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Inteligencia en el ambiente

Computación obicua para una vida mejor

Foto: i Stock

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REDACCIÓN S. N.

Los aparatos computacionales no deberían causar estrés sino aportar calma y bienestar. En el carácter de herramientas que ayudan a hacer alguna cosa, son dos las metas a las que deben aspirar: pasar inadvertidas y extender el inconsciente de los usuarios.

A finales de los ochenta del siglo pasado, Mark Weiser, científico estadounidense, difundió sus ideas a propósito de un modelo teórico a seguir para superar la era del ordenador personal tradicional.

El desafío, según Weiser, pasaba por crear un entorno tecnológico con dispositivos de diferentes tamaños y funcionalidades que se conectaran entre sí y pudieran usarse en conjunto a la hora de manejar información y facilitar las actividades cotidianas de la humanidad.

Se trata de aprovechar una combinación de técnicas de la que participen las tecnologías inalámbricas de comunicación (el wifi por ejemplo), dispositivos móviles (celulares inteligentes, tabletas) y aparatos de visualización (televisiones inteligentes, pantallas multitáctiles), entre otros, y lograr la inmersión de la tecnología en el mundo del usuario.

A treinta años de distancia, los sistemas computacionales ya llevan unos años formando parte de la rutina diaria y han ido configurando una realidad cercana al modelo bautizado por Weiser como el “cómputo ubicuo”.

La visión del estadounidense, fallecido en 1999, consiste en convertir a los equipos informáticos en algo tan asimilado, tan adaptable, tan natural que podamos hacer uso de ellos sin siquiera pensar en su existencia.

Los aparatos computacionales no deberían causar estrés sino aportar calma y bienestar. En el carácter de herramientas que ayudan a hacer alguna cosa, son dos las metas a las que deben aspirar: pasar inadvertidas y extender el inconsciente de los usuarios ya que, en la concepción de Weiser, cuando el ser humano actúa con intuición es más inteligente.

Para hacer más claro el asunto, el científico acuñó para la computación ubicua el epíteto de “lo opuesto a la realidad virtual”: mientras ésta plantea pasar el tiempo en un lugar hecho con computadora, aquella ayuda a la gente a vivir en el mundo real.

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Songdo en Corea del Sur, es también conocida como u-city, ciudad ubicua o la “ciudad más inteligente del mundo”. Foto: Korea Expose

INTELIGENCIA AMBIENTAL

El cómputo ubicuo permite interaccionar con los sistemas digitales mediante interfaces naturales como el movimiento o la voz sin hardware (teclados o ratones) de por medio. La persona no tiene que pensar en el dispositivo sino en la actividad que le interesa realizar. Bajo esta óptica, el lugar de las tecnologías estaría en el segundo plano, en ayudar al protagonista en las tareas que conforman su cotidianidad.

La idea de Mark Weiser también es conocida como “inteligencia ambiental”, entendida como la unión entre tecnología y bienestar cuyos aportes hacen mejor la vida de las personas.

No es el ser humano el que tiene que adaptarse a las máquinas sino ellas a él hasta alcanzar la imagen de un usuario rodeado de interfaces inteligentes e intuitivas, integradas en los objetos cotidianos de su entorno de forma transparente. Dichas interfaces tienen la capacidad para reconocer la presencia de diferentes personas y modificar su comportamiento en función de la identidad del usuario, sus necesidades y las características del contexto o entorno donde se encuentre.

Los sistemas que conforman un ambiente de este tipo son capaces de capturar las experiencias diarias del individuo, acceden a su información para facilitarle el tránsito por el día, proporcionan nuevas formas de interacción hombre-máquina, incluso facilitan el aprendizaje de diversas actividades.

Ofrecen una amplia variedad de servicios y proveen a los usuarios con formas de comunicación fáciles y eficientes con otras personas y sistemas.

En el cómputo ubicuo se pasa de un usuario operador a uno que interacciona de forma natural con las tecnologías para la vida diaria, esas que hacen cosas como sintonizar en automática el canal de televisión adecuado para esa hora y ese día en función del número de personas frente al receptor y si esos seres son familia o amigos. También controla la iluminación de una casa u oficina según la cantidad de habitantes u oficinistas en uno y otro lugar. Se encarga de la apertura automática de puertas, y si nos vemos en la necesidad de salir, nos ofrece, por medio del GPS, información para un traslado eficiente.

AFECTO DIGITAL

En el ubicuo terreno se encuentra el proyecto de un grupo de investigadores de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) dedicado a elaborar prendas que permiten muestras de afecto entre nietos y abuelos separados por causas geográficas.

La técnica empleada enlaza programas y elementos físicos en una tecnología que ofrece un servicio activo al usuario sin que el sistema se note, pues está inmerso en el ambiente.

Los científicos de la Facultad de Ciencias de la UABC crearon un prototipo de chaleco que permite el envío de muestras de afecto. Es operado desde el teléfono móvil a través de una aplicación.

Para desarrollarlo se hicieron encuestas a adultos mayores con el fin de elegir las muestras de cariño más comunes entre abuelos y nietos.

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Foto: Archivo Siglo Nuevo

Los resultados arrojaron que el abrazo, un beso, una palmada en la espalda y cosquillas, son los más frecuentes entre ambos, por lo que dotaron a la prenda con estas cuatro opciones.

Flor Montañez, alumna de maestría de la institución, indicó que en la actualidad tienen dos prototipos funcionales para realizar pruebas de concepto y confirmar que se cumplen los objetivos.

“Cada chaleco está basado en una placa Arduino Uno, en la cual se conectan los demás actuadores, que son los que permiten reproducir cada muestra de afecto en el chaleco, como por ejemplo los motores”, dijo en entrevista para el Conacyt.

La prenda cuenta con un servomotor integrado y conectado a una pequeña mano de plástico colocada a la altura del hombro. La extremidad se mueve de manera sutil para simular una palmada en la espalda.

En el caso del brazo, se implementó una banda que rodea el torso del usuario y tiene un motor. Cuando se coloca el chaleco, la banda se ajusta y da la sensación del abrazo.

Las cosquillas son recreadas por motores vibradores a la altura del abdomen, similares a los que portan los teléfonos celulares. El beso se evoca con un audio que se reproduce en una bocina.

La aplicación para el envío de muestras de afecto fue hecha para el sistema Android, se instala en los celulares del emisor y el receptor, tiene un botón por cada gesto.

Los chalecos se comunican con la app por medio de Bluetooth, sin embargo, los investigadores trabajan para que la conexión sea vía wifi a fin de no tener limitantes a causa de la distancia entre móvil y prenda.

“La idea a futuro es que la comunicación sea por Internet inalámbrico para que alcancen distancias más largas; cuando están separados geográficamente”, subrayó Flor Montañez.

En su versión final, el chaleco está diseñado para utilizarse de forma independiente y ser llevado de forma cotidiana. De ese modo prestara sus servicios cuando los usuarios lo deseen.

La prenda es descrita como una forma de enriquecer los medios de comunicación existentes y que, de momento, no brindan la sensación de una muestra de afecto.

En la primera prueba, con 33 jóvenes, se analizó si, a través del dispositivo, los portadores del chaleco evocaban la sensación real de recibir un gesto de cariño filial.

La segunda evaluación contó con usuarios potenciales. Abuelos y nietos se pusieron la prenda. Estaban en lugares separados, se comunicaron a través de una videollamada, mientras hablaban se enviaban los afectivos intercambios.

Los científicos registraron las respuestas psicofisiológicas de los usuarios al recibir una muestra de afecto, les interesaba saber qué pasaba con su cuerpo, si había un cambio antes de recibirla, durante y después, para finalmente conocer si la experiencia fue agradable o lo contrario, si se sentía relajado o nervioso, si la computación ubicua había logrado ayudar a salvar la distancia entre seres queridos.

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