Cultura y educación IVCultura y educación IV
Ya hemos hablado de los elementos culturales; a fin de cuentas, es donde se generan los valores que son todos aquellos conocimientos, técnicas y reglamentos que nos sirven para lograr algo.
La educación es el mecanismo con que cuenta la sociedad para integrar a los individuos a sus parámetros culturales. Tenemos que hacer una aclaración: no se trata simplemente de conocer por conocer conceptos, sino de conocer para entender la realidad que nos rodea y poder plantearnos un sentido de la vida que sea humano. Tampoco se trata de conocer con fines de realizar un trabajo que nos permita sobrevivir, el hombre es algo más que una máquina productiva que puede ser explotada por un sistema basado en la producción. Uno de los principales cuestionamientos que deberían de resolver los sistemas educativos es definir al hombre. De esto se ha encargado la religión y la filosofía, como también se ha encargado la ciencia y la sociología, pero aún estamos a la mitad del camino. Al hombre no lo podemos reducir a un ser material, o a un ser espiritual encerrado en una materia. No podemos contabilizar sus componentes químicos ni describir sus funciones fisiológicas. El hombre es algo más; para mí, lo más importante es que posee una conciencia y en eso estriba la principal diferencia que tiene con el mundo animal.
El animal, por lo menos, no ha manifestado su conciencia. El hombre si lo ha hecho, desde los dibujos de la cueva de Altamira. El hombre sabe que es, lo que sea, lo ha definido de muchas formas y en la manera que lo define, ha normado su vida para lograr objetivos concretos; el principal de todos la trascendencia.
El hecho de tener conciencia me plantea el que no fui, el que soy y la pregunta fundamental: Para que soy. El animal simplemente es y será lo mismo siempre sin intervenir en el medio ambiente para ser otra cosa. Si se destruye su medio ecológico, simplemente desaparece. El hombre no solamente tiene conciencia de sí mismo, sino también de lo que le rodea y de la naturaleza, la conoce, la puede convertir en otra cosa, y si se destruye su nicho ecológico tiene la capacidad de reconstruirlo o de adaptarse de alguna forma para sobrevivir. Puede hacerlo en una estación espacial porque se provee de lo necesario o en el fondo del mar por medio de un submarino. Por medio de la ciencia descubrió las leyes naturales y la forma de manejarlas a su favor o con determinados propósitos. Es esta conciencia la que debe de alimentar los sistemas educativos.
Por medio de la educación, formas a las nuevas generaciones para que se integren a la sociedad. Lo primero que debería de evitarse es simplificar lo que en sí es complicado. El hombre no es una máquina, es un ser que piensa, que siente, que ama, que odia, que desea, que imagina, la mitad de la cultura es pura imaginación, que maneja un mundo simbólico muy complejo y que vive en un universo muy amplio al cual quiere seguir abarcando con su conciencia: ¿Qué existe más allá de los agujeros negros?
La educación, tan cambiante en los últimos tiempos, ha perdido el rumbo tratando de convertir al hombre en un ser para el trabajo y no en un ser para ser. La falsa premisa de que teniendo puedes ser, ha dado al traste con proyectos que nos permitan recuperar nuestra propia humanidad. Ya no sabe que enseñarle al niño; cada sexenio cambian de reformas educativas porque eso ha de ser muy productivo para quien ha convertido en un negocio más el proceso que debiera ser el más importante para toda sociedad democrática que se precie de serlo; donde se llene de contenidos y valores el alma (por llamarlo de alguna manera, aunque no me refiera desde el punto de vista religioso) del ciudadano. Si los ciudadanos no se forman, mucho menos la sociedad podrá resolver sus problemas. Si el ciudadano no tiene claro su sentido de ser, mucho menos lo tendrá el núcleo humano donde vive.
El ser para tener generó la delincuencia, ya que la ley te impide tener, la corrompes, y sobre todo, tienes la capacidad de corromper a quien aplica la ley: he ahí el motivo que no sólo genera la delincuencia, sino al político corrupto que dio al traste con nuestro proyecto social; si hubo alguno.
El comercialismo, sustentado por el liberalismo capitalista, ponderó más el producto que se vende de ínfima calidad, que el producto de magnifica manufactura, de gran valor para conseguir objetivos culturales humanos, haciéndonos conformar con el producto chatarra, en todas las áreas, comenzando con la televisión que padecemos y la alimentación que provoca la obesidad en las nuevas generaciones.
¿Si no sabemos cuáles son los valores que vamos a implantar en nuestra cultura como podemos decidir un sistema de educación? (Continuaré).