Mercadotécnica en la política
El político prefabricado, exgobernador del estado de México, que en 2012 ganó las elecciones gracias a un extraordinario mercadeo televisivo, en el que la construcción de su imagen se hizo acorde a un concepto nuevo que daría a los televidentes la sensación de una renovación del PRI, se fue desdibujando en el ejercicio de su cargo en lo que va de su sexenio. Ahora, apenas se menciona; sin embargo, haciendo alarde de su poder ha designado como su sucesor a José Antonio Meade Kuribreña, un funcionario que fungió como secretario de Hacienda en los períodos de Calderón y Peña Nieto, compartiendo responsabilidades con Ernesto Cordero y Luis Videgaray, respectivamente.
Volviendo al presidente Peña Nieto, quien ya va de salida, para beneplácito de millones de ciudadanos, su desempeño en el ejercicio de su cargo en su primer año fue de actuación, un espectáculo de un político joven, pero acartonado lector (en teleprónter), de declaraciones que dejaron al oído la vieja retórica y demagogia del viejo PRI; mientras la economía decrecía y la pobreza y violencia aumentaban. En los siguientes años, la situación no ha mejorado: los índices de pobreza y delincuencia siguen al alza, igual que la corrupción a la que el presidente dio carta de naturalización, y la impunidad, la que finalmente quedó en un pacto tácito o explícito entre iguales; es decir, entre la élite del poder: los gobernadores, secretarios de estado y hasta magistrados de la Suprema Corte; con la consigna de protegerse entre ellos y apoyar en la defensa a los exfuncionarios que pudieren ser perseguidos por la justicia, que en primera instancia recae en la PGR, la que infortunadamente ha tomado partido y asumido un rol de simulación, demostrada fehacientemente en casos como en el de Humberto Moreira, en los que de plano se descaró declarándolo inocente cuando fue apresado en España; y lo mismo está haciendo al mostrarse omisa en las indagatorias de los 410 millones que desvió Rubén Moreira mediante empresas “fantasma”.
En lo que respecta al ungido precandidato presidencial por Peña Nieto, José Antonio Meade, respaldado por las huestes priistas, la prensa pagada elogia cada declaración, chiste malo y vituperio a sus adversarios; ahora ha cambiado de estrategia y hace pronunciamientos contra la corrupción (“la zorra no se ve su cola…”).
Una amnesia parcial y muy conveniente aqueja al precandidato presidencial priista. Mejor sería que callara, pues todo lo que diga será usado en su contra, toda vez que él, desde su puesto como secretario de Hacienda y después como titular de Sedesol contribuyó a la corrupción mediante la Estafa Maestra en la “Cruzada nacional contra el hambre” estrategia fallida en la que fue cómplice importante; y como secretario de Hacienda fue un corrupto calificado o un mediocre funcionario, pues nada hizo para controlar las partidas presupuestarias otorgadas discrecionalmente. Por lo que toca al ingreso de armas a nuestro país, también compete la SHCP su control, y Meade, siendo titular de la misma… ¡No hizo lo correcto!; Meade también es culpable del aumento en la pobreza, porque en el desempeño de su cargo hizo aumentar los impuestos y fue literalmente el creador del gasolinazo. Hoy, el 60% del precio de la gasolina, corresponde a impuestos, y para terminar, si Meade fuese un buen administrador, no pagaríamos hoy el doble de impuestos de lo que pagábamos hace una década. Pese a todo lo anterior, con su voto, usted tendrá la última palabra.
Héctor García Pérez
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