¿Se podría aplicar el concepto del “kintsugi” a las personas y a los lugares? Andrés Neuman indaga con su libro “Fractura” en el complejo vínculo entre los seres humanos y las fisuras, y defiende que “todo país tiene una mezcla de fascinación y negación con sus agujeros negros”.
“Donde hay cicatriz, hay preguntas, y quizá por eso me fascinan los objetos rotos desde niño”, asevera el escritor hispano-argentino en una entrevista.
Y por eso, también, le atrae tanto el “kintsugi”, una técnica de origen japonés que consiste en reparar objetos que se han roto pero no disimulando las grietas, sino realzándolas con oro, lo que hace que esa pieza pase a valer más en el mercado que cuando estaba intacta.
Este arte, “completamente en dirección opuesta a la lógica del capital, del consumo y del Photoshop”, queda en el centro de la novela de Neuman, quien se preguntaba si la filosofía de dicha técnica se podría llevar a quienes “en algún momento se rompieron, física o emocionalmente”.
“La novela hace un rastreo de objetos, espacios y personas rotas, y se pregunta si es posible repararlas y de qué manera, y cómo nos relacionamos con esas fracturas que toda vida o comunidad tiene”.
“Fractura” es la historia del señor Watanabe, un hombre que sobrevivió a la bomba de Hiroshima y que, décadas después, vive el terremoto que sacudió Japón en 2011 y que llevó al accidente nuclear de Fukushima.
El relato de la vida de Watanabe se narra a través de los testimonios de cuatro mujeres que lo conocieron en diferentes momentos de su vida, en sus estancias en París, Nueva York, Buenos Aires y Madrid.
Los cuatro de estas ciudades, además de Japón, han vivido en su último siglo duros episodios que hacen que el tema de la memoria siga siendo una cuestión latente. En el juego de narrativas establecido alrededor del protagonista también plantea cómo gestionar las cicatrices.
En librerías
Fractura, de Andrés Neuman:
Bajo el sello editorial de Alfaguara:
Disponible en e-Book.