EPIDEMIA EN LA COMARCA LAGUNERAEPIDEMIA EN LA COMARCA LAGUNERA
Por increíble que parezca, hace aproximadamente treinta años, empezamos con la labor de sacar a los perros y gatos que andaban vagando por la calle, para esterilizarlos y darlos en adopción… por aquel entonces, la mayoría de las personas que nos conocían, nos juzgaban locos; en una ocasión, un colega que pasaba por una calle donde rescatábamos un perro mi colega y amigo, Cruz González Ugarte, y yo, nos grita en son de broma: ¡Por eso estás pobre Dávila, por dedicarte a eso! Bueno, la palabra no fue pobre, empezaba con "J", pero es preferible no escribirlo aquí.
Para mí, el concepto de pobreza o riqueza, no lo taso por los bienes materiales que se puedan llegar a tener, de hecho, me da gusto y admiro a las personas que con el fruto de su trabajo llegan a tener algún capital, o les han regalado o heredado de buena manera algo… Pienso "en buena hora", pero también debemos, creo yo, en hacer algún bien a algo o a alguien, porque no se debe de esperar que el gobierno lo haga todo, entonces, si cooperamos nosotros en ser parte de la solución, la satisfacción que esto nos produce se convierte en una riqueza interna, que se nos ve, que la proyectamos y eso tiene un valor que no puede ser medido. Qué bonito que alguien te salude, sea tu amigo, te invite a su casa sólo por ser quien eres y no por lo que tienes.
La labor por cierto, que les platicaba arriba, desde que la comenzamos, sabíamos que era una guerra perdida, pero alguien tenía que empezarla para que generaciones posteriores, ya con otra óptica y otro ánimo, la rescataran y la hicieran también suya… y así surgieran colegas como Martha Robles, Zoila Muñoz, y después personas como la señora Pilar González, Nena Cepeda, Martha Rodríguez, Esperanza Cárdenas, Sonia Beaty, con las cuales se fundó la Asociación Protectora de Animales de La Laguna.
En la actualidad, nos da gusto saber que existan muchas personas jóvenes entusiastas y de todas las edades que se han agrupado, y en la medida cada quien de sus posibilidades, se dedican a rescatar animales en situación de desamparo, para buscarles un mejor futuro, dándoles así una segunda oportunidad.
Pero la epidemia no para, no me refiero a los perros y gatos abandonados en la calle, sino a la epidemia de personas enfermas de la mente que abandonan perros, en los lugares públicos de la Comarca Lagunera, los hemos visto todos como van y los abandonan en los paseos públicos en la Colón, en la Alameda, en el Bosque, en el Mercado de Abastos, en las plazas de las colonias, o de plano los amarran a un árbol o a un poste, para que no sigan al auto en el que van los cobardes que abandonaron el perro, como quien se deshace de la basura, y ni qué decir de las personas con doble moral "bondadosamente" abandonan a sus perros o gatos frente a las casas o los lugares de las personas que quieren a los animales para que éstas se hagan cargo de ellas.
La única vacuna creo yo efectiva, son las nuevas generaciones que son más sensibles a este problema.
Para las personas insensibles que son capaces de abandonar a un ser querido a su suerte, piensen que en algún momento de su vida, podrían, también con los mismos argumentos que les enseñaron a sus hijos: Yo sí quiero, pero mi esposa se opone, no tengo tiempo, se acaba mi jardín o mi sillón, afea mi casa, ya tengo muchos, huele muy feo, ya está muy viejo, etc., entonces y sólo entonces, recordarán a aquel gato o perro que abandonaron o amarraron por ahí, dejándolo expuesto a lo peor… igual, o peor de mal está, abandonar también a un familiar o a un amigo a la soledad y al desamparo, luego no nos quejemos de por qué nuestro querido México está así.
Y ahora, para terminar, una gota de filosofía: QUIEN ALIMENTA A UN ANIMAL HAMBRIENTO, ALIMENTA SU PROPIA ALMA.