Foto: Roberto Hernández Ramírez
Si la riqueza producida en el país se distribuyera parejo entre todos los mexicanos el monto per cápita anual sería de 640 mil pesos.
La desigualdad en México es tan contundente que desglosarla con estudios detallados, con más variables y la mayor cantidad de información posible, no hace sino mostrar ángulos menos expuestos. Sin embargo, ni siquiera así se aclara del todo la imagen de la opulencia. Las conclusiones son conservadoras.
Esa es la sensación que queda luego de leer el estudio La distribución y desigualdad de los activos financieros y no financieros en México elaborado por Miguel del Castillo Negrete, consultor de la Unidad de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
La investigación expone que en 2014 la nación mexicana generó una riqueza igual a 76.7 billones de pesos.
Los cálculos del análisis arrojan que el 37 por ciento de esos billones se quedó en los hogares del país mientras que el gobierno se encargó de administrar el 23 por ciento. Las empresas privadas acumularon 19 pesos de cada 100; las públicas se hicieron con el nueve por ciento del total, manos extranjeras se apropiaron del siete por ciento y las instituciones financieras manejaron el cinco por ciento.
México, gracias a sus recursos, genera tal cantidad de bienes que, si hubiera una distribución equitativa, cada hogar tendría 900 mil pesos en activos físicos (casas, terrenos, automóviles y más) y financieros (dinero e inversiones), o como lo plantea el consultor, “una vida holgada”. Si la riqueza producida en el país se distribuyera parejo entre todos los mexicanos el monto per cápita anual sería de 640 mil pesos.
LO OPUESTO
El escenario, desde luego, es muy distinto, cuando no opuesto. Dos de cada tres pesos acaban en las manos del 10 por ciento más rico en territorio nacional; tan solo el uno por ciento de los 'muy ricos' acapara más de un tercio de la riqueza.
La desigualdad es mayor, explican en el estudio, cuando se habla de activos financieros: casi el 80 por ciento de ellos es propiedad del 10 por ciento más pudiente. En 2015, expone Miguel del Castillo, había 211 mil contratos de mexicanos celebrados en casas de bolsa con una inversión total por 16 billones de pesos equivalentes al 22 por ciento de la riqueza nacional. El 11 por ciento de los contratos tiene un monto de inversión mayor a 500 millones de pesos y equivale al 79.5 por ciento de los billones mencionados.
Las opciones de México en materia de generación de riqueza son óptimas, esto se demuestra al observar que entre 2004 y 2014, el país prácticamente duplicó el monto de su riqueza. El indicador del Producto Interno Bruto, sin embargo, sirve para comenzar a explicar cómo es que esa multiplicación de bienes no benefició a la población. En la misma década, el PIB registró un crecimiento de 2.6 por ciento anual, promedio calificado por el investigador como “magro”. Enseguida, expone que la disparidad entre el ritmo de aumento del producto y el de la riqueza provoca una mayor desigualdad.
En territorio nacional, según encuestas y análisis varios, se carece de una cultura financiera, es decir, no se tiene el hábito del ahorro, ni el de la adecuada distribución de gastos, ni el de la inversión. Sin embargo, así como hay un grueso sector de la población que no se maneja con apego a los consejos en materia de manejo del dinero, hay un sector minoritario que, gracias a sus activos financieros, ha incrementado su ingreso y su patrimonio a un ritmo mayor que aquellos, los trabajadores, los asalariados, cuyo ingreso y riqueza depende de la remuneración por el desempeño de su función.
Foto: CEPAL/Miguel del Castillo Negrete
DISTINCIÓN
En este documento de la Cepal el término 'riqueza nacional' hace referencia a “la suma de los inmuebles, automóviles, bienes del hogar y demás artículos que poseen los individuos y las empresas (activos físicos), más los depósitos bancarios e inversiones financieras (activos financieros), menos las deudas, tanto hipotecarias, de bienes duraderos (vehículos), así como al consumo (tarjetas de crédito)”.
Miguel del Castillo extrajo información para su tema de las siguientes fuentes: 1) Hojas de balances del Sistema de Cuentas Nacionales. 2) Censos económicos. 3) Registros administrativos (pago de impuestos). 4) Encuestas de hogares. 5) Las listas de los hombres más ricos del mundo y 6) Estudios de riqueza de instituciones financieras que manejan fondos patrimoniales.
La cuestión, indica el consultor, es que a una mayor riqueza le corresponde una mayor infraestructura de comunicación (carreteras, puentes, puertos, etcétera), una mejora de la infraestructura empresarial y la ampliación de cobertura en materia de cantidad y calidad de vivienda para los habitantes de un territorio. También conlleva un aumento de talla de los activos financieros. Sin embargo, cuando estos no se distribuyen de forma adecuada, como en el caso de México, el ingreso aumenta más rápido entre aquellos con inversiones financieras mientras los asalariados ven alzas mínimas en sus remuneraciones.
En el periodo 2003-2014, la tasa de rendimiento promedio del capital se ubicó por encima del 11 por ciento; los salarios mínimos, en cambio, no rebasaron el 5 por ciento.
Maquinaria, naves industriales, inmuebles comerciales, ganado, viviendas, automóviles, etcétera, son activos financieros producidos, elementos que constituyen la mayor parte de la riqueza nacional, un 75.9 por ciento. Enseguida aparecen los activos financieros no producidos: tierra agrícola, bosques, terrenos urbanos y demás con un 24.7 por ciento.
En el estudio se destacan una característica de los activos financieros: reúnen un componente activo y otro pasivo, mejor conocido como deuda. La economía nacional carga con un pasivo de 5.1 billones de pesos, un 7 por ciento de la riqueza nacional. “Esta deuda se financia con el resto del mundo cuyo saldo es de 5.5 billones de pesos, lo que hace al país muy dependiente de los vaivenes del exterior”, expone el investigador de la Cepal.
En este punto, sobresale el dato de que la riqueza nacional en manos extranjeras se ha incrementado hasta alcanzar, en 2014, los 687.5 mil millones de dólares, dos veces más de lo que representaban en 2003. Miguel del Castillo expone que, a últimas fechas, cada año hay una transferencia neta de recursos hacia el exterior por 500 mil millones de pesos, cerca de 62 mil millones de dólares cuando a principios de siglo salían 20 mil millones de dólares.
CONCENTRACIÓN
La desigualdad en la distribución de los activos también se ve abismalmente reflejada en el análisis entre sectores productivos. Un 10 por ciento de las empresas concentra el 93 por ciento de los activos financieros, es decir, el 90 por ciento de los negocios tiene muy pocos bienes de capital.
En la industria manufacturera, apenas seis centenas de establecimientos controlan el 64 por ciento de los activos del ramo, suman 1.4 billones de pesos en bienes de capital. En el comercio al menudeo son 40 los establecimientos, de un total de 1.8 millones, que tienen en su haber uno de cada tres activos físicos. Ocho tiendas de autoservicio y departamentales poseen el 80 por ciento de los activos.
En telecomunicaciones, 22 empresas, de un catálogo con 8 mil nombres registrados, acaparan el 89 por ciento de los activos; en el sector financiero y de seguros una lista de 73 instituciones controla el 76 por ciento. El estudio también destaca que en 418 empresas, 42 por ciento de las 1 mil compañías más grandes, hay participación extranjera.
Se mida como se mida, la desigualdad instalada en territorio mexicano no hace sino demostrar su versatilidad y seguir demostrando que la brecha entre unos pocos y la mayoría de los mexicanos puede hacerse cada vez más grande.
