De izquierda a derecha, Vladimir Guerrero, Trevor Hoffman, Chipper Jones, Jack Morris, Alan Trammell, y Jim Thome en la ceremonia de exaltación al Salón de la Fama de las Grandes Ligas. (AP)
Chipper Jones no se doblegó ante la presión del momento. Y eso que ésta era significativa.
El exjugador emblemático de los Bravos de Atlanta fue exaltado ayer al Salón de la Fama y pronunció un discurso conmovedor, bajo la mirada de su esposa Taylor, quien pronto dará a luz a un hijo que recibirá el nombre de Cooper, en honor al recinto de Cooperstown, tras este día especial.
Ante el desafío retórico, Jones respondió de maravilla, tal como lo hizo en el terreno durante su carrera de 19 años con los Bravos.
"Ella cambió mi vida para siempre", dijo el pelotero retirado, mientras su esposa se enjugaba las lágrimas. "Hicieron falta 40 años y algunas imperfecciones graves en mí en el camino para encontrar mi verdadera profesión. Ahora, hemos integrado a nuestras dos familias. Esto me ha dado lo que he buscado durante mi vida entera, la felicidad auténtica".
Unos 50.000 espectadores se congregaron en un día soleado para rendir honores a los seis nuevos miembros del Salón de la Fama. Los otros cinco fueron Vladimir Guerrero, Jim Thome, Trevor Hoffman, así como los excompañeros de Detroit, Jack Morris y Alan Trammell.
Jones finalizó con un promedio de bateo de .303, 468 cuadrangulares y 1.623 carreras producidas, credenciales que le valieron la elección al recinto de los inmortales en el primer intento.
Thome mantuvo ahora la compostura. Eso sí, se limpió las lágrimas después de que su hija Lila cantó el Himno Nacional.
"Estoy muy honrado de ser parte de algo tan especial", manifestó Thome. "El béisbol es hermoso y yo estoy por siempre a su servicio".
El zurdo bateó 612 vuelacercas, para ubicarse en el octavo sitio de la historia. Impuso un récord de las mayores con 13 jonrones con los que puso fin a un juego, la mayor parte con los Indios de Cleveland. Sumó también 1.699 remolcadas, 1.583 anotadas y 1.747 bases por bolas.
Ovacionado por cientos de personas que agitaron banderas de República Dominicana, Guerrero habló en español durante unos cinco minutos. Agradeció a su padre y a su madre, quien cocinaba la cena para él y ahora lo hace para su hijo.
Nueve veces elegido para el Juego de Estrellas, el jardinero bateó para .318 con 449 cuadrangulares y 1.496 impulsadas. Fue el primer pelotero entronizado en Cooperstown con la gorra de los Angelinos, el equipo con el que tuvo sus mayores éxitos.
Tal como lo hizo como relevista implacable, Hoffman no mostró un solo atisbo de nervios al pronunciar su discurso, que cerró con un agradecimiento a su esposa.
"Compartiste conmigo este viaje asombroso de altibajos desde el comienzo, sin permitirme nunca que el éxito se me subiera o que el fracaso me hundiera", dijo Hoffman. "Te amo". El relevista finalizó su carrera con 601 rescates en campaña regular.
Morris, quien tiene ahora 63 años, lanzó 18 temporadas para los Tigres, Mellizos, Azulejos e Indios, y ganó cuatro veces la Serie Mundial. En los 80, lideró a todos los lanzadores con 2.444,2 innings de labor y 162 victorias. Encabezó también la Liga Americana en ponches, con 1.629.
Morris y Trammell fueron elegidos juntos en diciembre por un comité de veteranos, lo que hizo la jornada más especial para ellos.
Trammell jugó durante 20 temporadas como campocorto, siempre con los Tigres. Se le eligió seis veces para el Juego de Estrellas, ganó cuatro Guantes de Oro y tres Bates de Plata. Su porcentaje de fildeo de .977 es sexto entre los torpederos que han jugado al menos 2 mil encuentros.