Protesta. La actitud contra el sistema político también se ha visto en los disfraces y en las fiestas callejeras en todo el país. (AP)
Hay algunos brasileños que probablemente no encontrarán mucho qué disfrutar al arrancar los afamados desfiles del Carnaval en Río de Janeiro: el alcalde, el gobernador y el presidente de Brasil.
Se percibe un tono antisistema en las celebraciones del Carnaval de este año, y se prevé que los desfiles del domingo por la noche a través del Sambódromo incluyan algunas participaciones contra el liderazgo político del país en una época de depresión económica y escándalos políticos.
Está previsto que el presidente Michel Temer, el gobernador del estado de Río, Luiz Fernando Pezao, y el alcalde municipal Marcelo Crivella no asistan a la celebración de dos días. Los desfiles al ritmo de la samba solían ser un imán para los políticos antes de que comenzara una amplia pesquisa por corrupción en el país en 2014. Brasil efectuará elecciones presidenciales en octubre y los resultados son difíciles de predecir en una sociedad polarizada. El líder en las encuestas es el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, pero enfrenta un creciente riesgo de ser arrestado en cuestión de semanas luego de haber sido declarado culpable de corrupción.
Sin embargo, el político más criticado en Río de Janeiro, por mucho, ha sido el alcalde. Mangueira, una de las escuelas de samba más populares de la ciudad, preparó una carroza que muestra un trasero de plástico con el nombre de Crivella en él. Desde que asumió el puesto el año pasado, el obispo evangélico convertido en político ha recortado los fondos de la ciudad.