EL DILEMA DE LA AVARICIA Y LA CODICIAEL DILEMA DE LA AVARICIA Y LA CODICIA
La Iglesia Católica la considera uno de los siete pecados capitales y la ha condenado por más de un milenio. Esta conducta también ha sido una forma de operar de varios políticos corruptos que se han cegado éticamente y moralmente al no dejar de ver al acumulamiento de riqueza a expensas de la ciudadanía como la oportunidad de sus vidas. Un dueño de una compañía exitosa explota a sus trabajadores con un trabajo pesado y un salario muy bajo. Podría seguir con una lista larga de características de una conducta que para muchos es no sólo deseable, sino necesaria para logros individuales o de unos cuantos. Una conducta exclusivamente humana que en la opinión de muchos cruza la frontera hacia la inmoralidad: La avaricia.
Muchos confunden la avaricia con la codicia. Aunque son similares en términos de acumular riqueza y bienes materiales como una meta de rigor, ambas son diferentes en el objetivo de su acumulación y uso. La codicia es un afán excesivo de acumular riqueza con el deseo de gastarla, o poseer bienes materiales. Muchos ven la codicia como aceptable socialmente, ya que se le asocia con ambición, posición social y éxito financiero. Con frecuencia, los llamamos gente que "entre mas tienen mas quieren". Una persona codiciosa puede ser envidiosa, ya que tiende a compararse con otros, desea lo que ellos tienen y superarlos. También, se le considera una persona egoísta a quien se le dificulta estar satisfecho en general.
En contraste, la avaricia es una tendencia desmedida de adquirir mas riqueza de la que se necesita y conservarla como un tesoro, sin intención de gastarla o compartirla. Un individuo avaricioso es temeroso, egoísta, y teme que la gente se va a dar cuenta de sus posesiones materiales o de dinero y normalmente es una persona tacaña. Esta avaricia es casi por cualquier cosa, pero es mas común inclinarse más hacia el dinero, status social, comida, admiración, poder, fama, etc.
El Dr. James Gottfurcht, psicólogo clínico en el estado de California en los EUA, sugiere en un artículo publicado por la Asociación Americana de Psicología (La Psicología de la Avaricia, 2014) que la avaricia se desarrolla en un individuo desde edad temprana debido a la falta de satisfacción de ciertas necesidades psicológicas importantes, por ejemplo, falta de atención de los padres, cariño, empatía, etc. Otro factor generador de avaricia en una persona podría ser las experiencias vergonzosas extremas y de ansiedad, en donde el temor de abuso emocional, verbal o físico era prevalente. En etapa adulta, estas deficiencias se manifiestan en ansiedad y una autoestima pobre, lo cual permite a una persona a centrarse en conductas compensatorias para sustituir lo que no se tuvo.
Otra perspectiva muy interesante sobre la avaricia es presentada por el psiquiatra Neel Burton, catedrático en Oxford, Inglaterra. El Dr. Burton escribe en su articulo ¿Es buena la avaricia? (Psychology Today, 2014) sobre el dilema de posibles aspectos positivos en la avaricia. Según él, la avaricia puede producir motivación para el mejoramiento económico de una comunidad, ya que estimula a crear, construir, o cambiar con fines de logro. Estas mejoras pueden conducir a la modernización de una sociedad y así lograr éxito en su crecimiento económico. De ahí que en la mayoría de las sociedades capitalistas la avaricia puede ser vista como una característica aceptable y quizás positiva. Por otro lado, de acuerdo al Dr. Burton, el impacto a nivel individual puede crear una obsesión o fijación en su avaricia debido a la búsqueda y afán en la acumulación de bienes materiales. Igualmente, la avaricia puede generar emociones negativas como la ansiedad, estrés, depresión y otras conductas de inadaptación, por ejemplo, adicción a juegos de casino, robo, acumulación obsesiva de objetos, etc. A nivel social, la avaricia puede crear problemas en la familia o amistades.
Es indiscutible que la suficiencia económica y las posesiones materiales satisfacen no sólo nuestras necesidades y expectativas personales, familiares y sociales, sino también proveen seguridad e independencia y nos permiten vivir tranquilamente. No hay vuelta de hoja con este punto de vista, es decir, poseer bienes materiales algo mas de lo requerido no necesariamente es sinónimo de avaricia o codicia. Sin embargo, desear de manera excesiva dinero y poder económico puede ser una necesidad psicológica mas que una necesidad real. La persona piensa constantemente en maneras de incrementar sus bienes y propiedades, lo cual es preocupante.
La realidad es que la búsqueda de riqueza o poder económico en nuestra cultura es una conducta reforzada por una sociedad que valora la adquisición de bienes materiales, y por consiguiente, la posibilidad de la codicia o la avaricia en donde nos sentimos insatisfechos con lo que tenemos y deseamos más. Un espíritu de superación siempre es bueno y tenemos el derecho de hacer lo que queramos con nuestras posesiones materiales siempre y cuando no violemos la ley, no descuidemos a nuestra familia o seres queridos, no explotemos a otras personas, no sacrifiquemos nuestra salud, y estemos en paz moralmente o espiritualmente. El dilema es, ¿nos damos por satisfechos con lo que tenemos? O seguimos luchando duro con el riesgo de sacrificar para obtener más. Las dos opciones son tentadoras. Gracias por su interés en esta columna.