El pasado mes de marzo visitó La Laguna el amigo Gilberto Dihigo. Vino a presentar el día 23 un libro de su autoría titulado Mi Padre "El Inmortal", biografía del gran Martín Dihigo, el más completo pelotero en la historia del beisbol. Y el día 27 hizo el lanzamiento de la primera bola, con que se inauguró en Torreón la temporada 2018 de la Liga Mexicana de Beisbol, lance simbólico en el que figuró como bateador Jorge Orta, exligamayorista, hijo de don Pedro Orta, otro muy querido cubano y lagunero por adopción. A continuación se reproduce un emotivo texto escrito por Gilberto con motivo de esa visita realizada por él a la Comarca el mes pasado. Dice así:
"Transcurridos los días en que la emoción apretó la garganta con dulzura y obligó al corazón a transitar por rutas desconocidas del sentimiento, ya lejos de Torreón, entrañable ciudad donde buscamos con ahínco de que está hecho el tiempo al desandar sus calles, estrechar las manos de sus gentes humildes, disfrutar su arquitectura del pasado y sobre todo al respirar su historia viva en el Cristo de las Noas, la Plaza Mayor, su floreciente ferrocarril, hoy disminuido, siempre con la mirada enfilada hacia esa nube azulada llena de ternura donde se fraguan los sueños y nos permite alcanzar los milagros del pasado, esos que no advierten aquellos sin fe.
Desdibujar el presente fue fácil en nuestra atrevida pretensión de provocar al tiempo gracias a la complicidad cariñosa de esa suerte de caballeros de la mesa redonda que son los integrantes de la Peña Beisbolera, quienes en representación de todo Torreón convirtieron la palabra hospitalidad en algo vivo, cálido hacia el visitante, quien beneficiado por esa entrega desinteresada abandonó la categoría de extranjero para sentirse parte indisoluble de la ciudad donde en otro fragmento del tiempo su progenitor recibió un afecto que le tocó para siempre el corazón.
Los hermosos días de Torreón y su búsqueda por encontrar las señales invisibles de Martin Dihigo le revelaron a su descendiente de que el ayer puede ser hoy siempre y cuando el olvido no derribe la memoria del corazón, esa fuerza imbatible que mantiene vigente los valores de quienes nos antecedieron y eso lo sintió el hijo de El Inmortal, quien vivió una experiencia inolvidable al brotarle todas sus buenas emociones a flor de piel perforadas cada poro con las gotas del pasado que sin dudas renovaron su ser.
Gracias Torreón por todo lo que ofreciste con esa honestidad que dan las gentes buenas. Gracias Torreón por ayudar a colapsar la infinitud del tiempo y permitirme aspirar la esencia de Mi padre El Inmortal, con el cariño y devoción que lo recuerdan.
Mis lágrimas abortadas, enmascaradas en risas, quedaron sembradas para siempre como huellas imborrables de mis mejores sentimientos en esa tierra bendita de la que ya me considero hijo si me aceptan los nuevos amigos, quienes llegaron desinteresadamente con sus manos abiertas a darme un abrazo sincero. Comprendo ahora la verdad que no será silencio, sino un sonido lleno del dulzor atrapado en dos palabras: GRACIAS, TORREÓN".
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