SOBRE LOS BERRINCHES EN LOS ADULTOS
Probablemente, alguna vez, en algún lugar, en ciertas circunstancias, nos hemos encontrado con individuos quienes después de observarles reflexivamente sus conductas nos recordaron de reacciones infantiles o pueriles. Personas a quienes vimos gritar en alto volumen, insultar, manotear, patalear, golpear puertas y paredes, destruir muebles, y en algunos casos, estallar en llanto.
Todo esto como resultado de una reacción de enojo muy intensa y en respuesta a una situación frustrante. Otros, ante una situación igualmente frustrante, no respondieron de esta manera violenta y agresiva, sin embargo, las personas fueron agresivas en forma pasiva diciendo: "Sabes que, soy un fracaso, pero me vale y me voy para no volver", retirándose abruptamente y golpeando la puerta al salir, y desaparecer por un tiempo corto, y/o no hablar con la otra persona por un tiempo indefinido, "como forma de castigo".
En cualquier modalidad, este patrón de conducta, el cual genera temor para aquellos quienes la han sufrido o atestiguado, es considerada como una forma de abuso o maltrato psicológico debido a los aspectos agresivos, amenazantes y violentos. Muchas familias han sido víctimas de este tipo de personas al crear un impacto negativo a nivel emocional, particularmente en los niños, y por supuesto, en la pareja o cónyuge.
Esta conducta, llamada berrinche o pataleta, puede ser definida como una reacción incontrolada de enojo o ira hacia una situación de frustración. Este impacto depende mucho de la intensidad y frecuencia con que se presentan los berrinches. Un berrinche se puede presentar en forma directamente violenta y agresiva (verbalmente o físicamente), en forma de una discusión acalorada, o en forma pasiva, por ejemplo, autoagresión (auto-herirse, emborracharse, no comer) o daño material con la intención de ofender a otra persona.
El espectro de un berrinche en un adulto puede fluctuar desde una terquedad irracional que no va mas de una ofensa verbal, hasta un acto extremadamente violento físico o psicológico. Ambos extremos por supuesto son negativos.
Un berrinche en un adulto es considerado como una manipulación o chantaje emocional, la mayoría de las veces presentada en forma de "una escena", con la intención de ofender o fastidiar a la persona de quien se espera gratificación o algo que se quiere y no se obtiene. Los motivos del "berrinchudo" para actuar de esa manera generalmente son insignificantes o ridículos. Su objetivo es expresar su frustración o sufrimiento emocional después de experimentar una necesidad de reconocimiento o de llamar la atención con la meta de controlar.
Aunque diferentes en su naturaleza, estas necesidades son muy similares a las de los niños de 2 a 5 años, quienes su desarrollo emocional está aún en etapas tempranas y en proceso de madurez. Se cree que estos adultos berrinchudos no tuvieron suficientes límites durante su infancia y se acostumbraron a ser el centro de atención, logrando por lo general lo que deseaban mediante pataletas.
Estos adultos berrinchudos, etiquetados por muchos alrededor de ellos como "gente mimada", son generalmente personas inseguras con "hambre" de reconocimiento y quienes carecen de la habilidad de ser firmes en sus opiniones y decisiones. A muchos de ellos les atemoriza vivir o disfrutar momentos de soledad.
Durante una entrevista por periodistas de CBS New York (mayo 2016), el Dr. Igor Galynker, psiquiatra, clínico investigador y profesor en Icahn School of Medicine en New York, afirmó que cuando alguien manifiesta berrinches en grado extremo, y provocan sufrimiento en otros debido a sus actos explosivos y violentos, pueden tener un trastorno de personalidad llamado Trastorno Explosivo Intermitente. Esta condición incluye episodios repentinos de conducta agresiva y violenta, verbal y física, considerados exagerados para la situación.
La diferencia entre esta condición explosiva y un individuo con una personalidad inmadura con problema de berrinches es el nivel de intensidad de la conducta y el grado de disfunción social y laboral. Debido a propensión a la violencia, una persona con un trastorno de personalidad explosiva generalmente requiere un tipo de intervención terapéutica psicológica o psiquiátrica o ambas.
Un aspecto relevante respecto a este tipo de conducta es el impacto que quizás esté teniendo en las familias coahuilenses. De acuerdo a un reporte en El Siglo de Torreón, esta semana, Coahuila está en primer lugar en denuncias por violencia familiar en el primer semestre de este año, ya que se reportaron 5,278 casos por violencia de distintos tipos contra la familia.
Hasta que grado estas cifras se relacionan a casos de individuos berrinchudos, enfermedad mental o abuso de alcohol u otras drogas, no se sabe. El punto es que nada justifica la violencia doméstica, y si se debe a una personalidad inmadura explosiva, lo bueno es que hay opciones para una solución.
Tratamiento para este tipo de individuos quienes claramente violan los derechos de mucha gente con sus reacciones explosivas existe. El berrinchudo por supuesto debe ser suficientemente responsable para buscar asistencia psicológica para poder reconocer que es un individuo inseguro, el cual está impactando a otros, especialmente a su familia, y aprender a ser más tolerante y cómo comunicar sus deseos. Gracias por su interés en esta columna.
Pacopin552@sbcglobal.net
Por: Mtro. Francisco Pineda