Es común escuchar a personas en diversas etapas de su vida, ya sea escolar o laboral, la trillada frase "es que no me motivan", con lo cual transfieren la responsabilidad e incluso la obligación a terceras partes de proveer motivación y que con ello la persona desmotivada adquiera una razón para actuar. "El maestro no me motiva", "Mi trabajo no me motiva"," La empresa no me motiva". El individuo puede ir repitiendo estas frases como la perfecta excusa para no avanzar y obtener nuevos logros, para seguir en su zona de confort.
El autor Robert Westwood indica que la motivación es "un estado interno que experimenta el individuo". Pueden existir otros factores externos que influyan en su estado motivacional, pero el proceso es interno y debido a éste se genera una intención para actuar. Por lo tanto, un individuo que recibe una estimulación -ya sea interna o externa- responde con una elección propia: acción o pasividad.
Entender de dónde proviene la motivación, cómo impulsarla y sostenerla es una tarea que ha llevado muchos años de estudio, y ha resultado en diversas teorías que intentan explicar qué es lo que mueve a las personas. Aún si llegamos a saberlo, es importante tomar en cuenta que la motivación varía entre los individuos y modifica su intensidad a través del tiempo. Por lo tanto, debemos aceptar que motivarnos no es responsabilidad de un tercero, sino de uno mismo, de una decisión propia acorde a nuestras necesidades, intereses y metas.
En el ámbito estudiantil, el maestro puede ofrecer técnicas pedagógicas o una metodología de enseñanza que logre estimular a sus alumnos, actividades que rompan con el esquema de la técnica expositiva. Pero será el alumno quien decida si responde a este estímulo o no, por lo que el resultado será que a unos les parezca una clase amena y a otros aburrida, o puede ser que inicialmente sí encuentre atractiva la clase y sea participativo, pero no mantiene la actitud.
Por otra parte, en el entorno laboral encontramos trabajadores que continuamente se quejan porque la empresa "no los motiva". Claro que cualquier organización debe tener como una de sus principales tareas el preocuparse por su personal y buscar las formas adecuadas para estimularlo. Quizás al inicio del año viene un aumento salarial que les brinda un estímulo efímero. ¿Cuánto va durar? Imposible saberlo. Para algunos ni siquiera un día, pues dirán que la suma debería ser mayor. La empresa también busca aumentar la productividad, las ventas o mejorar el desempeño, lo que sin duda la llevará a planear qué ofrecer como estímulo para lograr este objetivo. Nuevamente encontramos que, ante el incentivo presentado, no todos los trabajadores responderán igual.
Aunque la motivación es un proceso complejo, existe una amplia variedad de razones para motivarnos, tales como la satisfacción personal, el encontrar retos o experiencias nuevas y mejorar nuestra autoestima y desarrollo, pero la respuesta es de cada individuo.
*Maestra de la Universidad Iberoamericana Torreón