Un México kafkiano
México, hoy por hoy, vive una etapa crítica de inseguridad, pobreza, desempleo, de corrupción, de impunidad y de violación a los Derechos Humanos; problemas éstos, en los que los gobiernos de las últimas cinco décadas han venido de mal en peor, no para quienes nos gobiernan, sino para los gobernados, todo esto bajo el falso argumento de procurar la democracia, lo que hace de la acción de gobernar una simulación, una mascarada con perversos fines, que poco o nada tienen que ver con la etimología de la palabra democracia, pues el poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo más que utopía es una quimera, en los términos en que se ha venido gobernando en las últimas cinco décadas.
Los avances en las diversas áreas de gobierno van a paso de tortuga unas; y otras como el cangrejo; y en todo caso los logros no corresponden con los recursos naturales de nuestro país, recursos que los gobiernos en los últimos sexenios no han sabido administrar, antes bien, han dilapidado y vendido al mejor postor. Se han apropiado de ellos y negociado a espaldas del pueblo mexicano; y no crea que es porque sean ineptos, tontos, necios , torpes o ignorantes; sino por el contrario; hay, en quienes detentan el poder, si no un C.I. normal o ligeramente por encima de la media, una maldad y una malicia innatas o adquiridas que sobrepasan la mínima pizca de la decencia y rayan en el cinismo, el descaro y la insolencia; cinismo manifiesto en la compra de conciencias aprovechándose de la necesidad de los potenciales votantes; descaro cuando se presentan ante los gobernados por él traicionados, con la máscara del servilismo hipócrita; insolencia, de quienes cínica y descaradamente con la mano izquierda ofrecen la paz a la oposición, mientras con la derecha blanden un gran garrote.
Hoy por hoy, México atraviesa por una crisis ideológica en los partidos del poder, quienes echando de lado sus principios se han unido con sus contrarios, sólo por el afán desmedido de lograr el triunfo sobre sus adversarios. Es la búsqueda del poder y su permanencia en él lo que determina la conducta humana de los políticos de hoy. En ellos no cabe el espíritu de servicio hacia la comunidad, y menos aún la sensibilidad humana por los problemas sociales. Esto se demuestra con las reformas estructurales diseñadas e implementadas en este sexenio, en que la corrupción y la impunidad fueron y son la constante; y por ende, los grandes retos a vencer; igual que el combate a la pobreza y a la delincuencia organizada y la solución a otros grandes y graves problemas que aquejan a la ciudadanía.
Desconcierta sobremanera las decisiones tomadas por el congreso y el Titular del Ejecutivo; decisiones que a la luz del sentido común, se pueden calificar, sino como ilógicas e irracionales, sí como inadecuadas, insuficientes o inconvenientes. Si de economía se trata, ¿Quién en su sano juicio prefiere vender el crudo y comprar sus derivados, principalmente las gasolinas a un precio mucho más caro de lo que saldría si aquí se refinara? ¿Por qué no se han construido más refinerías, y por qué las pocas que existen trabajan a una mínima capacidad? Respuesta: Porque así conviene a los intereses de la cúpula en el poder político y económico.
Sólo en México pasa lo impensable, lo absurdo, lo incongruente; de pronto, después de cinco décadas de un estado de duermevela, nos hemos despertado con un congreso inflado con diputados plurinominales, un IFE que enredado en sus propias reglas, no se encuentra a sí mismo, un poder Judicial acéfalo y desorganizado; y una pléyade de gobernadores, exgobernadores y funcionarios de gobierno convertidos en delincuentes.
Héctor García Pérez
Comarca Lagunera
