Siglo Nuevo

Armonía binacional en cinco tiempos

Nacieron bilingües y así cantan

Gina Chavez. Foto: Kosson Talent

Gina Chavez. Foto: Kosson Talent

IVÁN HERNÁNDEZ

El panorama musical estadounidense se está nutriendo con estos grupos y vocalistas que no ejercen el spanglish sino que retoman la lengua de sus antepasados y la adaptan al discurso musical de su tierra natal, o ejecutan en inglés, pero con resonancias de culturas del sur.

Los siguientes grupos tienen varias características en común: son encabezados por (cuando no formados únicamente con) mujeres, son originarios de Estados Unidos, tienen raíces mexicanas, y cantan en español.

En las estaciones radiales de este lado del Bravo su música es prácticamente inexistente. En la Unión Americana, sin embargo, ganan cada vez más espacio y presencia gracias a la calidad de sus composiciones, letras y ejecución.

Quizá los casos más emblemáticos sean los de bandas como Y La Bamba o Fémina-X, pues ellas incursionan en el rock, campo donde el dorado del respeto y la veneración suele bañar los nombres de agrupaciones y cantantes masculinos.

Hay casos menos estridentes como el de Gina Chavez, ya con dos discos y reconocimientos en su haber, o el de Sin Color, un dueto de reciente creación en proceso de amasar seguidores gracias a su canal en YouTube.

Y qué decir del ejercicio de mariachi con fusiones hecho por las integrantes de Flor de Toloache o del performance de Leah Gallegos, líder de Las Cafeteras, cuyo instrumento usual tiene bíblico registro.

El panorama musical estadounidense se está nutriendo con estos grupos y vocalistas que no ejercen el spanglish sino que retoman la lengua de sus antepasados y la adaptan al discurso musical de su tierra natal, o ejecutan en inglés, pero con resonancias de culturas del sur, o bien consiguen moldear una propuesta que no se parece en nada a las dos opciones previas ya que se decantan por la tradición o por la experimentación a rajatabla.

Los nombres que aparecen a continuación combinan, pero no mezclan, los dos idiomas y son evidencia de que incluso en el arte de los instrumentos hay sonidos y posturas binacionales.

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Luz Elena Mendoza. Foto: Fusión Arte

Y LA BAMBA

Es una agrupación surgida en Portland, Oregon, al noroeste de la Unión Americana. Su propuesta es una suerte de folk y rock reposado de buena manufactura. La líder, fundadora y voz de la agrupación es Luz Elena Mendoza, nacida en San Francisco, California.

Luz Elena prestó atención y concentración a la música tradicional mexicana. Siente pasión por los sonidos cultivados en la tierra de sus padres. Dicha inclinación se convirtió en materia prima de ideas que hoy se ven concretadas en las actuaciones de su banda.

Y La Bamba tiene en su haber las siguientes producciones: Alida St. (2008), Lupon (2010), Court the storm (2012) Oh february (2013) y Ojos del sol (2016). Éste último es considerado un gran salto hacia adelante gracias a una combinación de creatividad y talento materializada en un sonido inconfundible.

En su canción Libre se encuentran repeticiones y términos característicos de cantos ceremoniales, además de personajes como el “nahual”, el “aguila” y el “espíritu de la vida”. En piezas como Soñadora y Mujeres son ligeras, estilizadas, con tintes tropicales.

Sobre la concepción que tienen del oficio instrumental, en Y La Bamba opinan que es fácil equiparar el crecimiento artístico a una serie de decisiones musicales como: aumentar la paleta de armonías, un cambio en el tono o en el tiempo, una fuga del lugar en el que uno es encasillado. Es más difícil, indican, hablar sobre el crecimiento personal. y espiritual. En Ojos de sol, Y La Bamba definió una ruta binacional: explorar la identidad de su líder como mujer mexicana.

Cuando le piden hablar sobre sus raíces, Luz Elena, mujer alta, mide un metro con 82 centímetros de estatura, gusta de comentar que no hay razón para sentirse avergonzado por tener ascendencia mexicana. También refiere que su primera lengua fue el español.

En febrero pasado, el grupo publicó en redes sociales que trabaja en una nueva producción, también compartió un fragmento de una de sus canciones nuevas titulada Se escucha. En abril realizarán una gira por la costa oeste de Estados Unidos.

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Fémina X. Foto: Keep Sa Real

FÉMINA X

Una banda latina formada en San Antonio. Su voz es Daniela Riojas y se definen como un grupo dedicado a la creación de fusiones poco convencionales. Su repertorio se nutre de influencias tan variadas como danzas étnicas, punk, hip hop, música electrónica estilo tribal progressive.

Daniela Riojas también ha incursionado en otras disciplinas como las artes plásticas o la fotografía. Nació en Eagle Pass, Texas, pero ella prefiere decir que es originaria de “la frontera entre Estados Unidos y México”.

El año pasado, la banda lanzó su primer álbum, Multiverse. Uno de sus sencillos, Black tongue, (Lengua negra) versa sobre un amor dañino. El video de la canción, el cual es descrito como un cortometraje narrativo, nos traslada a tiempos del Imperio azteca, pero con una estética futurista. Según Riojas, la inspiración de su letra fue cómo salvarse de una relación tóxica.

Cuando su público comenzó a solicitar la letra de la canción, Femina X subió un mensaje a su portal en el que llama “almas benditas” a quienes compraron el disco en su física versión. En el material adicional, explican, la letra se encuentra a lo largo de un autorretrato hecho por la vocalista. Quienes llegaron a la pieza por medios virtuales no se van decepcionados. El final del mensaje es la letra completa.

En Frida´s heart (El corazón de Frida), Daniela, con voz pausada y teatral, en el buen sentido, nos canta que “Sueños desiertos reproducen el fantasma. No estoy asustada. Las lenguas colisionan, danzan, se fusionan, juegan, y allí estamos nosotros”.

En el canal de YouTube de Fémina X se pueden escuchar algunas composiciones en español como Cura a mi madre o Tanto amor.

Algunos cibernautas confunden al proyecto de la artista plástica con Fémina, una agrupación argentina que también gusta de hacer fusiones aunque con ritmos como cumbia, rumba, funk, reggae, rock, chacarera, samba, rock y bolero. Hoy día conservan un fuerte influjo de rap y la línea de letras combativas, juegos de palabras y observaciones como “Desnuda ante ti, si soy o si fui, así como así, yo soy así”.

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Gina Chavez. Foto: Gregg Cestar

GINA CHAVEZ

Por estos días ha presentado una canción nueva, Heaven knows (El cielo sabe), de lo que será un disco con cinco piezas, Lightbeam, a lanzarse en primavera.

Chavez es conocida por su estilo bilingüe y se le cataloga como una cantante de folk-pop latino. Tiene dos discos de estudio en su haber: Hanging Spoons y Up.Rooted. Gracias a éste último fue reconocida como la mejor músico de Austin en 2015.

En ese disco se destacan piezas como Miles de millas, una pieza que se goza aunque uno no esté mentalmente preparado para ello. La letra, lo que se canta en español, es tan elemental como “Te quiero. Me pierdo si tú no estás aquí. Te extraño. Me engaño para aguantar otro día más. Te añoro, te espero. Miles de millas desgastan mi amor”. El ritmo, sin embargo, conduce a la pista de baile sí o sí y sin dolor.

La música de esta cantante es descrita como pop latino multiétnico. Más allá de la etiqueta, mezcla sonidos originados al sur de Estados Unidos con una gracia inestimable. Los gustos de su oído se perciben tanto en sus covers como en el tono que imprime a la interpretación. En ella hay algo de cumbia, bossa nova, pop vintage y folk, entre otros géneros.

Gina creció en Texas, ha celebrado sus raíces musicales desde su debut en 2007 y sigue descubriendo aspectos de su herencia sureña. Es hija de un mexico-americano de segunda generación (su madre es suiza). La música de Chavez invita al público de la Unión Americana a descubrir armonías, cuando no el sabor simple y seductor, del acento instrumental latino y del canto en español.

En su repertorio también hay un cover de Todo cambia el cual, más que ayudar a medir la distancia entre Gina y Mercedes Sosa, sirve para acordarse de Joan Baez. En cuanto a su producción original se destaca la canción titulada Maíz, inspirada en el impacto del Tratado de Libre Comercio en la agricultura mexicana. La letra dice cosas como “Maíz, dulce maíz, por los siglos has sostenido nuestro ser. Llegó el 94 y fuiste a correr” o “Dignidad, dulce dignidad, te dejé en la orilla del río”.

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Las Cafeteras. Foto: Rafael Cardenas

LAS CAFETERAS

La nueva música latina en el país de Trump también tiene aroma de café, pero no colombiano.

Se reunieron en Los Angeles, California y su proyecto es una mezcla de poesía, música afromexicana, zapateado y más. Aunque las mujeres son minoría, tres contra cinco varones en la formación original, eligieron el nombre femenino para destacar el papel de las integrantes.

En sus canciones encontramos desde palabras para la pobreza y la marginación hasta cosas del amor viajero y los sueños realizados, lo que también quiere decir inmigrantes y la vida al norte de la frontera mexicana. También tienen mensajes a favor de los derechos de las féminas.

Una de sus canciones más conocidas, incluso fue tema de una telenovela de Telemundo, se llama La bamba rebelde. Forma parte de su disco debut It´s time y dice cosas como “Ya no llores llorona, mi gente lucha contra leyes racistas, contra leyes racistas en Arizona”, o “Yo no creo en fronteras, yo cruzaré, yo cruzaré” y en seguida “Yo no soy marinero, soy chicano”.

La “migra”, la policía de inmigración, es una figura constante en sus acordes. Pero no es la única autoridad presente en su imaginario. En otra pieza, If I were president (Si yo fuera presidente), disponible en el segundo disco de la banda, Tastes like L.A., lanzan un mensaje llano: Señor President, le vengo a avisar, no tengo papeles para trabajar.

En Las Cafeteras el inglés se casa con el son jarocho, temas de política empatan con un repertorio folclórico mexicano. Han engendrado un sonido fresco y llamativo, hay quien lo describe como un folk urbano forjado en el este de Los Ángeles. Lo han conseguido, en parte, con resonancias de la tradición ranchera y con una de las herramientas más antiguas conocidas por la humanidad: la vocalista Leah Rose Gallegos usa como instrumento una quijada de burro.

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Flor de Toloache. Foto: Kathy Willens/AP

FLOR DE TOLOACHE

Flor de Toloache se convirtió en el primer mariachi femenino de la ciudad de Nueva York cuando fue fundado en 2008 por Mireya I. Ramos, quien traía esa inquietud en el ADN, su padre mexicano formaba parte de un conjunto dedicado a la música popular mexicana.

En sus inicios era tres integrantes y hoy día suman hasta siete. La alienación se distingue por su diversidad, en ella están representados los siguientes países: México, Puerto Rico, República Dominicana, Cuba, Australia, Colombia, Alemania, Italia y Estados Unidos. ¿Cómo se explica esto? Mireya, por ejemplo, es de padre mexicano y madre dominicana.

En 2014 lanzaron su primer disco, que lleva por título el nombre del grupo. Han actuado en escenarios de España y la India.

El objetivo de su fundadora era reinterpretar el cancionero tradicional del mariachi, plagado de dolor masculino, desde una sensibilidad femenina.

La habilidad y la perspectiva de sus integrantes dan forma a un producto multicultural cuyo hilo conductor es el traje de charro. Entre las curiosidades de esta agrupación están su cover de un éxito de Nirvana, Come as you are, y una versión muy atípica de Besame mucho, en ambas introducen algo de Kashmir de Led Zeppelin.

Debido a piezas bilingües como Let down les critican que a veces suenan como un grupo pop anglosajón. No se pone en duda su calidad, pero sí les imputan una ejecución carente del “sentimiento” correcto, como un mariachi que, sin previo aviso, hace una transición al estilo Beyoncé. Comentarios así suelen generarse incluso cuando interpretan temas como Guadalajara. Una característica sobresaliente de Flor de Toloache es que no desdeña el influjo del jazz.

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Sin Color. Foto: AlBorde

SIN COLOR

Este es un dueto originario de Los Ángeles, California. Su sonido se distingue por mezclas muy peculiares, con pinceladas de bossa nova, cumbia, música disco y poco. Sin Color es la voz de Crisia Regalado y la música David Aquino.

Dentro de las influencias de esta pareja se destacan los estudios tempranos (inició a los diez años) de ópera realizados por la vocalista de padres salvadoreños. Su tesitura vocal abarca un amplio rango de emociones.

El año pasado pusieron en línea su primer álbum, Frutas, con diez composiciones. En todas ellas, Crisia canta en español. Sus letras son sencillas, los arreglos, en general, suenan correctos. Están formando una base de seguidores.

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