Dentro de la historia del arte se ha buscado dar con aquellas mujeres que de alguna forma han contribuido a su desarrollo, algunos nombres son más conocidos que otros. Incluso existen aquellos que figuran con un peso tan relevante que representan un hito para la consolidación de la identidad de alguno de los capítulos que le conforman.
En el caso de México podemos nombrar varias mujeres que participaron y participan activamente en generar producción artística y con ello contribuir a dicho proceso.
Quizá el ejemplo más conocido sea el de pintora Frida Kahlo, cuya persona trasciende tanto o más que su obra. De manera que pone la mirada del mundo en nuestro país. Y que ahora es un icono para muchas mujeres y niñas.
Sin embargo, no es la única, hay nombres de los cuales se habla menos, pero cual trabajo es un soporte fundamental en la formación de un acervo cultural-estético del cual no siempre reciben el reconocimiento debido, pero más que dejar una lista de quejas sobre esta situación, me parece mejor voltear a ver trabajos actuales y que proponen una cambio de perspectiva al respecto. Quizá como en su tiempo ocurrió con Remedios Varo o Leonora Carrington, rompiendo esquemas se forjaron un espacio dentro de un mundo que dudaba en reconocerles.
Quien desde los setentas ha trabajado con una óptica de género es Mónica Mayer. Tomando problemáticas cotidianas y transformándolas en un objeto artístico que hace visible problemas reales que aquejan a la sociedad y que afectan tanto a hombres como a mujeres.
J.D. Nasio psicólogo, defiende que la sublimación por medio el arte es uno de los mecanismos de los que se sirve la persona para generar un cambio y hacer situaciones conflictivas -a nivel individual- una oportunidad de desarrollo. Si bien el concepto de sublimación no es nuevo, los pioneros del psicoanálisis lo entienden como la capacidad de transformar el impulso destructivo en una energía creadora y nutricia para la persona. Si tomamos este concepto y lo ponemos a un nivel gregario es posible contrastar y encontrar similitudes con el trabajo de Mayer. Entenderlo como un ejercicio de sublimación comunitaria que responde a un contexto necesitado de equidad.
Ya no se trata de buscar nombres para llenar las hojas de libros de historia -no solo de arte- para tener una visión con paridad de géneros, es reconocernos como seres distintos como individuos, pero con condiciones justas ante el desarrollo. Y el desarrollo de la humanidad es diverso, eso lo enriquece y como sucede con el arte quizá haya quienes estén en la vanguardia, pero también hubo pioneros que abrieron camino y hay quienes continúan con esa labor, el arte es un espejo de esa realidad en los museos están presentes muchas piezas que evocan la figura femenina, pero ¿en cuántas fichas técnicas está el nombre de una mujer? No es una lucha, es un crecimiento y reconocimiento por parte de artistas y espectadores, en pro de una perspectiva global.
