Foto: Columbus State Edu
La discografía del escocés está integrada por 27 producciones: la más reciente, Los grandes del barroco, es de 2012, la más añeja, Música para contrabajo y guitarra, se grabó en 1978.
David Russell nació en Escocia, en 1953, pero vive en España, principalmente, desde hace algunas décadas. Su segundo hogar serían los hoteles en los que pasa el tiempo durante sus giras.
Lo mismo ha subido al escenario de los Premios Grammy a recibir el galardón en la categoría de Mejor solista instrumental clásico que ha sido investido, frente a más de 30 mil personas reunidas en un estadio, doctor honoris causa por la Universidad de Arizona. Lo primero sucedió en 2005, lo segundo, en 2014.
Su prestigio mundial no es un fenómeno casual. Es el producto de una carrera caracterizada por ejecuciones llenas de virtuosismo que le han granjeado el aprecio y el favor de audiencias y crítica por igual.
En 1997 fue nombrado miembro de la Real Academia de la Música en Londres. Su talento y su trayectoria han dado para mucho más.
Su éxito fue inmediato. Como estudiante ganó en dos ocasiones el premio Julian Bream, luego obtuvo el primer puesto en varios concursos y premios destacados, como el Andrés Segovia o el José Ramírez. También triunfó en el Francisco Tárrega.
La obtención del Andrés Segovia tuvo un carácter especial ya que es admirador confeso del padre español del movimiento moderno de la guitarra clásica. El padre de David tenía discos de Segovia y su abuela le mandaba discos de Julian Bream. Sobre su primer encuentro con éste músico inglés, una presentación en la que tocó por primera vez para él, “fue como un paso menos que tocar para Dios”.
Russell es un viajero, recorre el mundo dando conciertos en importantes escenarios, lo mismo en Nueva York que en Tokio, lo mismo en Londres que en Madrid o o Roma.
Oídos especializados lo describen como un ejecutante cuya presencia es muy atractiva. También se destaca su facilidad para comunicarse con el público. La pasión por su instrumento se traduce en interpretaciones cuya limpieza mayúscula hace parecer que las piezas ejecutadas son sencillas.
Un conocimiento profundo de las composiciones y su personal aporte a cada nota, hacen de sus recitales un recorrido por atmósferas admirables.
Además de su doctorado y su premio, ha recibido homenajes con la forma de calles y auditorios bautizados con su nombre. En 2009 lo nombraron miembro honorífico de la sociedad Amigos de la Guitarra de Valencia, la más antigua a propósito de su instrumento en territorio español.
Foto: Grammys
PRODUCCIONES
La discografía del escocés está integrada por 27 producciones: la más reciente, Los grandes del barroco, es de 2012, la más añeja, Música para contrabajo y guitarra, se grabó en 1978.
Los gustos de David se ven bien reflejados en sus grabaciones, armonías españolas para guitarra clásica, sonoridades extraídas del paisaje latinoamericano, reverencias de alto vuelo a su adorado Bach, ejemplares extractos de Haendel, de Scarlatti, de Casternuovo-Tedesco.
En la parte americana de su inventario se destaca Sonidos latinos (2010), donde ejecuta piezas de Agustín Barrios Mangoré, Manuel María Ponce, Héctor Ayala, Armando Neves y Jorge Morel.
En este disco, se toma como punto de partida la liga entre la vieja España y sus colonias en el Nuevo Mundo. Como la guitarra es el alma de la música española, expone el músico, fue inevitable llevarla a los destinos conquistados, con el tiempo se convirtió en parte integral de bellas melodías de América Latina y en el medio a través del cual algunos de los más finos compositores expresaron sus ideas musicales más características.
Inenarrables evidencias de la predilección del músico por Agustín Barrios se encuentran en este disco y en varias de las actuaciones del escocés disponibles en Internet.
En Sonidos latinos, David Russell rinde homenaje a quien fuera uno de los primeros guitarristas latinoamericanos en tener éxito en Europa y también en hacer grabaciones de sus obras.
Sobre Manuel M, Ponce se destaca su condición de figura distinguida e influyente en la música mexicana y el hecho de que desde niño mostró ser un prodigio, comenzó a componer antes de los diez años de edad.
NIVEL
Al hablar de Russell, en medios especializados como la Classical Guitar Magazine han llegado a proponer algún ejercicio ocioso como enumerar, de mayor a menor importancia, sus virtudes como intérprete. Las opciones incluyen el fraseo seductor, el color (a veces enérgico, a veces delicado) de sus ejecuciones, el control, la maestría del vibrato y del momento en que debe utilizarse. Luego, en la revista han aclarado que por fortuna no existe necesidad de tomarse en serio una cuestión así y, para mayor claridad, la califican como una pérdida de tiempo.
En lugar de actividades sin mayor trascendencia, CGM propone “aceptar a David Russell por lo que es, un artista de la guitarra y un músico genial, que está en casa lo mismo en la claridad del barroco que en la elevada expresión romántica de Tárrega y Barrios”.
El escocés David Russell en la XXXV edición del Festival de la Guitarra de Córdoba. Foto: EFE/Rafa Alcaide
En las escuelas de música se considera al escocés uno de los intérpretes de guitarra clásica más importantes de las últimas décadas. En las aulas suele destacarse su técnica, su musicalidad y el compromiso con su labor.
Quienes conocen al nacido en Glasgow fuera de los teatros y salas de concierto lo describen como un individuo inteligente, humilde, con amplio sentido común, constante en sus empeños y trabajador.
Esas virtudes también se ven reflejadas en sus actuaciones.
En una entrevista con Fernando Bartolomé Zofio para MGE, Russell expuso que a la hora de dar un concierto es bueno hablar de la obra, sobre todo si es nueva. Conviene explicar, indicó, si tiene una historia detrás, por qué se escribió y otras cosas, para que la gente sepa y tome interés en ella. Esto desde luego no aplica para las piezas de los grandes maestros, una suite de Bach no lo necesita.
Sobre la posibilidad de retirarse de los escenarios, comentó que disfruta mucho de dar conciertos porque es lo único que hace bien en la vida. Mientras le salga bien y le quieran contratar, afirmó, seguirá tocando.
De esa charla previa a la pieza hay un buen ejemplo disponible en Youtube. En una presentación para una estación de radio en la estadounidense ciudad de Boston la entrevistadora pregunta por la siguiente pieza que va a tocar y él responde: “El título que se utiliza es Una limosna por el amor de Dios, es un título largo, la razón es que había una mujer vieja que tocaba a su puerta y pedía dinero, una pedigüeña; al principio van a escuchar notas lentas que representan los golpes en la puerta y es a partir de ahí que la canción empieza, es una hermosa historia que le da su sentido a la pieza”, dice antes de ejecutar la composición de Agustín Barrios.
Algunos comentarios dan prueba de la admiración que llega a generar: “El mundo es mejor gracias a gente como David Russell que ha dedicado su vida a interpretar música bella para nosotros”, dice uno, mientras que otro, partidario de la brevedad, sentencia “Simplemente perfecto, el tiempo, el sentimiento, la ejecución”; alguno más resume “Una de mis piezas favoritas con uno de mis músicos favoritos”.
En una entrevista para el Faro de Vigo compartió que para él es muy importante variar el repertorio con regularidad. No es bueno, opinó, acomodarse con lo que uno toca mejor. No obstante, reconoció que clásicos como Bach, el mejor de todas las épocas desde su experiencia, siempre lo acompañan.
En su portal de Internet ha publicado consejos para los jóvenes que estudian guitarra clásica. En el más reciente pone el acento en que no hay atajos para convertirse en un buen intérprete y que quizá el secreto del éxito es la práctica constante. Refiere que muchos guitarristas sumamente talentosos no desarrollan todo su potencial porque ponen su confianza en el talento y no en el trabajo diario. Otros se convierten en auténticas sorpresas y llegan mucho más lejos de lo esperado porque trabajan con empeño.
Sobre el repertorio de un intérprete dice: “Tocar o no tocar una obra musical es una elección que hay que hacer con cuidado. (...)
Foto: Joey Faggio
Es mejor escuchar una obra más fácil bien tocada que una difícil tocada mal” y agrega “No dejes que tu concierto anuncie ¡Mira lo que no puedo hacer! El público te lo agradecerá”.
En sus lecciones sobre la disciplina del músico recurre a comparaciones con los deportes profesionales. El guitarrista, dice, debe perfeccionar sus movimientos, como un jugador de tenis perfecciona su revés.
REDES Y ONG
La emotividad es un aliado de este distinguido guitarrista clásico y esto no se trasluce solamente en sus interpretaciones sino también en sus palabras.
A principios de enero, por ejemplo, celebraba que su primera guitarra, la cual se había deshecho con los años, fue vuelta a armar por su amigo Luis Cepeda. Luego de señalar que el instrumento ahora está mejor que nunca apuntó: “¡Me llegaron los Reyes Magos!”
Sus redes sociales dan cuenta de los afectos del músico y de sus disciplinas favoritas. A últimas fechas ha compartido fotografías de una reunión familiar en Escocia, de su paso por Valencia para correr su décimo maratón, del festejo de un triunfo de su equipo, el Celta de Vigo de la liga profesional de fútbol español.
No obstante, los contratiempos también son retratados. En noviembre pasado, se quejó de que en British Airways no le permitieron subir su guitarra al avión como equipaje de mano.
Lo demás son fotos de su imparable transitar el planeta. Desde un periodo recreativo en suelo africano, en Zambia, donde pudo ver licaones (perros salvajes) . El guía había bajado para buscar huellas de león y en ese momento pasó un impala perseguido por una manada de perros africanos. Un minuto más tarde se lo estaban comiendo.
Luego, días en Japón, en varias ciudades, para dar clases y recitales en Fukuoka, Ebetsu y Tokio; de ahí a Núremberg, Madrid y Londres.
Por si recitales, clases, maratones, fútbol, safaris y demás actividades no fueran suficientes, junto a su esposa fundó una institución de caridad, la oenegé David Russell y María Jesús.
Sus objetivos son financiar proyectos de cooperación con otras organizaciones no gubernamentales, fundaciones y asociaciones para ejecutar obras de extracción de agua así como la construcción y el manejo de infraestructura hídrica en territorios que tienen dificultades para acceder a este recurso, especialmente en países africanos. También colaboran en proyectos educativos en sitios con carencia de servicios formativos.
En una entrevista para la revista virtual Arte Pulsado expuso que se han enfocado en financiar pozos de líquido para consumo humano porque el precio no es tan alto, reunir un par de miles de euros, hacer uno y pasar al siguiente.
Sobre la condición de su arte el escocés tranquilo dijo que la música clásica está sufriendo, socialmente está quedando cada vez más y más cerca de ser una pieza de museo, “lo veo muy difícil para las siguientes generaciones”. Empero, expuso que existen razones para el optimismo: “Hay más conciertos que antes, hay más gente que toca bien, hay más nivel”. Sin embargo, la contraparte está en el que atiende: “no hay más público”.
En esa misma entrevista, compartió una anécdota de un concierto en una isla filipina a inicios de los ochenta. Recordó que fue a dar un recital a un campo de refugiados y lo primero que hizo fue convivir un poco con la gente, una de las actividades fue ir a nadar al río con un grupo de niños. Luego, se llegó la hora del concierto y aunque tenía el temor de que su música no fuera del agrado de las más de 4 mil personas allí reunidas, acabó agotando su repertorio.
Unos años después, en Australia, Russell hacía un viaje en autobús cuando se le acercó un joven de rasgos orientales que le preguntó si recordaba Palawa, la isla filipina. Aquel joven era uno de los niños con los que había ido a nadar “y además es guitarrista”. Hay artistas que, con el virtuoso ejercicio de su profesión, cambian la vida de las personas.


