A dos días de elegir al nuevo presidente de la República, diputados, senadores, gobernadores, congresos locales y alcaldes en algunos estados, la mayoría de los mexicanos agradecemos que las campañas electorales hayan, por fin, terminado. Sin embargo, no todo el proceso habrá culminado el primero de julio. Durante la siguiente etapa, las protagonistas serán las instituciones locales y nacionales encargadas de organizar la elección, fiscalizar los gastos de campañas, operar los programas de resultados preliminares, recibir y resolver impugnaciones de los procesos y finalmente otorgar las constancias a las y los candidatos ganadores.
Se trata de instituciones cuyas intervenciones en el proceso del 2017, en Coahuila y Estado de México especialmente, mermaron su credibilidad frente a la ciudadanía y fueron fuertemente cuestionadas por actores políticos, académicos y activistas sociales. El impacto de tal pérdida de legitimidad fue observado este mismo año, por ejemplo, cuando los ciudadanos insaculados para participar como funcionarios de casillas recibían con insultos a los visitantes que iban a cada domicilio por parte del INE, o simplemente se negaban a atender esa responsabilidad ciudadana bajo cualquier pretexto.
Los partidos políticos y candidatos, por otro lado, tampoco contribuyeron a elevar la calidad del debate democrático durante las campañas. Algunos spots de televisión fueron recientemente blanco de burlas bien fundadas en la transmisión de "Last Week Tonight", conducido por John Oliver y transmitido por la cadena HBO. Y es que no sólo sus spots, sino los propios candidatos presidenciales y ejemplares de todos los estados hicieron su mejor esfuerzo por ridiculizar la escena política mexicana.
Ante este escenario, ¿qué incentivos tenemos los mexicanos para salir a votar este domingo? Algunos estarán ponderando si la situación económica de su familia realmente se vería afectada por la llegada de algún candidato, o beneficiada por la de otro; un pequeño número de mexicanos (relativamente) entregará su voto a quien haya prometido beneficiarle directamente con una oportunidad de negocio, o un trabajo; otros más irán a votar coaccionados por operadores en colonias y comunidades, o por patrones y sindicatos. Sin embargo, ante el supuesto de que contamos con instituciones débiles, corruptas o incluso inoperantes, el único antídoto del que disponemos es participar abrumadoramente, organizados y conscientes.
Abarrotemos las casillas de votantes que asistan por su propio pie, libremente. Cerremos los espacios para las trampas, dejemos de difundir noticias sin verificar sobre posibles fraudes. Denunciemos todos los delitos, evidenciemos todas las irregularidades. Y tengamos en mente que la ciudadanía es convocada por las instituciones durante los procesos electorales, para validarse; pero el resto del tiempo, somos nosotros quienes debemos convocar a las autoridades: a informarnos, a rendir cuentas, a representar nuestros intereses y ejercer sus atribuciones de manera responsable.
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