Tranquilidad. Juanita y su familia están felices porque pasarán la Navidad en casa. (EDITH GONZÁLEZ)
Castigos y malos tratos de algunas reclusas es lo que vivió "Juanita" en el Cereso Femenil de Saltillo.
A la joven le cuesta trabajo articular ideas. Habla poco, generalmente responde con monosílabos y hace largas pausas para contestar. La cámara la cohíbe y las fotos no le gustan.
Se le explica que su rostro no será expuesto para no vulnerar sus derechos, sonríe y toma un poco más de confianza.
La joven con discapacidad intelectual narra que después de su detención por el delito de sustracción de menor, aquel 28 de agosto, la unidad de la Policía Municipal se la llevó a "La Colón" en donde no le permitieron hacer ni una llamada, para avisarle a su madre dónde estaba.
Luego la trasladaron al Cereso de Torreón y de ahí a Saltillo. "Estaba muy triste porque estaba lejos de mi mamá", dice.
-¿Dónde estabas en Saltillo?- Se le pregunta para saber qué tanto está enterada del proceso, pues un tiempo pensó que estaba castigada. No responde y se cambia la pregunta
- ¿Cómo era ese lugar para ti? -Es un lugar feo. No podía ver nada, nada más estaban alrededor las canchas.
-¿Cómo se portaron tus compañeras?
Se portaron muy mal, de repente empezaron a abusar de mi.
-¿En qué forma? Me empezaron a decir un chorro de cosas feas, yo lloraba e iba con una señora y ella les hablaba.
-¿Te pegaron? No. Me castigaban en el patio, limpiando.
-¿Quién y por qué te castigaron?
Una oficial porque una vez agarré el teléfono para hablarle a mi mamá.
-"Juanita", ¿Aprendiste algo?
"Aprendí la lección. No debo ser confiada, ni jugar con los niños que no conozco".
Según exámenes que practicaron un psiquiatra y un psicólogo a "Juanita", la joven de 20 años de edad, tiene una edad mental de 5 a 7 años. La autoridad nunca lo notó y determinó procesarla como a cualquier adulto, pese a la legislación en materia. Después de cuatro meses en el Cereso, su proceso lo continuará en libertad.