No todo es color de rosa en el mundo del espectáculo. Hay ocasiones en donde el "amor al arte" alcanza niveles inimaginables, conllevando al artista a destruir parte de su recurso natural más importante: su propio cuerpo.
El tema del cantante castrato (il castrato en singular, castrati en plural) en el mundo de la ópera representa uno de los capítulos más inquietantes en la historia de la música, ya que tal hazaña digna de una película de terror significó interponerse en el crecimiento natural de miles de adolescentes, mutilando su cuerpo permanentemente.
Al castrato, un cantante del género masculino se le sometía a un proceso de castración en la pre-adolescencia para evitar que la testosterona cambiara su voz. Físicamente, las cuerdas vocales de un varón incrementan un 67% en longitud en la edad adulta, a diferencia de un 24% en las de una mujer, quien produce mayormente estrógeno. Tal proceso de emasculación entonces, lograba que el cantante varón preservara su "voz de ángel", pero que su cuerpo adulto también desarrollara potencia para que su voz se oyera por todo el teatro. Para principios del siglo XVIII, se estima que se habían sometido a más de 4,000 jóvenes a esta operación, sobreviviendo aproximadamente solo el 80%. Esta práctica era ilegal, aunque también común, y extrañamente aceptada.
Pero, ¿de donde nace esta necesidad de interponerse entre el orden natural del cuerpo para obtener un timbre de voz sobrehumano? Tal pecado tiene sus raíces irónicamente, en la historia de la iglesia católica, pues gran parte del repertorio sagrado de la época requería ser cantado por voces agudas y educadas.
El encontrar voces que cubrieran la tesitura de soprano y alto en los coros se convirtió en un proceso arduo por dos razones. Varios decretos de la iglesia católica prohibían la participación de las mujeres en cualquier coro o grupo en donde pudieran usar sus voces, pues consideraban que el rol de la mujer dentro de la institución debía ser silencioso. Por tal motivo, las voces agudas fueron cubiertas por varones pre-adolescentes que tuvieran facilidad para la tesitura aguda, pero su contribución también era limitada ya que sus voces no poseían la potencia de una voz adulta y sus agudos angelicales se perdían por completo cuando entraban en la adolescencia.
La solución que se encontró en la Italia del Siglo XVI duro en práctica hasta finales del Siglo XIX, hasta que en cierta forma "paso de moda". Gracias a que miles de roles operísticos fueron escritos para los castrati y estos se han simbólicamente extinguido, ¡Las mezzosopranos y los contratenores tenemos aún más trabajo!
