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Canasta básica de infecciones potenciales

Riesgos a la hora de comer

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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DOCTOR FABIO PÉREZ VÁZQUEZ

Los comestibles sin certeza sanitaria son especialmente peligrosos porque generan un círculo vicioso en el que las afecciones y la malnutrición minan los organismos de lactantes, niños, ancianos y enfermos de manera que pueden situarlos en extremos peligrosos.

El año se termina entre comilonas y comienza del mismo modo, por ello es relevante dedicar estas líneas a un problema de salud pública ligado al aparato digestivo.

Los comestibles, además de fuentes de nutrientes, pueden ser los transportes de contenido infeccioso o tóxico, a través de ellos pueden subir a nuestro organismo bacterias, virus, parásitos o sustancias químicas que conducen a solicitar asistencia médica.

Por alimentos insalubres debe entenderse productos origen animal no cocinados, frutas y hortalizas contaminadas con heces, mariscos crudos que entrañan biotoxinas marinas. De esto se desprende una cuestión indispensable para el bienestar de la sociedad, la de garantizar el acceso a una dieta inocua y nutritiva. El reto no es menor ya que la insalubridad en los perecederos causa más de 200 enfermedades, desde diarrea hasta cáncer.

A nivel mundial se estima que cada año enferman a unos 600 millones de personas, esto quiere decir que ingresan en una de cada 10 personas; no sólo eso, de esos millones, al menos 420 mil casos acaban en defunción.

NIÑOS

Los menores de cinco años son el grupo que más sufre a consecuencia de las enfermedades de transmisión alimentaria con 125 mil fallecimientos anuales. Los comestibles sin certeza sanitaria son especialmente peligrosos porque generan un círculo vicioso en el que las afecciones y la malnutrición minan los organismos de lactantes, niños, ancianos y enfermos de manera que pueden situarlos en extremos peligrosos.

Las infecciones diarreicas son muy afines a la humanidad, las padecen unas 550 millones de personas al año y las convalecencias se saldan con alrededor de 230 mil muertes. Estos padecimientos afectan en un solo calendario a unos 220 millones de infantes y de esa cantidad 96 mil no viven para contarlo.

Además, ingerir viandas contaminadas o en mal estado tiene diversas consecuencias nocivas, entre las más importantes se encuentran la presión que se ejerce en los sistemas sanitarios ante la constante presencia de casos así como los gastos y la pérdida de productividad que se traducen en perjuicio a la economía nacional; los sectores comercial y al turístico también suelen sufrir su influencia nociva.

El problema se vuelve más complejo si se repara en que, hoy día, las cadenas de suministro de alimentos viajan de un país a otro. En un escenario globalizado se vuelve indispensable la colaboración de autoridades, productores y consumidores para prevenir el arribo de malestares.

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Salmonella. Foto: Archivo Siglo Nuevo

ENFERMEDADES

Los patógenos de transmisión alimentaria están asociados a males tan peligrosos como la meningitis. Entre los más comunes, inscritos en la familia de las bacterias, se hallan la Salmonella, la Campylobacter y la Escherichia coli en su presentación enterohemorrágica. Este trío afecta a millones de personas cada año, a veces con consecuencias mortales.

Los síntomas de su acción en el organismo incluyen fiebre, dolores de cabeza, náuseas, vómitos, dolores adbominales y diarrea. Se les ha identificado en dietas que incluyen consumo de huevos, leche cruda, carne cruda o poco cocinada, o bien frutas y hortalizas frescas. El agua potable es otro de sus vehículos.

Otra bacteria, la Listeria monocytogenes, provoca abortos espontáneos y muerte neonatal. No es un mal que se trate con frecuente, pero se destaca por sus efectos devastadores en el paciente, sobre todo cuando se trata de lactantes, niños y ancianos. Suele llegar a sus víctimas mediante alimentos lácteos no pasteurizados o en comestibles preparados, incluso puede desarrollarse en productos puestos a refrigerar.

Y qué decir de la Vibrio cholare, causante del cólera, que entra al organismo por la ingestión de agua o alimentos contaminados. Los síntomas incluyen dolores adbominales, vómitos, diarrea acuosa profusa. Produce deshidratación grave en el paciente y llega a figurar como causa de muerte. Mariscos y arroz son comestibles asociados con ella.

El tratamiento con antimicrobianos suele bastar para contener y revertir su avance. Sin embargo, el uso excesivo, cuando no equivocado, de este remedio por parte de las medicinas veterinaria y humana, ha causado que los patógenos desarrollen una peligrosa resistencia que hace inútiles los métodos para erradicarlos.

En el apartado de los virus, los infectados muestran signos como náuseas, vómitos explosivos, diarrea acuosa y dolores abdominales. Algunos, como la hepatitis A, llegan a ser la punta de lanza de males hepáticos persistentes. Arriba al organismo con mariscos crudos o poco cocinados o bien por medio de productos contaminados. Que portadores manipulen los comestibles suele ser la fuente de contaminación viral.

Otros agentes de cuidado son los parásitos; algunos se transmiten, en exclusiva, a través de los alimentos, otros pueden entrar al organismo ya sea a bordo de comestibles o por contacto directo con animales.

El consumo de productos cárnicos procedentes de bovinos puede, cuando se trata de echarse un taco de sesos, equivaler a vérselas con un material especificado como de riesgo, esto a causa de los priones, agentes infecciosos constituidos por proteínas, se les ha identificado como promotores de enfermedades neurodegenerativas.

Hay toxinas naturales, por ejemplo, las biotoxinas marinas, que se integran en el repertorio de sustancias químicas nocivas y que entran al cuerpo por la boca. Una exposición prolongada a ellas afecta el sistema inmune y el desarrollo normal de la persona, o bien prepara el terreno para el cáncer.

Otros que merecen atención son los contaminantes orgánicos persistentes, compuestos que se acumulan en el entorno y en el organismo humano. La ciencia los tiene ubicados como subproductos indeseados de los procesos industriales y de la quema de desperdicios. Sus efectos en los individuos van desde problemas reproductivos y de desarrollo hasta daños en el sistema responsable de la inmunidad y el surgimiento de cáncer.

El panorama expuesto tiene por fin dejar en claro cuan serias son las amenazas que entrañan los alimentos insalubres para todos: desde lactantes hasta adultos mayores.

La dificultad para combatir a los agentes se debe a que pueden integrarse a los comestibles, primero, en cualquiera de las etapas del proceso de fabricación o de distribución, y, segundo, al manipularlos o bien al prepararlos sin la corrección que reclama el organismo.

Desde luego, no es la intención agriar estos días de comilonas, al contrario, el objetivo es que el disfrute del sentido del gusto se prolongue a lo largo del año y de la vida.

Correo-e: dr.fabioperez@hotmail.com

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