LA EXTINCIÓN DE LAS ESPECIES. (INTERNET)
Del narrador, ensayista y traductor argentino Diego Vecchio llegó a las mesas de novedades de México su libro "La extinción de las especies".
Gracias al legado de James Smithson, Zacharias Spears fundó en Washington un museo destinado a albergar las colecciones de especímenes recolectados en las expediciones de exploración del Oeste, amenazados por las polillas.
El sueño de Spears es poner al alcance de todos la posibilidad de viajar hasta espacios y épocas remotas, recorriendo por dos centavos y en cuarenta minutos aquello que se halla separado por miles de millas y millones de años.
Ese sueño, al parecer, se hace realidad, pues muy pronto, al museo asisten multitudes con sed de fósiles y medusas flotando en una solución de formol al 10 por ciento; Esta es una novela singular, impecable, deliciosa e inextinguible.
Los museos son criaturas caníbales, dispuestas a engullir plantas, pelícanos disecados, monedas, piedras, obras de arte, reptiles voladores o nadadores, ahogados o desplumados en el Cretácico antes de devorarse unos a otros.
Con una pizca de ingenio, una buena iluminación y un cuidador que vigile que nadie toque nada, cualquier partícula del mundo puede ser expuesta en una vitrina o colgada en una pared; los museos son voraces como la literatura.
Por todo eso, "La extinción de las especies" es una historia natural de los museos, que nacen, se expanden, se agotan y se derrumban para atesorar aquello que fue, que ya no es, ni volverá a ser, pero que se obstina en persistir.