no sabemos cuándo, sabemos que se nos ha dado una oportunidad para no pasar por la vida sin dejar huella. Trascender, de alguna u otra forma. Si no, ¿entonces a qué vinimos?
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