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LA DIFICULTAD DE SER CRITICADO

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En varias ocasiones, he recibido mensajes vía redes sociales sobre los artículos que he escrito en esta columna. La mayoría han sido comentarios positivos, particularmente en los que se refiere al contenido. Unos cuantos han sido específicos a la organización y claridad de la información, la amenidad de la comunicación o sobre la simpleza o complejidad del tema.

Hasta ahora, todos los he tomado de manera constructiva y francamente he estado agradecido por la retroalimentación, ya que estoy convencido que la intención ha sido de apoyo, y sin lugar a duda, continúan motivándome a seguir investigando y escribiendo. En estos casos, las críticas han sido positivas y bienvenidas. ¿Pero que pasaría si algunos de estos comentarios fueran con la pura intención de opinar negativamente o proyectar un punto de vista radical y personal y quizás totalmente fuera de base? ¿Existen algunas ventajas de ser criticado? Las respuestas a estas preguntas pueden ser ambivalentes dependiendo de varios factores, algunos de ellos la personalidad del individuo quien es criticado, la fuente de la crítica o persona quien critica y la verdadera intención de esa crítica.

Criticar se refiere a la valoración de una persona hacia algo o alguien de acuerdo a su opinión personal. Puede incluir una observación y evaluación de una conducta con intención constructiva y genuina de ayudar, pero también puede ser con un énfasis negativo y destructivo, por ejemplo, dar una retroalimentación con la idea de superación o hablar mal de otros o ciertas situaciones.

Las críticas pueden ser de mucha ayuda, pero también muy incomodas, y se presentan en modos diferentes. Una crítica constructiva es saludable y en muchas ocasiones necesaria, ya que nos ayuda a darnos cuenta de nuestras debilidades personales y así ayudarnos a cambiar conductas en necesidad de mejoramiento. Una crítica positiva nos puede motivar a seguir adelante con las cosas que estamos haciendo bien, darnos mas energía y ser mas perseverantes.

Por otro lado, una crítica negativa, que con frecuencia no es solicitada y es dada con intención de fastidiar o herir puede ser destructiva, particularmente si somos susceptibles debido a cierto grado de inmadurez emocional. Personas consideradas emocionalmente maduras generalmente poseen más recursos en su carácter para lidiar con la experiencia de ser criticadas. Por madurez emocional, me refiero a aquellas personas que se dan cuenta de sus propias reacciones emocionales y de los demás, y pueden controlarlas, son flexibles, tolerantes a la frustración y poseen buenas habilidades sociales y de adaptación en general.

Con respecto a la persona que critica, varios autores consultados coincidieron en que los criticadores son gente que tienden a ser sensibles al insulto y criticar es una forma de defender su ego. Por lo general, son personas que fueron criticadas con frecuencia durante la infancia por los padres, familiares o en la escuela, y a medida que fueron creciendo, se identificaron con los agresores, convirtiéndose así, como adultos, en personas quienes se critican a si mismas de manera rígida, y luego critican a otros. Igualmente, cuando los padres tiene expectativas muy altas de sus hijos y los sobreprotegen para evitar fracasos y críticas, puede generarse en los niños una alta sensibilidad a la crítica.

El Dr. Steven Berglass, psicólogo y catedrático en la Escuela de Medicina en Harvard University y autor de varios libros y artículos en el área de salud mental, sugiere en su artículo ¿Porqué algunos critican mucho? (marzo 2014), que una persona "criticona" muchas veces es dirigida por las experiencias de una "sensación intolerable" y que le hace reprobar y criticar a otros. Para ilustrar este concepto, se me ocurrió comentar el caso de un famoso predicador religioso estadounidense. En febrero de 1988, el periódico New York Times publicó una nota sobre un renombrado evangelista de televisión quien había criticado de manera enérgica a otro predicador muy conocido también, y a quien llamó con menosprecio "un cáncer en el cuerpo de Cristo" debido a su conducta "pecadora" relacionada a promiscuidad sexual.

El periódico también reportó que el primer predicador (el criticador) había sido arrestado después de haber sido atrapado con una prostituta en un lugar prohibido. Llorando en público y por televisión reconoció que visitaba prostíbulos con frecuencia, por lo tanto, se consideró a si mismo "un pecador".

Este ejemplo refleja claramente el caso de un individuo que criticaba la conducta sexual promiscua de otro, pero que a la vez él mismo ejercía.

Tener la necesidad de sentirnos bien sobre nosotros mismos y ser valorados por otros positivamente es normal, y como seres humanos, podemos ser susceptibles a dudar si alguien nos juzga negativamente. Por lo mismo, ser criticados es muy difícil de aceptar. No hay duda que una crítica con la buena intención de ayudar a mejorar puede ser constructiva si es dada con calma, en el lugar y momento adecuado, y en forma racional y objetiva. Criticar puede tener consecuencias negativas si es enfocada al carácter de una persona con la idea de subestimar, o con énfasis en culpar mas que describir un error. Si en algún momento nos parece difícil aceptar crítica de cualquier índole, es buena idea consultar con algún supervisor o profesionista con buen juicio y experiencia, o preferentemente con un psicólogo clínico. Gracias por su interés en este artículo.

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