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Para prevenir el envejecimiento hay que detectar su “lugar de residencia” dentro de los seres vivos. En la comunidad científica se maneja que dicho domicilio estaría ubicado en las células avejentadas del cuerpo que han perdido la capacidad de dividirse.
Desde una perspectiva biológica, envejecer consiste en acumular una variedad considerable de daños moleculares y celulares durante un largo periodo de tiempo, Dicho acopio se traduce en el deterioro gradual de capacidades físicas y mentales. El desgaste, entre otros efectos, incrementa el riesgo de sufrir alguna enfermedad seria, y, en último término, conduce a los organismos al extremo final de sus vidas.
El envejecimiento, empero, no es un proceso lineal ni es exactamente el mismo para todos los casos. Hay ancianos que gozan de buena salud y desarrollan sus actividades cotidianas sin condicionantes físicas. Otros, en cambio, son en extremo frágiles y no es raro que dependan de ayuda para cubrir sus necesidades básicas.
La vejez suele llegar acompañada de problemas como pérdida de audición, reducción de la visión, cataratas, dolores de cuello y espalda, artrosis. Padecimientos habituales de mayor calado son la diabetes, la depresión, la demencia. También hay que mencionar las patologías que afectan a los pulmones y el cáncer. A mayor edad crecen las opciones de sufrir varios de estos males de forma simultánea.
Llegar a anciano implica situarse en estados de salud complejos. La comunidad médica suele tener para ellos la denominación de “síndrome geriátrico”, definido por el Centro Nacional de Excelencia Tecnológica en Salud de la Secretaría de Salud en México como “las formas de presentación más frecuentes de las enfermedades en el adulto mayor” que “Se deben a condiciones de salud multifactoriales, propias del paciente anciano”.
A la fragilidad de esos años deben sumarse factores como caídas, estados delirantes, úlceras por presión.
Tras el tratamiento, los roedores mostraron una apariencia más sana y una cantidad reducida de inflamación en el tejido graso, muscular y renal. Foto: Getty Images/ Hemera Thinkstock Images/MARS
ELIMINAR AL OBJETIVO
Para prevenir el envejecimiento hay que detectar su “lugar de residencia” dentro de los seres vivos. En la comunidad científica se maneja que dicho domicilio estaría ubicado en las células avejentadas del cuerpo que han perdido la capacidad de dividirse y se acumulan en el organismo.
A esa parálisis de unidades microscópicas se le llama “senescencia celular”. Se trata, explica Jan van Deursen, investigador de la Clínica Mayo, de un mecanismo biológico que funciona como una especie de “freno de emergencia”. Lo utilizan las células dañadas para ya no multiplicarse. El laboratorio de este científico trabaja en descubrir y remediar las bases moleculares del cáncer.
Una vez que han frenado la división para evitar duplicar su daño, uno que puede verse traducido en términos cancerígenos, esas células ya no serían estrictamente necesarias aunque cumplen misiones importantes como contribuir a la curación de heridas. De hecho, el sistema inmune purga al cuerpo de ellas. Sin embargo, conforme pasa el tiempo ese mecanismo de defensa pierde eficacia.
Si se mantienen en sus lugares, las avejentadas unidades dañan a sus vecinas de menor edad (acortan su vida) y provocan inflamaciones, resultado ligado con la fragilidad y las enfermedades vinculadas con la senilidad.
En la Clínica Mayo diseñaron un procedimiento dirigido a retirar las células viejas. No lo han probado con personas. Los experimentos se han hecho con ratones de diseño y los resultados son alentadores.
PROGRAMACIÓN
Los roedores concebidos en laboratorio incluyen una modificación que permite retirar las células viejas en cualquier momento de sus vidas. Al retirar esas senescentes unidades, cuestiones como sufrir cataratas, perder grasa corporal o sufrir males de riñones o del corazón registraron una disminución importante en la velocidad de sus procesos.
La conclusión de los investigadores es que, al retirar las células dañadas, los organismos viven más y con mayor calidad de vida. Otra forma de ponerlo es que se postergan los efectos más fuertes de padecimientos asociados con la vejez, como el cáncer.
A los ratones en cuestión pues, no se les sometió a un tratamiento aparatoso. Su carga avejentada fue retirada al cumplir el año, que sería el equivalente a cuatro décadas y media de vida humana.
Sin las unidades microscópicas que ya no se multiplican, el envejecimiento dejó de avanzar con brío, lo que derivó en una escasa disminución de la capacidad visual, un deterioro mínimo de los principales órganos y una esperanza de vida de los roedores incrementada en un 35 por ciento.
PROGRESO
El progreso de los investigadores de la Clínica Mayo aún está lejos de verse trasladado a los seres humanos.
El alentador resultado con roedores fue matizado por investigadores del MRC Clinical Sciences Centre, perteneciente al Imperial College de Londres. En dicho centro científico pidieron actuar con cautela ante la opción de trasladar la intervención celular a sujetos del género humano. No obstante, reconocieron que la línea de investigación es prometedora; también comentaron que “se están buscando compuestos que puedan eliminar de forma selectiva células senescentes”. Luego hicieron un llamado a la comunidad científica para que no se olvide que cualquier terapia futura basada en retirar las células viejas debe contemplar un adecuado control de posibles efectos negativos en los organismos intervenidos.
El entusiasmo, sin embargo, es absoluto. Sin células senescentes, indicaron los investigadores, se retrasa la formación de tumores, se preserva la función de tejidos y órganos, se extiende la vida útil. Además, no se observaron consecuencias adversas de la intervención.
Clínica Mayo. Foto: Mayo Clinic.org
Se apreció mejor función renal y una mayor tolerancia al estrés cardíaco.
Otros beneficios expuestos tienen que ver con una apariencia más sana, una reducción importante de la inflamación en la grasa, así como condiciones benignas del músculo y el tejido renal.
En la comunidad científica consideran que no es nada descabellado pensar en el desarrollo de un fármaco capaz de eliminar rápidamente una cantidad significativa de células avejentadas, lo que tendría un impacto en la salud y la vida útil de las personas.
La Clínica Mayo es una organización sin fines de lucro que aglutina a más de 3 mil 300 médicos, científicos e investigadores. Tiene sedes en las entidades norteamericanas de Arizona, Florida y Minnesota.
COMPETENCIA
Por un camino un tanto distinto, pero con el mismo destino, avanza un equipo investigador de la Escuela de Medicina de la Universidad San Luis en Washington, Estados Unidos.
En su laboratorio consiguieron frenar la aparición de la vejez en roedores mediante el suministro de un compuesto conocido como NMN.
Los efectos positivos incluyen mejoras de la densidad ósea, el sistema inmune y de peso corporal. En este caso sí se puso en marcha un estudio con seres humanos.
En la USL partieron de la idea de que la capacidad de las células para producir energía disminuye con la edad. La constante pérdida de eficacia en la cadena de suministro de energía del cuerpo representaría un factor clave en el proceso de envejecer.
El suplemento suministrado a los ratones se llama “nicotinamida mononucleótido” (NMN) y según sus desarrolladores está hecho para compensar la pérdida de energía. Con la batería completa los signos de envejecimiento acabarían recortados.
El NMN ayudó a que ratones viejos manifestaran un metabolismo y unos niveles de acción semejantes a los de roedores jóvenes.
Como las células de las personas se rigen por ese mismo principio de la producción de energía, en el equipo de investigación confían en que su fórmula también servirá con humanos.
El empleo de NMN representó para los roedores viejos mejorar la función del hígado, del sentido de la vista, del sistema inmune y la actividad física.
Es posible encontrar el compuesto en cuestión en alimentos de fácil acceso como el brócoli o los aguacates.

