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LOS SUPUESTOS DEL MODELO

REFORMAS Y COMPETITIVIDAD

DANIEL ERNESTO GONZÁLEZ TORRES

El miércoles pasado la escuela de negocios IMD World Competitiveness Center nos demostró lo inútiles que han sido las reformas económicas de México en los últimos tiempos, pues exponer la forma tan estrepitosa en la que México cayó en competitividad. Y hoy en este ejercicio presentamos un primer supuesto: Las reformas impulsadas por el actual Gobierno han sido inútiles.

Bajo este supuesto ponemos sobre el pizarrón la siguiente pregunta: ¿para qué han servido las reformas en México?

Pero vayamos por partes, La IMD presentó su Índice Mundial de Competitividad 2018, en él se evalúa a 63 naciones en diversos temas como la eficiencia empresarial, el desempeño económico, la infraestructura eficiente y el gobierno como principales temas para calificar el nivel de competitividad con el que cuenta una nación.

En este ranking se encuentran siete naciones latinoamericanas evaluadas incluyendo México, que se situó en el lugar 51 perdiendo tres posiciones respecto de 2017. De acuerdo al informe la caída del país en el ranking obedece al deficiente funcionamiento de las instituciones públicas y la legislación económica deficiente, pero, también se considera que el rezago se debe a la ausencia de una estrategia de competitividad de largo aliento dirigida a fortalecer el crecimiento económico y el mercado interno.

En el documento Estados Unidos ocupa la primera posición seguido de Hong Kong, Singapur, Holanda y Suiza que ocupan las primeras posiciones, mientras que por el otro lado los últimos lugares son para Ucrania, Brasil, Croacia, Mongolia y Venezuela, respectivamente.

Es importante destacar que al inicio de la administración del presidente Enrique Peña Nieto México alcanzó el lugar 32 derivado de las expectativas generadas por las reformas estructurales, sin embargo, cinco años después se han perdido 19 lugares en materia de competitividad, sin duda un desempeño deficiente.

Si se pretende mejorar en el ranking la escuela de negocios IMD propone que el país debe mejorar en primer lugar su relación con Estados Unidos, en segundo término buscar una adecuada implementación de las reformas estructurales y por último promover el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y el fortalecimiento del mercado interno.

El lugar 51 obtenido en 2018 es la posición más baja que ha tenido México en toda la historia del Índice desde 1997 cuando fue creado; entre las principales debilidades competitivas del país se destaca la corrupción y los sobornos, la concentración de las exportaciones y la falta de transparencia; sin duda nada nuevo en el ambiente. Sin embargo, desde mi visión el tema que más resta competitividad al país es el tema de la infraestructura, no es casualidad que la inversión física presupuestaria en México registra una caída de 33.5 por ciento en términos reales en lo que va del sexenio, siendo educación, energía, comunicaciones y transportes y agua potable y alcantarillado los rubros más afectados; de hecho la inversión pública actualmente representa sólo el 3 por ciento del PIB, el nivel más bajo en más de 70 años.

Las naciones buscan ser competitivas para lograr producir un alto y creciente nivel de vida para sus habitantes, ya que éste es el principal objetivo de un gobierno, es decir, las naciones compiten para mantener y aumentar el nivel de vida de la población. Pero la prosperidad de los individuos no se da por si sola, hace falta ser eficiente con los recursos que se emplean y hace falta generar valor.

Para el economista Michael Porter las ventajas competitivas de una nación dependen de una estrategia y una estructura de rivalidad empresarial, de las condiciones de la demanda, de los factores de producción, de los sectores conexos y de la participación del gobierno mediante la creación de un marco legal que facilite el entorno de negocios.

Desde mi punto de vista, más allá de las reformas, el problema está en la ecuación de mano de obra barata más materia prima barata igual a competitividad. Hoy debemos incluir en esta sumatoria, una visión de largo plazo, con el diseño de estrategias basadas en tecnología, busquen la transición energética, mejoren sus modelos de rentabilidad, investiguen, desarrollen e innoven y mantengan estándares altos respecto de la responsabilidad social.

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Escrito en: DANIEL ERNESTO GONZÁLEZ TORRES

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