Una tarde cualquiera tres personajes llegan sin anunciarse a la casa de José Daniel Fierro, escritor de cincuenta y un años con once novelas publicadas. Se trata de una comisión de mineros de un pueblo llamado Santa Ana, que llegan a la capital con un extraño ofrecimiento: pedirle al novelista que acepte el cargo de Jefe de Policía de su comunidad. Azorado, el novelista responde: “Firmo manifiestos, voy a manifestaciones, escribo sobre ustedes donde puedo si tengo algo qué decir, apoyo económicamente, voy a Santa Ana y participo de una semana de la cultura, son cosas que sé hacer, que puedo hacer. Pero ser jefe de policía es una locura…”.
Los mineros insisten y el autor revira: “no tengo ninguna experiencia policíaca real, sólo literatura”. Tras un nuevo embate, José Daniel Fierro acepta. En el siguiente capítulo le encontramos pensativo, mirando por la ventana de su nueva oficina, preguntándose cómo ha llegado allá. Será una experiencia interesante, piensa, “porque la vida es lo suficientemente extraña y crea caminos, cascadas y recodos (…) Porque los jefes de policía se improvisan, pero los narradores de amaneceres son producto de años de palabras”.
El pasaje proviene de La Vida Misma, novela policial publicada en 1987 por Paco Ignacio Taibo II. Difícil no recordarlo en estos días en que ha corrido la noticia de que el novelista ha aceptado dirigir el Fondo de Cultura Económica. Hasta hace unos meses, pensar en el autor de Cuatro Manos al frente de dicha editorial era impensable.
Hoy la noticia es motivo de celebración porque, a diferencia de José Daniel Fierro, que en su vida jamás ha disparado un arma, Taibo II conoce muy bien el terreno a donde le han invitado. Es verdad que, como él mismo ha dicho, desconoce la estructura del FCE, pero promoviendo la lectura ha acumulado más millas que cualquiera.
Además, desde la Brigada Para Leer en Libertad ha impulsado foros de estudio y debate donde se promueve el pensamiento crítico, ha organizado ferias del libro y colecciones, eso sin contar su experiencia al frente de la Semana Negra de Gijón. Por último, no imagino a ningún novelista mexicano que haya vendido más libros que él.
“Creo que va a ser muy interesante. No tengo en las manos ninguna preparación”, declaró el escritor el viernes en un video de menos de dos minutos de duración. “Tengo qué ponerme a estudiar toda la estructura relacionada con el aparato del Estado, la situación económica de la empresa, la política editorial hasta ahora, la situación de los trabajadores, el impacto de las publicaciones del Fondo entre la gente. Se abre una etapa para mí de ABC”. Un par de días después declaró a Excélsior: “creo en la libertad de expresión, no creo que haya que imponer una cultura oficial ni mucho menos. Dejemos que floten las flores. Una sociedad sana es aquella en las que las opciones de lectura son múltiples, ese no es ningún problema”.
En estas dos breves declaraciones están cifrados los rasgos que me hacen ver en Taibo II un director idóneo para el Fondo de Cultura. Con la primera se perfila como alguien dispuesto a aprender, no obstante su amplia experiencia. En la segunda responde a quienes aseguran que el catálogo de la editorial se teñirá de los gustos del autor. Hay un segundo pasaje que he recordado al saber que Taibo II dirigirá el FCE.
Lo protagoniza otro hombre que, por compromiso con ciertas causas, asume un empleo que jamás imaginó.
No proviene de ninguna de sus novelas, sino de su célebre biografía del Che Guevara, en el capítulo en donde se relata cómo el guerrillero argentino asumió el cargo de Presidente del Banco Nacional de Cuba. “Lentamente va aprendiendo los mecanismos bancarios, mientras trata de controlar la fuga de capitales y procede a la liquidación de las bancas batistianas (…) es sorprendente que un hombre que nunca firmó un cheque aprendiera tan rápido los mecanismos de la banca (…) De ese guerrillero accidentalmente convertido en banquero se decían muchas cosas. Circulaba en aquellos días por La Habana un cartelito hecho a mano con un slogan que se le atribuía al Che: ‘Aquí se puede meter la pata pero no se puede meter la mano’, El Che, muy indignado al descubrirlo, juraba que la frase no era suya y que ‘aquí ni se podía meter la pata ni la mano’”. comentarios: cajondesastre77@gmail.com