Se acerca un cambio de gobienro y nadie en este momento se ha puesto a pensar en el impacto que se tendrá en inflación si los energéticos siguen a la alza.
Hoy el precio de la gasolina y del gas no se deben perder de vista, ya que una variación a la alza tiene un impacto significativo en los bolsillos de los mexicanos.
Su efecto a un doble nivel, por un lado, está el daño directo que causa en los bolsillos del trabajador y por otro en el efecto multiplicador que tiene sobre los sectores económicos.
Según cifras de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) durante la primer quincena de junio de 2018 el kilo de gas Licuado de Petróleo se incrementó en 2.87 pesos respecto al mismo período del año pasado, es decir, mientras que el tanque de 30 kilos costaba 483.3 pesos en 2017 al día de hoy vale 569.4 pesos en promedio, un alza del 18 por ciento muy por encima del 4.54 de inflación en términos anuales.
El energético que utilizan noventa millones de mexicanos impacta directamente en el bolsillo de la población; como se sabe los precios actuales del gas son resultado de reforma energética de 2013, pero lejos de traer reducciones en su precio estos se han venido incrementando de manera consistente desde enero del año pasado.
Pero, el gas no es el único problema en los bolsillos, también las gasolinas son un factor que incide en la inflación, ya que durante la primer quincena de junio de 2018 el precio de la gasolina Magna aumentó 15.94 por ciento y la Premium se modificó en 12.04 por ciento a una tasa anualizada. El avance constante del precio de la gasolina es producto de los costos de transportación, los precios internacionales del petróleo y el tipo de cambio al haber liberado el mercado de combustibles como consecuencia de la reforma energética.
Por otro lado, no se puede perder de vista que durante el mes de mayo de 2018 la balanza comercial de mercancías de México presentó un déficit de mil 587 millones de dólares respecto del mismo mes de 2017 de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), pero el dato que salta a la vista es que el déficit es resultado del incremento del 51.3 por ciento de las importaciones petroleras, es decir, el aumento de la dependencia de la gasolina que viene del exterior y que coincide con la información presentada por Petróleos Mexicanos (Pemex) que reportó un derrumbe del 42.6 por ciento de la producción de gasolina en el país durante los primeros cinco meses de 2018.
Mientras que la inflación en la primera quincena de junio fue de 0.13 por ciento, la menor para un período similar desde 2015 de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el aumento del sector energético alcanzó el 14.3 por ciento anual.
Los aumentos de precios en los energéticos se están materializando en riesgos inflacionarios, tal y como lo describe la junta de gobierno del Banco de México (Banxico), quien para enfrentar estas presiones incrementó el 21 de junio de 2018 en un cuarto de punto la tasa de interés de referencia por segunda vez en el año, para quedar en 7.75 por ciento el nivel más alto desde febrero de 2009 momento previo a la crisis "subprime".
Producto de la variación del tipo de cambio, el aumento de las compras de gasolina del extranjero, la reducción de la producción de gasolina nacional y la falta de una real competencia en el sector energético del país durante el último, los precios del gas y la gasolina son ya un factor de riesgo para la inflación, por lo que el Banxico decidió aplicar una política monetaria restrictiva representada a través del alza de las tasas de interés.
En una economía emergente, una política monetaria restrictiva genera varios problemas que a su vez crean presiones sociales y políticas; por un lado, los incrementos de las tasas crea una mayor carga financiera de la deuda pública y gran cantidad de recursos que deberían ir a inversión de gobierno se desvían al pago de deuda, también se genera una mayor carga frente a los acreedores internacionales por el incremento de la deuda, se generan efectos negativos en actividades productivas que dependen del crédito y limitan la inversión afectando al crecimiento económico, se perjudican principalmente inversiones de largo plazo derivado de la mayor dependencia del financiamiento y todo esto termina por afectar la distribución de la riqueza en el país.
Sin importar quién gane este primero de julio la vida económica continúa y las tasas de inflación y de interés no pueden ser perdidas de vista durante lo que resta del año, al tiempo.