En los últimos años se ha vuelto más común la divulgación del budismo, principalmente en lo que concierne a la rama denominada Zen, dentro de la cotidianidad occidental se ha abierto un espacio en el cual la promesa de la tranquilidad del espíritu recobra energías. Ahí es donde distintas prácticas propias del Zen han sido adoptadas por quienes se comprometen con dicha promesa.
En primera instancia es conveniente aclarar que el Zen es una filosofía -no una religión- dentro del Budismo, que cuenta con principios básicos derivados de una tradición histórico-mitológica. Entre sus máximas se encuentra el cambio, el apego como fuente de sufrimiento y el camino del desapego. Pero ¿en qué punto se encuentra con el arte? ¿O si existe un nexo entre ambos? Explícitamente el Zen no tiene una postura sobre que es el arte. Sin embargo, le considera como una práctica que lleva a un fin más allá de las apariencias, cuyo objetivo último es despertar la conciencia de quien lo practica.
Desde un punto de vista amplio, crea puentes entre la creatividad, la intuición y el estado de meditación que se favorece mediante el desarrollo de la técnica.
Entre las disciplinas que se ven empapadas de este pensamiento el primero en nombrar pueden ser los haikus, esos pequeños versos que cual acertijos invitan a quien los escuche a profundizar en lo más hondo de su ser, guiado por la intuición, para comprender el significado de éste. Aunque este tipo de literatura también tiene un fin pedagógico, ya que es usado para sensibilizar a los pupilos en la escucha de su ser interno y sabio, también tienen un halo poético y bello que describe un breve pasaje, que como una ventana sólo muestra una parte a manera de incitación a acercarse y descubrir por cuenta propia.
En el caso de las artes que requieren una técnica manual, como es la pintura se tiñen de la idea de que el movimiento -que puede ser repetitivo- brinda la oportunidad de practicar la concentración y por tanto iniciar con la meditación. Ejemplo de ello son los ejercicio de teselados que con sus formas equilibradas y que encajan perfectamente una con otro muestran como la paz generada desde el autor de la obra se ve reflejada en hasta en aquel que la aprecia. No obstante ¿para que volvemos al tema de la meditación? La intuición es la clave. Ya que la persona creativa es capaz de ver más allá de lo obvio y eso se alcanza mediante la paz que viene desde el espíritu, la cual se alcanza practicando la meditación. No hay una lucha sobre que es más relevante, simplemente uno lleva al otro, coexisten en armonía.
Desde este mismo enfoque nos es posible entender la creatividad no como un don otorgado a unos pocos afortunados, es una cualidad que se practica y que está al alcance de quien quiera cultivarla. Y que no implica únicamente las artes, ya que en distintos ámbitos tiene aplicaciones funcionales y estéticas.
Existe un dicho que resume al Zen y las artes "Mantener las manos abiertas y toda la arena del desierto pasara por ellas, cerrarlas y sólo tendrás un puño" el fluir esta dicho aquí, dejarle pasar libremente y esa arena en las manos se podrá cristalizar en poesía, pintura, escultura o aquello que haga al artista estar más cerca de esa paz que se genera después de resolver el proceso creativo.