Desarrollando su potencial

El lenguaje es una de las capacidades más importantes del ser humano. Comunicarse es algo innato, pero también es necesario que se entrene durante toda la vida, en especial en la etapa infantil. En ocasiones pueden aparecer diferentes problemas que dificulten el correcto desarrollo de dicha adquisición, estos son conocidos como trastornos del lenguaje.

Cuando hablamos de estos padecimientos, nos referimos a toda dificultad o ausencia en la comprensión, expresión o repetición del lenguaje en sus diferentes aspectos. Estos pueden surgir durante el período en que se adquiere y potencia la habilidad o como una pérdida de la habilidad ya adquirida. Existen alrededor de 14 alteraciones entre el lenguaje oral y escrito, pero el más común es la dislexia, que lo padece el 17 por ciento de la población mundial infantil según Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Si tu hijo tiene muchas faltas de ortografía, una escasa comprensión lectora, confunde palabras que son parecidas fonéticamente y es incapaz de deletrear, hay una gran probabilidad de que sea disléxico. La psicóloga Lizbeth Montes responde a las preguntas más frecuentes que se tienen alrededor de este trastorno… ¡no pierdas de vista sus respuestas!

Apoya a tus pequeños

La dislexia puede ser confundida con otros padecimientos como el trastorno específico del lenguaje (TEL) o la distografía, ¿cómo identificar cada una de ellos? La principal diferencia es que la dislexia es una dificultad del aprendizaje que afecta la lectoescritura; mientras que la distografía afecta el lenguaje oral y el TEL incapacita al niño al momento del habla.

Ahora sí, ¿cómo puedes saber si tu hijo tiene dislexia? Es una cuestión confusa y compleja, pero lo esencial es hacer un chequeo con profesionales para saber si el niño es disléxico o no; el especialista tendría que enfocarse en los síntomas específicos, ya que no todos los pequeños tienen esta afección.

Por supuesto, hay múltiples pruebas, pero el DSTJ es la más recomendada porque está diseñada para su aplicación en contextos escolares y está dirigida a la población infantil de entre los seis y once años, además es breve (dura de entre 25-40 minutos) y fácil de aplicar.

El test está formado por doce pruebas: nombres, coordinación, lectura, estabilidad postural, segmentación fonémica, rimas, dictado, dígitos inversos, lectura sin sentido, copia, fluidez verbal, fluidez semántica y vocabulario. Estas puntuaciones se combinan dando lugar a un índice de riesgo de dislexia en el niño: leve, moderado o alto.

Otra de las preguntas más frecuentes se refieren al tiempo que se debe esperar para intervenir. La psicóloga Montes indicó que no es necesario diagnosticar a un niño con un trastorno para poder ayudarlo. “Como padres, si se nos informa de la escuela que el niño está teniendo un bajo rendimiento, lo ideal es ayudarlo desde esa advertencia. Claro que ya teniendo un diagnóstico el tratamiento se facilitaría pues ya sabremos mejor como apoyarlo”, dijo.

Este trastorno se observa por primera vez cuando el niño empieza a leer, aunque puede estar latente desde antes. Es común que los niños con un alto cociente intelectual (CI) compensen esta patología y pase desapercibida hasta que las exigencias en la escuela aumentan, es decir, en un nivel universitario e incluso mayor.

Comúnmente, la dislexia puede venir acompañada de otros trastornos como el TDA (trastorno por déficit de atención) y TDH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad). También la pueden acompañar la dispraxia, que consiste en una falta de coordinación de los movimientos, y muchos problemas de tipo emocional. Estas alteraciones adicionales hacen que el tratamiento sea más complejo.

La importancia de la familia

¿Cómo puede ayudar la familia al niño, adolescente y adulto con dislexia? Lo principal es que este tema se trate con naturalidad, no como un estigma negativo. Habrá que eliminar cualquier prejuicio que se pueda llegar a tener para que el niño o joven no se sienta apartado, debe ser tratado de la misma manera que los demás. También es imprescindible que todos estén bien informados, que cuenten con la orientación necesaria para que apoyen en lo posible de lograr un tratamiento eficaz.

En el caso de los profesores, la psicóloga recomendó que ellos deben ser siempre inclusivos, concientizar al alumnado y aceptar la diversidad, esto previene conflictos como el abuso.

“Los niños disléxicos no tienen una capacidad intelectual menor a la de los demás, sin embargo, es recomendable que los profesores hagan “adaptaciones” que los ayuden a aprender y a sentirse más cómodos en el ambiente escolar. Dado que nuestro modelo educativo se basa en la lectoescritura, el acceso a la información por parte de estos niños debe ser distinto, hay que exigirles lo mismo pero de otra manera”, indicó Lizbeth Montes.

En la Comarca Lagunera hay pocas instituciones que no están preparadas al cien por ciento para educar a niños disléxicos. Son muy pocas las que utilizan más objetos y herramientas en lugar de la lectoescritura.