En vez de "felicitarlas por el día" deberíamos de trabajar por:
-Que tiempo de trabajo en cuidados y hogar sea remunerado.
-Se elimine la división sexual del trabajo.
-Igualdad salarial.
-Acabar con el acoso laboral y las dejen de matar por ser mujeres.
Y es muy lamentablem darnos cuenta que a pesar de los avances de la lucha por la igualdad de género, la principales diferencias se observen en el mercado laboral.
En nuestro país del total de la Población Económicamente Activa (PEA) que sólo el 38.3 por ciento son mujeres y el restante 61.7 por ciento hombres.
Por otra parte, la Población Económicamente Inactiva (PEI) que registra 37 millones 347 mil 284 personas al último trimestre de 2017, el 73.7 por ciento son mujeres de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en su Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), dicho de otra manera, la proporción de mujeres en condiciones de trabajar es mucho menor respecto de las mujeres que no están buscando formar parte de la PEA.
Otro dato también revelador dentro del informe de la Secretaria del Trabajo y Previsión Social (STPS) al cuarto trimestre de 2017, la Tasa de Desocupación (TDA) refiere que a nivel nacional sólo el 3.2 por ciento de hombres están bajo esta condición mientras que en el caso particular de las mujeres jóvenes (15 a 29 años de edad) este porcentaje se duplica hasta alcanzar el 6.8% cifra por demás ilustrativa.
Pareciera ser que en México en el terreno laboral es un problema ser mujer, pero ser mujer y joven es aún peor, y si usted además a estas condiciones suma ser pobre, indígena, madre soltera, etc., en verdad se pone en 'perspectiva negativa' la igualdad de género.
En México el lugar de privilegio laboral para las mujeres se ha venido degradando. Si es que en realidad esta situación alguna vez existió, y es que de acuerdo a datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que es quien lleva el registro de los empleos formales creados en el país, durante el sexenio del presidente Fox el 46 por ciento de los empleos creados eran para las mujeres mientras que en lo que va del actual sexenio esta cifra cayó hasta el 41 por ciento.
Para las mujeres la autonomía económica es uno de los principales obstáculos que deben enfrentar para lograr su desarrollo pleno, de entre varios elementos que limitan esta autonomía existen dos que son fundamentales, el primero se refiere a la asignación tradicional de las mujeres a trabajo doméstico y al cuidado de la salud y familiares que condicionan una división sexual de trabajo que determina un uso de tiempo claramente diferenciado entre hombres y mujeres.
El segundo aspecto limita la autonomía económica de las mujeres y se relaciona a los pocos incentivos que tiene el Estado para desarrollar una oferta pública de servicios de cuidado o la existencia de demandas ciudadanas para trasladar las responsabilidades y tareas al sector público por parte de los hogares, ya que los servicios de cuidado suelen ser muy costosos.
De acuerdo al Inegi el trabajo no remunerado en labores domésticas y cuidados tiene un valor económico superior a los 4.6 billones de pesos y equivale a más del 20 por ciento del PIB, de este monto aproximado el 73.3 por ciento debería ser ingreso asignado a las mujeres, sin embargo, es un ingreso que nunca llega.
Para entender mejor la situación económica que viven las mujeres en una sociedad visto a través del empleo existen cuatro indicadores con los que se puede trabajar para dimensionar la desigualdad laboral y de ingreso entre hombres y mujeres: el primero es la medición de la población sin ingreso propio y por sexo que considera a personas mayores de 15 años que no recibe ingreso monetario individual y que no está estudiando según su edad, esta condición determina la falta de ingreso como el primer factor de dependencia económica de las mujeres y que las pone en riesgo de caer en pobreza.
El segundo indicador se refiere al tiempo total de trabajo remunerado y no remunerado, sobra decir que en México de acuerdo a cifras de Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) las mujeres en promedio trabajan 79 horas a la semana y son horas que no son remuneradas en el sector sin ingresos propios, mientras que en el caso de los hombres la cifra es de 29.7 horas.
En tercer lugar está la medición del tiempo de trabajo no remunerado según ingresos propios por sexo y por último la distribución de la población según nivel de productividad y sexo en donde se divide las actividades con baja productividad como comercio y servicios donde la participación de las mujeres es superior al 50 por ciento, después está el sector de media productividad que refiere a construcción, manufactura y transporte y por último el de alta productividad representada por sectores financieros y energéticos donde la participación de las mujeres suele ser menor al 15 por ciento.
Bajo esta perspectiva, pienso que un buen ejercicio, más que darle una felicitación a las mujeres que nos rodean en nuestro ambiente familiar, laboral y social, sería momento de luchar por ellas, pues de alguna forma esta lucha también es por nuestras madres, nuestra hijas, nuestras sobrinas, nuestras esposas y porque no decirlo así, por nuestra querida patria.