El torneo se terminó para Santos Laguna y la verdad es que ya hasta flojera me da hablar del tema. Los Guerreros no han sido protagonistas en el Apertura 2017, así de simple. Actualmente, ocupan la posición 13 en la tabla (gracias a triunfos consecutivos ante Necaxa y Querétaro), con 16 puntos sumados y 9 aún por disputar.
Vamos a suponer que Santos gana los tres partidos que le quedan pendientes (Monterrey, Pumas y América), llegaría a 25 puntos y, así como está la tabla ahorita, se pondría en el sexto lugar de la clasificación; es decir, liguilla.
Para eso, los equipos que quedaran abajo del Santos (Necaxa, Toluca, Cruz Azul y Atlas) tendrían que NO ganar todos los puntos que disputaran. Es complicado.
O sea que matemáticamente, Santos no está eliminado, pero por probabilidad, está casi fuera. Claro, mientras haya una "luz", el equipo debe salir a pelear. Es lo mínimo que les queda por hacer.
Me tocó ir a dos partidos al estadio en miércoles consecutivos, ambos fueron triunfos para los laguneros. Ambos ante el Necaxa.
En el segundo de esos encuentros, se jugaba el torneo de la Copa MX. Acompañé a un par de visitantes de Saltillo, aficionados al balompié y ávidos por disfrutar un espectáculo de Primera, algo de lo que no gozan en la capital.
Como buen anfitrión, mi deber era contextualizar a los foráneos con lo que presenciábamos. Nombres, fechas, referencias, de la ciudad y el equipo de casa.
"¿Cómo anda el Santos en la Liga?", pronto me preguntaron. Y de pronto llegó a mí ese espíritu de identidad.
"Miren, en esa esquina acomodan a la 'porra'. En los partidos 'buenos', se llena todo ese espacio", les comentaba señalando a La Komún.
"Ese que se levantó es Rafa Figueroa, el auxiliar. Me tocó entrevistarlo antes de que debutara en Primera División".
"En partidos de Liga, los boletos para los lugares donde estamos sentados llegan a costar alrededor de mil pesos, cuando viene el América".
"Siempre que voy al baño, que por lo general solo una vez por partido, meten gol".
Y mi último comentario se volvió ley; el primer grito del respetable en el Corona anunciaba la llegada de su majestad al moderno inmueble... y me tocó escucharlo a la distancia.
Mis acompañantes disfrutaron del encuentro y celebraron los goles, pese a no ser santistas. Quizá por ese afán que tenemos los humanos de sentirnos parte de algo, aunque en la casa albiverde, los colores cada vez parecen más ajenos.
En el partido de Liga ante Rayos, por ejemplo, el negro del uniforme indicaba elegancia, pero muy lejos de la tradición. El espíritu guerrero se desvanece.
Tal vez sea eso lo que le falta al equipo: identidad. Un sello. Algo que distinga a los laguneros. Un símbolo que de nuevo logre la conexión del campo hacia la tribuna.
Octubre, el mes de lunas bonitas y el deporte a todo su esplendor, con una Serie Mundial de beisbol de lujo y una liguilla que se les escapa a los laguneros.
Y es el Rey de los Deportes el que pone ahora la muestra, con ese "bateo oportuno" que tanto le hace falta a veces a los dirigentes en casa.
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