Hace unos instantes contemplé a la muerte.
Estaba yo mirando hacia la calle por la ventana de la sala, y vi a una paloma de las que se llaman por acá "trigueras". Picoteaba una nuez de las que el nogal dejó caer y que alguien pisó, dejando su rica pulpa al descubierto.
De vez en cuando la paloma alzaba la cabecita para ver a la gata que estaba echada a unos metros de ella con actitud indiferente. Su indiferencia era una trampa. No advirtió la avecilla al otro gato que llegó por atrás con pasos silenciosos y se lanzó sobre ella. Un revolar de plumas puso marco a la muerte de la presa.
Alguien tildará al gato de asesino. Ciertamente no lo es. No mató por matar. Mató para comer junto con su compañera. Mató porque es su instinto; instinto de conservación que lo hace seguir viviendo.
Hace unos instantes contemplé a la muerte.
Hace unos instantes contemplé a la vida.
¡Hasta mañana!...