Críticas. Un activista muestra una pancarta en contra del Papa Francisco, mientras recorre las calles del Centro de Dublín a bordo del papamóvil, en Irlanda, en donde el líder de la Iglesia inició una visita para participar en el Encuentro Mundial de las Familias.
El Papa Francisco inició ayer su visita a Irlanda, un país que hasta hace poco era considerado uno de los más católicos del mundo, pero que ayer, a la luz de la revelación de los abusos sexuales contra menores cometidos por curas ahí y en otras partes del mundo, mostró lo mucho que ha cambiado y recibió con reclamos al líder de la Iglesia católica.
Varios grupos de víctimas de los abusos cometidos por el clero en Irlanda organizaron protestas en Dublín, en la primera jornada del viaje de dos días que efectúa Francisco a este país para participar en el Encuentro Mundial de las Familias.
Uno de esos actos transcurrió frente al Castillo de Dublín, donde el pontífice abordó, entre otros, el asunto de los abusos ante una audiencia de autoridades y miembros del cuerpo diplomático, después de la intervención del primer ministro irlandés, el democristiano Leo Varadkar.
El primer jefe de Gobierno irlandés abiertamente gay señaló que "ha llegado el momento" de "construir una nueva relación entre iglesia y Estado" en Irlanda, un "nuevo pacto para el siglo XXI", pues la religión "tendrá todavía un papel importante", aunque "ya no está en el centro de nuestra sociedad".
Por su parte, Francisco prometió un "mayor empeño" que lleve a eliminar de la Iglesia católica el flagelo de los abusos sexuales contra menores, "a cualquier costo".
Reconoció que el "fracaso" de las autoridades eclesiásticas como los obispos, los superiores religiosos, sacerdotes y otros, al afrontar de manera adecuada estos "crímenes repugnantes", ha suscitado "justa indignación", y sigue siendo "causa de sufrimiento y vergüenza para la comunidad católica".
El Papa Francisco conoció los testimonios directos sobre los abusos sexuales a menores y los horrores que las instituciones religiosas cometieron contra las mujeres a quienes arrebataron sus hijos durante décadas en Irlanda al reunirse con un grupo de estas víctimas en Dublín.
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