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El miedo a ser grande

Cuando nos habla el síndrome de Jonás

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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PSICÓLOGO JUAN EUSEBIO VALDEZ VILLALOBOS

Ser exitoso es alejarnos de los moldes cotidianos y de los hábitos aprendidos, es arrojarse a la creación de un nuevo ser.

“…Tengo otra confesión amigo mío. No soy tonto,
Me estoy cansando de comenzar de nuevo.
En algún lugar nuevo.
¿Naciste para resistir, o para que abusaran de ti?
Juro que nunca me daré por vencido, Me niego…”

Fragmento de la canción “Best of you”, Foo Fighters

Entre clases, materias, compañeros y profesores se pasan los días de la preparatoria, lugar construido sobre la idea de asemejarse a la convivencia que se da en nuestra sociedad. Los horarios son rígidos y no pocas veces aburridos, esto ocasiona que la mirada se clave una que otra vez en la rutina de algún contemporáneo que se balancea por el mismo camino de la vida estudiantil.

Recuerdo que una mañana se presentó una sorpresa. Adquirió la forma de un maestro con fama de estricto. El docente llamó la atención de aquel flaco y ojeroso compañero, un chavo al que le encantaba jugar al fútbol, un goleador. “Tienes potencial para hacer lo que quieras con tu vida y no solo andar reprobando”, expresó con su voz gruesa aquel que estaba encargado de la clase.

El estudiante delgado ni se inmuto. Estuve de acuerdo con el profesor. Mi compañero tenía todo para ser de los mejores estudiantes, inteligencia e ingenio no le faltaban, también se destacaba su facilidad para charlar con el sexo opuesto.

En aquellos días, imaginármelo como gerente de alguna empresa o como un destacado deportista no sonaba descabellado.

Tuve distintos momentos para apreciar su facilidad de aprendizaje. En ocasiones, con el grupo dividido en pequeños tríos, compartíamos la información para mejorar la experiencia escolar. Un día, en nuestro último semestre de preparatorianos, el larguirucho se ausentó y no volvió. Al parecer, cinco materias tronadas le impidieron mantenerse en nuestro grado.

El potencial nunca se desarrolló, al menos no en ese momento. Tiempo después, con la ayuda de Facebook, me enteré de que vive en Estados Unidos, trabaja como jardinero en un club de golf. No dudo que se destaque por alguna razón y sea admirado por sus compañeros. No es necesario conocer toda su vida para ello. De vuelta con la experiencia escolar, me pregunto: ¿por qué no ir por más? y ¿por qué me da la impresión de que huyó a su propia grandeza?

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Las cartas usadas en el experimento de Solomon Asch, psicólogo estadounidense. Foto: Fred the Oyster / El Baúl de la Psique

JONÁS Y LA BALLENA

Se cuenta en el Antiguo Testamento. Jonás fue elegido por Dios para ser su profeta en Nínive, pero, buscó salir ileso de aquella responsabilidad. El prófugo se subió a un barco y allí se quedó dormido. Una tormenta azotó a la nave. Los marineros deseaban algún modo de calmar el látigo y la furia del mar. Motivados por la confesión del pasajero, su insulto a Yahve, lo arrojaron a las turbulentas aguas, donde fue tragado por una ballena.

Abraham Maslow, psicólogo humanista, alguna vez uso el nombre de “síndrome de Jonás“ para referirse a personas que poseen una peculiar neurosis que tiende al autosabotaje. El miedo al propio éxito impide explotar al máximo sus capacidades, ocasiona una reacción contraria, opta por anular la diferencia existente al momento de distinguirse al interior de un grupo.

Dentro del gran mamífero, Jonás acepta su destino y Dios le otorga una nueva oportunidad. La ballena vomita al hombre que, si bien todavía conserva algo del temor, actúa como un ser renovado y consiente de sus capacidades, se arroja con sus propias armas a cumplir su misión, ser aquel en quien la divinidad confía.

Visualizarnos en nuestro mejor momento es enfrentar el miedo a la responsabilidad, también es batirnos en duelo con opciones de agrandar nuestra zona de confort y alcanzar ese potencial que tanta veces negamos. Ser exitoso es alejarnos de los moldes cotidianos y de los hábitos aprendidos, es arrojarse a la creación de un nuevo ser.

EL EXPERIMENTO

La presión social es un factor importante a la hora de mostrar nuestros talentos. Tan es así que suele preferirse formar parte de un rebaño mediocre y tener la aceptación del grupo antes que manifestarse como un sujeto capaz y especial aunque aislado, esto lo podemos ver en los resultados del experimento realizado por Solomon Asch, en la década de los cincuenta:

Hay ocho participantes sentados alrededor de una mesa (los lugares fueron asignados previamente). Siete de los sujetos forman parte del equipo de investigadores, sólo uno es un elemento ajeno y los demás lo someten a ligeras presiones.

Después, el grupo ve unas imágenes que contienen líneas de distinta longitud. Tras la presentación les hacen preguntas como: ¿Cuál era línea era más larga?

Al principio todos los participantes eligen la respuesta correcta. Luego, los integrantes que eran cómplices del investigador, comenzaron a dar respuestas incorrectas. El ejercicio arrojó que el 75 por ciento de las respuestas proporcionadas por el sujeto independiente se alineó a las que seleccionaron los demás, aunque el desacierto fuera obvio.

Ahora transportémonos a México y su sociedad. Es un hecho que la aceptación y la participación al interior de un grupo influyen en nuestras conductas, influyen a la hora de potenciar las virtudes, desde razones como el miedo a ser aislado o señalado por los compañeros. Es preferible callar y parecer tonto que abrir la boca y despejar las dudas, decía el comediante Groucho Marx.

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Foto: Archivo Siglo Nuevo

CONCLUSIÓN

Podemos inferir que el síndrome de Jonás es muy común en nuestros sistemas educativos y familiares. Sujetos con gran potencial muchas veces son silenciados desde el núcleo familiar toda vez que resulta preferible elegir estar con la familia muégano en vez de salir a buscar el éxito y perder el cariño de los congéneres. La dependencia se manifiesta por esas vías: yo soy lo que el grupo quiera, si busco algo diferente no soy parte del grupo y, por tanto, no existo.

La independencia es un concepto que haríamos bien en transformar en un ideal a seguir en nuestra comunidad. Producir más ciudadanos autónomos es tratar a personas completas, capaces de tomar decisiones y de afrontar las consecuencias de sus actos. Por eso invito a los padres a sembrar esas semillas desde los primeros años de vida de sus hijos. A final de cuentas, la familia es el lugar donde comienzan el éxito personal.

Correo-e: jueuval@gmail.com

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